Toni Valero, coordinador de IU Andalucía: “El auge de la derecha está en disputa porque Sumar ha cambiado el tablero”

Daniel Cela

1 de julio de 2023 20:23 h

0

Toni Valero (Madrid, 1981) es coordinador general de IU Andalucía desde junio de 2019, pero ocupa puestos en la dirección regional de su formación desde 2013. En diez años ha vivido en primera línea todas las sacudidas políticas de la izquierda, desde la expulsión de IU del primer Gobierno andaluz de coalición junto al PSOE, en 2014; pasando por la irrupción de Podemos en 2015, que casi fagocita a su partido; hasta las posteriores alianzas y rupturas con los morados, que culminan (de momento) en el movimiento Sumar y la candidatura de Yolanda Díaz en las generales del 23 de julio. Valero encabeza la lista por Málaga, la provincia donde vive junto a su pareja y sus hijas, y está convencido de que Sumar va a dar una patada al tablero político.

¿Por qué hay que votar a Sumar en Andalucía?

Yolanda Díaz tiene un modelo de país que acomete las transformaciones que necesita Andalucía. Sumar quiere resolver el problema de precariedad y desempleo estructural que asola nuestra tierra. Tiene también una propuesta y un arraigo en el mundo rural, entiende perfectamente la importancia de nuestro sector agroganadero y de una transición energética justa.

He escuchado a ministras socialistas decir que los andaluces, por su peso poblacional y por su situación socioeconómica, son los que más se han beneficiado de las políticas sociales del Gobierno de PSOE y Unidas Podemos. ¿Por qué no les han votado masivamente en las andaluzas de 2022 y en las municipales de mayo?

[Silencio] Porque la política lleva unos años envuelta en mucho ruido que está generando desafección en la gente, y esto lo están pagando muy especialmente las capas populares, los barrios y pueblos de voto mayoritariamente progresistas. Hay un cortocircuito entre las políticas que benefician a la mayoría y el comportamiento posterior de esa mayoría en las urnas.

Es decir, que la gente que representa su base social reconoce que las políticas progresistas les benefician, pero no les votan.

Podemos decir que la derecha y la ultraderecha están imponiendo una agenda política y mediática que ha generado un estado de ánimo de parálisis entre las capas populares, las que más se benefician de las medidas del Gobierno, y ese mismo marco está hipermovilizando al electorado conservador. Lo está incluso radicalizando. De ahí esa contradicción entre políticas que benefician a la mayoría y, por contra, una desmovilización mayor del espacio progresista.

¿Cómo van a revertir ese diagnóstico de cara a las generales?

Debemos hacer valer que somos una fuerza de Gobierno que sabe hacer las cosas bien y que sabe incluso romper todos los tópicos sobre la izquierda cuando gobierna. Hacemos que la economía funcione mejor y hemos sido extraordinariamente responsables ante la pandemia y la crisis bélica en Ucrania. Ahora toca hablar de futuro y esperanza para movilizar a la gente, de las cosas del comer. Tenemos que generar ilusión y emociones positivas, nos va la vida en ello. Sumar arrastra a toda la izquierda ya existente e incorpora a mucha gente no adscrita a ningún partido, movida por esa ilusión.

¿Ve a los dirigentes de Podemos ilusionados por hacer campaña con Sumar? A los de dentro y a los que han quedado fuera...

Absolutamente. ¿Por qué? Porque Sumar sintoniza con mayorías progresistas que estaban demandando un espacio sólido, fuerte, amplio, plural y diverso que hable de futuro. A veces tenemos que diferenciar aquello que enreda a los partidos políticos de aquello que realmente ocupa a la gente.

En Sumar hay una ilusión que no se dio en el proceso andaluz de coalición

El ruido interno opaca el trabajo que hay detrás. Y desilusiona a la gente. Ustedes lo comprobaron en las andaluzas...

