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El pasado lunes 18 de enero Dani Rovira y Ana Belén hicieron públicas las nominaciones a los Premios Goya 2021 desde la sede de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. Como todos los años, cada vez que se conoce a los afortunados que participarán en la recta final por la obtención del preciado galardón resulta inevitable hacer balance de la actividad cinematográfica llevada a cabo en el último año, tanto desde el punto de vista artístico como industrial.
Como ocurre en la mayoría de las ocasiones -no solo en los Premios Goya, sino que resulta extensible a cualquier tipo de evento de características semejantes-, los resultados responden a toda una serie de condicionantes que no se limita a la calidad de las cintas presentadas. Criterios muchas veces inevitablemente subjetivos que endiosan o ignoran trabajos ya de por sí variados, que comparten el deseo por figurar en la larga nómina de audiovisuales que engrosa la cinematografía española. Lo que muchas veces se olvida es que detrás del resultado visible (la película) se encuentran incontables horas de trabajo, historias de sacrificio e incluso proyectos truncados.
Más allá de la competición, es necesario que existan plataformas de este tipo para mostrar la enorme cantera de profesionales que existe dispuesta a apostar por el séptimo arte, por la cultura, por hacer que el país continúe avanzando y evitar que se acabe apolillando la capacidad crítica y reflexiva de la población. Se busca además que el éxito social que obtienen los ganadores sirva para concienciar sobre la necesidad de seguir apoyándolos, una reivindicación que casi siempre es ignorada por parte de las instituciones. Organismos que tampoco prestan atención a otros títulos que por lo general quedan fuera de estos galardones, y que sin embargo son los que sirven para sacar adelante una parte importante de recaudación obtenida en las salas.
En esta edición Aragón puede presumir de contar con cintas que visibilizarán la labor desempeñada en su territorio o por cineastas vinculados con la región: Las niñas (Pilar Palomero) -nueve nominaciones, incluidas Mejor Película, Mejor Dirección Novel y Mejor Guion Original-, Uno para todos (David Ilundain) -Mejor Actor Protagonista, David Verdaguer- y Gastos incluidos (Javier Macipe) -Mejor Cortometraje de Ficción-. Una lista en la que lamentablemente no han podido figurar otros dos trabajos que se han quedado en las puertas de la selección final, Planeta 5000 (Carlos Val) y Marcelino, el mejor payaso del mundo (Germán Roda); así como otros tantos audiovisuales y profesionales de gran valía que continuarán buscando nuevas oportunidades en el futuro.
Dedicarse al cine en este país no es fácil, muchas veces ni siquiera económicamente gratificante. Así que, más allá de los resultados de la alfombra roja -que ojalá en esta ocasión se materialice en varios galardones con sello aragonés-, reivindiquemos la labor social y cultural de nuestros fabricantes de sueños.
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