“El oficio de librero es cada vez más peligroso”

¿Cómo responder a una pintada de “Viva la Falage” (sic) en el escaparate? La cooperativa de la librería zaragozana La Pantera Rossa ha optado por invitar a través de Facebook a ese “falagista”, diciéndole que le esperan “con los libros abiertos”. Quizá porque no aparecía, pasaron de la invitación al anuncio por palabras, publicando en Twitter “Se busca fascista para alfabetizar”. Y unos días después, Chabier Nogueras (Zaragoza, 1965) parafrasea a Virginia Wolf y comenta que “no hay pinturas, pegatinas ni pintadas que se puedan imponer a la libertad de nuestra librería”. Será porque, como reza su eslogan, “La Pantera Rossa no imita nada, no reproduce nada, pinta el mundo de su color para hacerse ella misma imperceptible”.

Hace unos días, el escaparate de La Pantera Rossa amaneció con una pintada en la que se leía “Viva la Falage” (sic). ¿Qué pensaron al verla?

Desde el principio, nos creó incertidumbre porque parecía poco lógico que alguien que quisiera defender la Falange cometiera semejante error. De hecho, La Falange Española de Aragón se ha desvinculado del suceso con un tuit que hace mención precisamente a eso, a que jamás escribirían su propio nombre mal. Sin embargo, sí nos encajaba con ese embrutecimiento propio del fascismo, capaz incluso de semejantes erratas cuando comete un acto violento. Por eso, tuvimos una sensación ambivalente.

¿Era la primera vez que les hacían una pintada de este tipo?

Por parte, en apariencia, de la extrema derecha sí era la primera vez que recibíamos una agresión en el escaparate; aunque, curiosamente, atacar librerías no parece ser patrimonio exclusivo de la extrema derecha. En marzo, con motivo de las jornadas “Victoria”, organizadas con motivo del XV aniversario de las movilizaciones mundiales contra la guerra de Irak, sí nos aparecieron por dos veces consecutivas unas pegatinas que pretendían cubrir el cartel de las jornadas desde el exterior. A uno de los actos de esas jornadas, habíamos invitado a Mustafa Khalifa, que es un exiliado sirio en París que pasó 14 años en la cárcel, autor de El caparazón: diario de un mirón en las cárceles de Al-Asad. Por el hecho de haber pasado tanto tiempo en la cárcel, este hombre ha sido relevante a la hora de identificar algunas de las fotografías que se están utilizando en ese proceso internacional por crímenes de lesa humanidad en la guerra siria. En las pegatinas que intentaban tapar el cartel de esas jornadas, se podía leer “Kill Daesh. Support our troops”, es decir, “Mata al Daesh. Apoya a nuestras tropas”, junto con las banderas de toda la alianza militar que apoya a Bachar al Asad en Siria: Corea del Norte, Rusia, Irán, Hezbolá, y el Frente Popular para la Liberación de Palestina. De la misma manera que nos hemos posicionado en contra de las intervenciones de las potencias occidentales que contribuyen a militarizar aún más la situación del conflicto armado, desde luego también nos hemos manifestado contra el régimen de Al Asad y la intervención del resto de sus aliados. Pero en el momento en el que hemos tocado la figura de Al Asad, hemos empezado a sufrir ese acoso. También, relacionado con todo esto, estamos leyendo comentarios en redes sociales que nos difaman o que incluso llaman al boicot a nuestra librería. Por ejemplo, una de las acusaciones que estúpidamente se nos hace es que nos paga la Fundación Soros. Incluso el año pasado se llegaron a repartir octavillas que nos relacionaban con la CIA y con la Yihad al mismo tiempo. Era algo esperpéntico. Nuestras cuentas son públicas: anualmente hacemos un balance social y quien tenga tanta preocupación por saber quién nos financia, lo puede consultar y comprobar que sobrevivimos gracias a nuestras ventas, que han ido mejorando a lo largo del tiempo, y al apoyo de más de un centenar de personas socias que contribuyen con una pequeña cuota para ayudarnos al mantenimiento general.

Entonces, ¿también han recibido agresiones verbales a través de redes sociales?

Sí, en estos últimos casos que estaba comentando, se trataba de acoso a través de redes sociales. Nosotros interpretamos que viene de personas que se autoproclaman antiimperialistas; pensamos que es una auténtica degeneración lo que está sucediendo con ese llamado antiimperialismo, que se está dedicando a apoyar a genocidas. En el momento en el que nosotros hemos mencionado las primaveras árabes, como revoluciones pacíficas y democráticas de personas y pueblos con capacidad política, nos han llovido insultos de ese sector, sin contemplación. Lo más reciente está relacionado con las informaciones que difundíamos con el caso de Nicaragua. Todos los casos encajan en el mismo ámbito, es lamentable, pero es así. El otro día, difundimos en redes sociales un libro de una escritora sindicalista feminista, Rohini Hensman, Indefendible: Democracia, contrarrevolución y la retórica del imperialismo, que llega a afirmar que esta es la primera vez en el mundo postsoviético que se puede discernir una clara convergencia entre el neoestalinismo y el neofascismo. Es decir, está sucediendo algo aparentemente curioso, que es la coincidencia de esos dos polos ideológicos aparentemente contrapuestos en sus posiciones con respecto a conflictos internacionales. Otro libro de reciente aparición que difundimos es Sistema mediático y propaganda en la Rusia de Putin, cuyos autores forman parte del Observatorio Eurasia, que está adscrito al Grupo de Investigación Cosmopolíticas de la Universidad de Sevilla. Y hablan de esto, de cómo la propaganda de Putin ha conseguido influencia en esos dos sectores: la extrema derecha y lo que nosotros llamamos la izquierda autoritaria.