Sí, pero afortunadamente vamos a unas elecciones generales donde, a diferencia del caso de Andalucía, hay un proceso político precedente, de escucha, que ya ha generado unas bases ilusionantes. Aquí se ha incorporado a más gente independiente, de la sociedad civil, y en eso Sumar tiene un plus cualitativo respecto a la coalición andaluza de partidos. Aquí hay una ilusión que no se dio en el proceso electoral andaluz.

En las andaluzas, Por Andalucía logró 281.000 votos y cinco diputados. ¿Qué ha cambiado en un año para poder mejorar aquel resultado?

Estamos en una fase nueva porque en aquel momento se estaba cerrando un ciclo político y ahora se está abriendo un ciclo nuevo, con el liderazgo incuestionable de Yolanda Díaz. Afortunadamente ahora tenemos a la candidata a la presidencia del Gobierno que, con diferencia, es la mejor valorada en el conjunto de la población.

Dicho de otra manera: Sumar es lo que ustedes intentaron conseguir para las elecciones andaluzas...

Sumar contempla fortalezas que la izquierda lleva mucho tiempo intentando desarrollar en sus procesos políticos, me refiero a la incorporación de gente corriente, gente independiente, sin carné de partido, que quiere hacer política y cambiar este país. Y lo hace de manera colaborativa con las fuerzas políticas que ya existen. Eso creo que es una aspiración de la izquierda desde hace mucho tiempo, que ha tenido distintos momentos de avance y otros momentos de retroceso.

¿Por Andalucía es Sumar? ¿Cabe esperar que rebauticen el nombre del grupo tras el 23J?

Por Andalucía es la referencia de Sumar en esta comunidad. Pero Sumar es mucho más que Por Andalucía. Ahora no toca el debate sobre cambiar el nombre al grupo parlamentario, yo no entraría en eso...

En la amalgama de partidos de Sumar, algunos tienen una identidad territorial notable, como Compromis en la Comunidad Valenciana, o los Comuns en Catalunya. Tengo la sensación de que las candidaturas de Sumar en Andalucía no tienen ese arraigo territorial, veo más el peso orgánico de IU y del Partido Comunista. ¿Es así?

Nos equivocaríamos si identificásemos la representación territorial de Sumar con la expresión partidaria. Sumar es Andalucía y Andalucía se refleja en la agenda política y transformadora de Sumar que necesita Andalucía.

En la negociación para construir Sumar hemos visto cómo Compromis y los Comuns hacían valer su peso específico, tanto en la configuración de las listas como en la reivindicación de compromisos territoriales para Valencia y Catalunya. El peso político de Andalucía, ¿no está más diluido dentro de la coalición?

No, en absoluto. Desde Andalucía tenemos una agenda de propuestas políticas que hemos volcado en Sumar y vamos a centrar la campaña en cómo Andalucía puede contribuir a cambiar el país y en cómo un nuevo país tiene que contemplar las necesidades de Andalucía y su papel histórico. Tenemos claro que la voz de Andalucía tiene que hacerse valer dentro de Sumar.

Tenemos claro que la voz de Andalucía tiene que hacerse valer dentro de Sumar

¿Andalucía se ha consolidado como el principal granero de votos de la derecha, a tenor del resultado de las andaluzas y las municipales?

En Andalucía estamos viendo claramente cómo al PP no le hace falta pactar con la ultraderecha para hacer estragos, él solo se basta. Ese auge de la derecha en Andalucía está en disputa, porque la irrupción de Sumar cambia el tablero político y creo que hay indudables posibilidades de que Andalucía pueda volver a tener un voto mayoritariamente progresista en las generales.

Usted es el líder de IU en Andalucía, la federación más histórica y con más implantación territorial en España. También es la que más claramente ha peleado por integrar coaliciones con otros partidos, algunos de escasa vida y otros de nula representación institucional. ¿IU se ha dejado muchos jirones en el camino?

