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Las bicicletas y la ciudad soñada

Si en 2011 murieron de forma prematura a causa de la contaminación 430.000 personas en Europa, según la Agencia Europea de Medio Ambiente se auguran 330.000 muertes prematuras por esta causa para 2020, en el mejor de los casos. Para el asociacionismo vecinal aquí radica uno de los retos actuales y futuros más importantes a los que deben enfrentarse las ciudades, y Zaragoza no es una excepción: luchar por disminuir los niveles de contaminación para salvar vidas de sus habitantes.

Y en el ámbito urbano, la movilidad es el principal factor principal de contaminación. Pero no es ese nuestro único reto al respecto: durante el siglo pasado transformamos nuestra ciudad para adaptar el espacio urbano, nuestras calles y plazas, a la presencia omnipotente del coche. El espacio de todas, que permitía la convivencia de hombres, mujeres, mayores y niños, quedó supeditado desde entonces a la función de garantizar, sobre cualquier otra consideración, el paso de los vehículos privados a motor hasta el último rincón de nuestras calles. Con ello se impidió de manera tajante el disfrute ciudadano de la vía pública y, por razones de seguridad, la actividad y presencia de niños y mayores. Por eso, para salvar vidas, y para devolver las calles a las personas, y quitárselas -aunque sea un poco- a los coches, el transporte público y la bicicleta son herramientas indispensables.

Consideramos, por tanto, fundamental priorizar entre los diferentes tipos de movilidad siempre a los menos contaminantes, y al transporte público sobre el privado. Nuestro objetivo debe ser una ciudad más amable y humana donde la convivencia de los distintos medios de movilidad sea más eficaz pero también más saludable. Hacerlo pasa por fomentar los modos más sostenibles, limitando el uso del coche en el centro, y dando prioridad al peatón, al ciclista y al transporte público. Todo ello dentro de una política integral que debe fraguarse, a todos los niveles, con implicación de toda la ciudad (administraciones y servicios públicos, colectivos, ciudadanía…) y pensando en el largo plazo.

En este sentido, la FABZ fue en su día promotora del Observatorio de la Bicicleta, y ha participado en el mismo de forma activa desde sus inicios, convencida de la necesidad de promover las mejores condiciones posibles para el fomento del uso de la bicicleta en la ciudad, y por ende, para seguir avanzando hacia el modelo de ciudad que deseamos.

En el seno de este órgano participativo se consensuó un Plan Director de la Bicicleta que se mantiene con plena vigencia y que seguimos defendiendo, en el que se establecieron los criterios que debe seguir la ciudad respecto a la bicicleta. Entre ellos destacan los destinados a garantizar la circulación segura de las personas que quieran ir en bicicleta: la pacificación del tráfico en la mayoría de las calles, y la creación de carriles bici en todas las grandes avenidas y calles de la ciudad cuya densidad de tráfico y velocidad hace peligroso el uso de la bici.

Asumido este objetivo por el Ayuntamiento, en función del dinero disponible y la continuidad de las actuaciones, en pocos años habrá carriles bici en todas esas avenidas y calles peligrosas, porque son necesarios, y en eso estamos de acuerdo todos los agentes sociales, vecinales, ciudadanos y políticos de la ciudad. Ayer fueron el Camino de las Torres o el Pº de Calanda. Hoy la calle Rioja y el Pº Constitución. Mañana serán Gómez Laguna, Duquesa Villahermosa, Cesáreo Alierta, o cualquier otra de las avenidas o calles peligrosas para la circulación en bicicleta que faltan. Desde la FABZ no llegamos a entender posicionamientos de enfrentamiento directo con la extensión de la red de carriles bici por la ciudad: primero fue contra el del Paseo Constitución y ahora se suma el de la Calle Rioja. ¿Seguirá incrementándose la lista? Esperamos sinceramente que no.

Entendemos la bicicleta como un medio de transporte más, con muchos puntos a favor; entendemos, y así lo reivindicamos, que la bicicleta no es de izquierdas ni de derechas, es de todas y de todos los que vivimos en esta ciudad, seamos o no ciclistas. Por ello creemos que no debe ser instrumentalizada por nadie, y mucho menos convertirse en un arma política a favor o en contra de ninguna fuerza política. La bicicleta es un medio de transporte que necesita su espacio seguro en las calles, un medio prioritario de movilidad urbana, porque nos hace avanzar hacia el modelo de ciudad que soñamos y defendemos. Y fundamental, además, como señalamos al principio, para la salud y la vida de todos y de todas.

Si en 2011 murieron de forma prematura a causa de la contaminación 430.000 personas en Europa, según la Agencia Europea de Medio Ambiente se auguran 330.000 muertes prematuras por esta causa para 2020, en el mejor de los casos. Para el asociacionismo vecinal aquí radica uno de los retos actuales y futuros más importantes a los que deben enfrentarse las ciudades, y Zaragoza no es una excepción: luchar por disminuir los niveles de contaminación para salvar vidas de sus habitantes.

Y en el ámbito urbano, la movilidad es el principal factor principal de contaminación. Pero no es ese nuestro único reto al respecto: durante el siglo pasado transformamos nuestra ciudad para adaptar el espacio urbano, nuestras calles y plazas, a la presencia omnipotente del coche. El espacio de todas, que permitía la convivencia de hombres, mujeres, mayores y niños, quedó supeditado desde entonces a la función de garantizar, sobre cualquier otra consideración, el paso de los vehículos privados a motor hasta el último rincón de nuestras calles. Con ello se impidió de manera tajante el disfrute ciudadano de la vía pública y, por razones de seguridad, la actividad y presencia de niños y mayores. Por eso, para salvar vidas, y para devolver las calles a las personas, y quitárselas -aunque sea un poco- a los coches, el transporte público y la bicicleta son herramientas indispensables.