Evidentemente, no es agradable sufrir esos ataques. ¿Llegan a provocarles preocupación?

Más que preocupar, molesta. En realidad, lo que nos preocupa es el desprecio de fondo a la libertad de expresión y a la libertad de prensa. Es un desprecio al pensamiento, al diálogo y a la convivencia pacífica. De alguna manera, todo esto obedece a una caída en picado de grupos y grupúsculos de la izquierda autoritaria tras la irrupción del 15M. También, desde luego, por la parte que le toca a la extrema derecha, obedece a esa sucesión de campañas de odio que el gobierno de la derecha ha venido ejerciendo hasta que se ha visto desplazado del poder institucional. Esas campañas han sacado del armario a la extrema derecha que permanecía aparentemente oculta y, de alguna manera, invitan a la impunidad. Aprovechando y exacerbando el conflicto territorial para su propia supervivencia, el PP ha invocado el patriotismo español para aprovecharse de él, identificándolo con intransigencia y negando las diversidades culturales para violar sistemáticamente derechos y libertades. De hecho, el PP se ha servido de la Ley Mordaza y de una dudosa independencia judicial para atacar a la cultura, castigar las críticas y recortar la libertad ciudadana de expresión. Ahora, una vez que la derecha ha perdido el poder institucional –desde luego, el poder económico está por ver que lo pierda en algún momento-, tenemos un problema si volvemos a los ataques a las librerías del pasado, de los años 70, y si se utiliza a la extrema derecha como grupo de choque para impedir que la gente piense por sí misma y se nutra de fuentes de cultura para favorecer el pensamiento libre.

¿Les ocurre lo mismo a otras librerías de Zaragoza?

Ahora mismo desconocemos que haya ataques a otras librerías. La pintada sí apareció en la cresta de la polémica relacionada con el Valle de los Caídos. Al principio no lo ubicamos ahí, pero hablando con una tía mía de más de 80 años, me dijo que acababa de ver en la televisión que estaban haciendo pintadas por todas partes. Desde luego, la extrema derecha sí ha hecho una campaña en la calle y eso denota una actitud, una tendencia.

¿Por qué creen que atacan La Pantera Rossa?

La Pantera Rossa es un proyecto que, desde sus orígenes, planteamos no como una librería al uso, sino como recuperación de ese concepto de librería cultural, asociativa, crítica y política; que estuviera intencionadamente ocupada en el cambio político, en la transformación social y cultural, además de en la divulgación de la buena literatura. Incluso hemos puesto en marcha el sello editorial Distinta: Autoediciones Éticas, para dar servicio a personas que desean publicar su libro, no encuentran hueco en el mercado editorial y no quieren ser víctimas de malas prácticas en la autoedición, que pone por delante de las personas y de la cultura maximizar el beneficio y el lucro empresarial. Nos hemos significado por nuestras actividades y la librería es conocida; puede ser fácilmente objetivo de agresiones. Además, la estela de ataques a librerías en diferentes momentos de la historia es amplia. En Zaragoza, en particular, en los años 70, hubo un ataque a la librería Pórtico, con un explosivo. El desprecio a la cultura entendida como una herramienta de pensamiento y de cambio es una constante en la violencia fanática y en la política autoritaria. ¿Hasta qué punto se escoge a La Pantera Rossa o una pequeña librería de barrio? No lo sabemos. Lo cierto es que parece que el oficio de librero es cada vez más peligroso y que los libros representan un peligro para el autoritarismo. Entre los apoyos que hemos recibido tras el ataque, el propio presidente de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros lo decía bien claro: cuando se ataca a una librería, se ataca a todas. Por cierto, agradecemos todos los apoyos recibidos de asociaciones, de escritores, de multitud de librerías y editoriales… Sólo en Facebook, la publicación sobre la pintada llegó a más de 146.000 personas y se compartió 135 veces.

En su presentación, decían que huyen de la “homogeneización de la oferta librera”, ¿esa apuesta puede estar también detrás de esos ataques?

Nuestra intención, desde luego, es hacer una selección de textos que nosotros consideramos útiles para la gente como instrumento de reflexión, de debate social y de cambio. Nos importa poco hacer una oferta de superventas. Los libros que más nos interesan son aquellos que le puedan ayudar a la gente a conseguir una vida mejor, en el plano de ensayo, teórico de pensamiento o en el plano de narrativa.

¿Ha crecido el interés por estos libros de pensamiento crítico en los últimos años?

Sí, ha habido un boom evidente; la preocupación por tomar las riendas de nuestros destinos, nuestra cultura, nuestro pensamiento ha crecido. Cuando abrimos en diciembre de 2010 interpretábamos el panorama de una forma bastante desoladora, con mucha degradación social y mucho abatimiento político. Unos meses después, estalló el 15M y a partir de ahí, para nosotras todo cambió. En el mundo cultural, también. Nosotras hemos sentido el interés de personas que vienen a la librería por ocuparse de sus propias vidas con herramientas como los libros para enfrentarse a conflictos de todo tipo. Es innegable. Últimamente todo el interés por la lectura de todo lo relacionado con el feminismo, con las lecturas antipatriarcales, es arrollador. Esto anima a que crezca la edición sobre esas temáticas. Al final, es una bola de nieve a la que contribuye todo.