IU ha antepuesto los intereses de la mayoría social a cuestiones de partido. Este proceso de coalición es, en realidad, volver al origen de IU Convocatoria por Andalucía, que es previa a la propia IU. Y es entender que los espacios políticos tienen que estar continuamente incorporando a las nuevas realidades de protesta, de lucha y de demanda popular. Sobre ese proceso, lo de menos son las denominaciones y las identidades electorales. Si el partido se llama de una manera o se llama de otra no es sustantivo. Lo importante es que IU ha sido la columna vertebral de todos los espacios de confluencia en Andalucía en los últimos años. Hemos continuado con la senda histórica que inauguró Julio Anguita: confluir sobre la base de programas y ampliar nuestro espacio electoral con más fuerzas políticas.

¿Yolanda Díaz ha aprendido algo de la experiencia andaluza en la construcción de Por Andalucía?

Si no hubiese habido un adelanto electoral, se podrían haber hecho otras cosas, con otros tiempos que permitiesen madurar mejor el proceso, como cuando uno cocina un plato en casa. No es lo mismo hacerlo en olla exprés que a fuego lento. Sumar se ha cocinado a fuego lento en lo sustantivo, que es una propuesta de país para las próximas décadas. Pero el adelanto electoral ha obligado a elaborar la candidatura de Sumar en olla exprés.

¿Por qué se ha roto la unidad dentro del movimiento feminista en España?

No termino de compartir ese marco. El movimiento feminista ha tenido siempre debates profundos, intensos, qué duda cabe. Y las posiciones diversas que hay hoy en el movimiento feminista no son nuevas, son posiciones que en esa diversidad se han dado en las últimas décadas. Ocurre en todos los movimientos. ¿O el movimiento obrero no tiene manifestaciones diferenciadas en los conflictos donde interviene? Hoy nuestro país avanza por la tracción del movimiento feminista, sí, con posiciones a veces enconadas, polarizadas incluso, pero cuando un movimiento social se convierte en vanguardia en una sociedad, hay contradicciones, diferencias internas, explícitas, llamativas, pero porque se está jugando un papel protagonista. Las diferencias dentro del Gobierno de coalición son un reflejo de esto y, luego, es que el PSOE tenía cierto guirigay en sus políticas feministas.

¿Cree que ha habido cierta sobreexposición ideológica del Gobierno con determinadas políticas, por ejemplo en materia de igualdad, que ha podido provocar un auge del voto conservador como reacción?

Los avances feministas ponen en cuestión los privilegios que hemos tenido y tenemos los hombres en sociedades patriarcales como la nuestra. Esos cambios generan un natural impacto en el conjunto de la sociedad y la ultraderecha está utilizando esos avances para infundir miedo, sensación de agravio en una parte de la población. Más que un problema de la comunicación política del Gobierno, tiene que ver con que los cambios sociales que están aconteciendo y que la derecha azuza entre ciudadanos que no se han sentido protagonistas de esta transformación, o incluso que se han sentido víctimas de esos cambios.

¿Por qué una parte importante de la población no se ha sentido partícipe de esos cambios sociales? ¿Por qué, de hecho, está creciendo incluso entre las clases populares la opción política que va abiertamente en contra de esos cambios?

Bueno, las clases populares todavía no votan mayoritariamente a la ultraderecha en nuestro país, afortunadamente. Yo creo que eso no va a cambiar. Necesitan una serie de seguridades que son las políticas públicas de fortalecimiento del Estado del Bienestar, las que las que se las garantizan. Es que esto requiere un análisis más profundo y sé que no hay que enrollarse en las respuestas.

Enróllese un poco.

