El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.
¿Quién no recuerda aquellas historias misteriosas de desapariciones de barcos y aviones en el Triángulo de las Bermudas? Ese equilátero perfecto en pleno Atlántico era capaz de tragarse, por mar y aire, tripulaciones enteras.
Sin forma geométrica reconocible y el mar tan lejos de aquí, Aragón es nuestro particular triángulo de las Bermudas. Aquí desaparecen misteriosamente para las estadísticas todos los delitos que se comenten en su vasto territorio. El Portal estadístico de Criminalidad del Ministerio del Interior no recoge los datos de los delitos que se cometen en poblaciones que tienen menos de 20.000 habitantes. Eso en Aragón es todo, salvo las tres capitales.
Un Informe especial del Justicia sobre la seguridad en el medio rural ha recabado esos datos irrelevantes para Interior. En él se puede leer que en muchas localidades la tasa de criminalidad está por encima de la media de las capitales y que el 66% de los delitos son contra el patrimonio, esos robos de los que se quejan en tantos pueblos o en el campo. Los datos existen, aunque no se tengan en cuenta en la estadística. Hay otros ocultos, los de las denuncias que no se formalizan porque el puesto más cercano de la Guardia Civil está más lejos que la esperanza de que el viaje valga la pena.
De los 122 puestos fijos que hay Aragón, solo 11 acuartelamientos abren las 24 horas. Hace ya una década se creaban los grupos ROCA, para reforzar la vigilancia frente a los robos en el ámbito rural. En 2024 el balance de la actividad estival de estos grupos, que en Aragón cuentan con 36 efectivos, se ilustra con imágenes de algunos agentes montados a caballo.
La Benemérita presta un servicio esencial en el medio rural. Su presencia es fundamental para salvaguardar la seguridad y los derechos de los ciudadanos. Las quejas sobre la falta de agentes, o la carencia de medios con los que cuentan estos, son recurrentes tanto desde la ciudadanía o los propios ayuntamientos como desde la Asociación Unificada de la Guardia Civil.
Se ha pagado demasiado caro en esta comunidad la escasez de personal. Nadie olvida el triple asesinato perpetrado por Igor el Ruso en Andorra, ni la posterior lucha de los amigos de Iranzo. Por eso, que en pleno siglo XXI la imagen del refuerzo de la vigilancia en el campo sea la de unos agentes montados a caballo no solo es ridícula sino también ofensiva. ¿Pensará alguien que vamos a caballo o aramos con bueyes? ¿O es que había que sacar a pasear a esos pobres equinos y las manifestaciones en la ciudad ya no son para tanto? Quiero pensar que se trata de lo segundo, o el piloto de dron que también les acompaña llevaría un pañuelo en la cabeza con cuatro nudos en las puntas.
Aunque vacíen de servicios el medio rural, cada vez haya menos médicos o guardia civiles y algunos cuarteles sean ya pecios, una suerte de barcos hundidos sobre tierra, este triángulo de las Bermudas no engulle a nadie. Acérquense, conozcan, así verán además que en los pueblos aguantamos muy bien las bromas pero no que se rían de nosotros. Eso acaba siempre como los barcos de las Bermudas, bajo el agua, en el pilón.
0