El drástico cambio de los patrones de consumo como consecuencia del parón de la actividad económica y el confinamiento ha tenido efectos inflacionistas en los escasos sectores que han seguido operando durante el estado de alarma, que en ramos como el de la alimentación, las comunicaciones y el ocio telemático no lo hicieron manteniendo la normalidad anterior sino con una notable intensificación de la demanda tanto en Aragón como en el conjunto del país.
Los datos de la última revisión del IPC (Índice de Precios de Consumo) que realiza el INE (Instituto Nacional de Estadística), referente al mes de abril, reflejan cómo en Aragón se produjeron claras subidas de los precios en esos sectores y en otros como la hostelería, en el que entre el 15 de marzo y el 11 de mayo, casi dos meses, únicamente operaban los establecimientos con servicio a domicilio y/o para llevar. La comida en barra, mesa y terraza había dejado de cotizar.
El seguimiento de los precios de los bienes y servicios por subgrupos indica que tanto en marzo como en abril se registraron subidas en la telefonía y las comunicaciones (1,3%), en los alimentos (0,75%) y en los servicios de restauración, donde el encarecimiento general fue del 0,2%, un avance escaso para todo el ramo aunque notable ante el parón del sector.
Esas fluctuaciones adquieren mayor entidad si se tiene en cuenta que se produjeron mientras el índice general del IPC en la comunidad caía más de cinco décimas en marzo para recuperar menos de una en abril, algo que viene a indicar que mientras el grueso del tejido productivo y comercial aragonés entraba en una fase de hibernación cuyas primeras consecuencias visibles incluyen el cierre de más de 1.800 empresas una pequeña parte veía mejorar su actividad.
La carne de mayor demanda se encarece más
No obstante, el comportamiento de los precios no fue homogéneo dentro de cada grupo de productos y servicios, sino todo lo contrario. En este sentido, resulta reveladora la evolución que han tenido las tasaciones de los alimentos en los tres últimos meses.
Así, llama la atención cómo el precio de venta al público de las carnes de mayor demanda, como el cerdo y el pollo, subía respectivamente un 1,3% y un 1,15% mientras otra de menor consumo como el cordero, muy vinculada a la restauración, bajaba un 7% en dos meses, los mismos en los que el pescado se encarecía algo más de un 4%.
La tendencia de los precios de venta al público de los alimentos vegetales en marzo y abril fue variada, con contención e incluso de ligeros abaratamientos en casos como el de la fruta mientras las legumbres subían más de once puntos en abril tras haber registrado un ligero descenso de casi dos puntos en marzo.
Más cesta de la compra y más gente que no puede comer
Esa subida de los precios, que tiene también relación con la mayor demanda de determinados productos, especialmente en las vísperas y los primeros días del estado de alarma, cuando el acaparamiento afectó de manera especial a productos como el papel higiénico y el agua embotellada, no es el único factor que está teniendo efectos en el mayor gasto en la cesta de la compra que se está dando en las últimas semanas.
Hay otro que tiene que ver con el trasvase de consumidores de compra diaria o bisemanal al grupo de los que la hacen semanalmente con el objetivo de reducir la exposición a las aglomeraciones.
A mayor volumen de compra, mayor gasto relativo, en parte por el desacierto (al alza) en los cálculos, por la mayor frecuencia en la adquisición de artículos de capricho y, también, por el efecto que tiene en el resultado final el encarecimiento de los productos frescos como carnes, pescados y parte de los vegetales.
Esos mayores demanda y gasto y ese encarecimiento de una parte de la cesta de la compra coincide con en el tiempo con otra inquietante tendencia que se ha puesto de manifiesto con el ‘gran encierro’ y que ha delatado la fragilidad social y laboral del país y la dependencia de una parte amplia de sus habitantes de la economía sumergida: las ayudas de emergencia para poder comer en Zaragoza entre el 16 de marzo y el 29 de abril alcanzaron las 8.958, el triple que en el mismo periodo del año anterior, un dato que apunta que más de 6.000 familias han caído en esa situación con el confinamiento.