Cuando hablamos del protagonismo popular en los cambios políticos, tenemos que pensar que a veces se da en diferido. No se establece la conexión inmediata entre lo que la gente hace y los cambios políticos que acontecen. Y el ejemplo de la reforma laboral es uno de ellos. ¿Cómo ha podido Yolanda llevar adelante ese programa de reformas en el ámbito del mundo del trabajo? Tiene mucho que ver con las huelgas generales que han acontecido en este país contra el PP años atrás, y toda esa corriente que demandaba una mayor democratización en la economía que se vincula con el 15M y el fracaso de las políticas de austeridad en la Gran Recesión y cómo la gente interpretó que la salida tenía que ser distinta. Y Yolanda ha reflejado muy bien eso. Eso es un éxito, en gran medida en diferido, del movimiento obrero que durante años ha estado planteando una serie de cuestiones, entre otras, que nuestro mercado laboral tenía la ley de la selva y era de las peores leyes.

¿Cree que hay una regresión en los consensos políticos y sociales en torno a la violencia de género y los derechos LGTBI?

Sí. Los delitos de odio contra la comunidad LGTBI han aumentado un 68%. Estamos viendo una negación de esta realidad por parte de las administraciones públicas donde la ultraderecha tiene más peso. Donde gobiernan, las mujeres están más desprotegidas. Antes había vasos comunicantes entre electores del PSOE, del PP, de IU en políticas de igualdad, de sanidad, de educación... esos consensos los está rompiendo la ultraderecha. Parece que la polarización se ha dado por igual en el campo progresista que en el campo conservador, y no ha sido así. Si vemos los debates y las posiciones políticas de la gente progresista no se han radicalizado en los últimos diez años. La radicalización ha venido con la entrada de ultraderecha en algunos temas y ha arrastrado a la derecha.

Hay un electorado tradicionalmente socialista que, sin Sumar, se quedaría en casa y no iría a votar

¿No temen cargar las tintas sobre Vox en la campaña de las generales? En Andalucía concentró el voto útil para el PP.

Nosotros teníamos claro que el eje fundamental de nuestro discurso no tenía que ser generar miedo a la ultraderecha entre las bases electorales de izquierdas. De hecho, estamos viendo que el PP en solitario es capaz de hacer estragos aunque no esté en un cogobierno con Vox. Tenemos que hablar de futuro y esperanza, pero evidentemente la alternativa es una involución reaccionaria absoluta. Al final, la hipermovilización de la derecha se está dando fundamentalmente por el odio incluso que están generando en sus electores, de ahí el lema de “derogar el sanchismo”.

Juanma Moreno lleva cinco años gobernando en Andalucía, los primeros cuatro años sustentado con Vox. Ustedes han denunciado insistentemente que el Gobierno andaluz del PP está privatizando la sanidad y la educación. Los votantes no les han comprado ese discurso, ¿por qué habría de funcionar ahora ante las generales?

Estoy parcialmente en desacuerdo con esa afirmación, porque si uno atiende a las preocupaciones de los andaluces en los últimos años, el tema de la sanidad pública bate récord en las primeras posiciones. Quienes somos usuarios de la sanidad pública lo vemos y quienes somos padres y madres más. Yo recuerdo mi primera hija, la tuve antes de la pandemia y yo pedía cita y la tenía al día siguiente para ella y ahora pido cita para mis hijas y la tengo a los nueve días y eso ya se ha convertido en norma. Ese malestar ciudadano existe. ¿Ha tenido una traducción electoral? Evidentemente no. En los procesos electorales precedentes no ha tenido impacto, no ha sido lo que ha movido en la decisión de votar.

¿Hay espacio político progresista suficiente para PSOE y Sumar? ¿O el crecimiento de uno va en detrimento del otro?

Lo que dicen las encuestas es que hay un espacio progresista suficiente. Pero necesitamos que ese espacio se movilice hasta todo su perímetro para que PSOE y Sumar no se resten. Yo creo que no se restan, porque hay un electorado tradicionalmente socialista que, sin Sumar, a lo mejor se quedaría en casa y no iría a votar, como hemos visto en los recientes procesos electorales. No habrá suma resta si hay movilización.

En 2019, Unidas Podemos logró seis diputados en Andalucía. ¿Cuántos esperan lograr el 23J con Sumar?

Yo espero, como mínimo, revalidar esos seis escaños.