Aragón Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Peinado multiplica los frentes del ‘caso Begoña’ sin lograr avances significativos
El miedo “sobrenatural” a que el cáncer vuelva: “Sientes que no consigues atraparlo”
OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

Mordaza en las Cortes de Aragón. No quieren que hable

Que esté en carne y hueso lo toleran. Hasta ahí es fácil. Bueno, eso y que no les queda otra. Pero más fácil sí es, con no mirarme a la cara ya les parece que no estoy. Que ya se sabe, ojos que no ven…

Pero algo muy distinto es que intervenga. Que haga preguntas, que muestre interés, que piense, que tenga opinión, que aporte propuestas; que sepa de lo que hablo en definitiva. Eso sí que no. Que lo de no escuchar ya es más difícil, queda feo ir con tapones en los oídos al Parlamento.

El Partido Popular en las Cortes no quiere que hable. Demasiado que respiro y me late el corazón, ¡qué me habré creído yo! Que se empieza por dar voz a las plebeyas y se acaba dando de comer a las esclavas.

Ya conocéis que en las Cortes de Aragón se aprobó, a propuesta de las dos formaciones políticas que integramos el grupo mixto (IU y CHA), la constitución de una Comisión Especial de Estudio sobre las políticas y recursos necesarios para acabar con la violencia machista.

Ha habido, desde entonces, tres sesiones. A la primera, en marzo, no pude acudir por coincidirme una reunión con un grupo de personas refugiadas. En la segunda, a finales del mes de abril, allí me planté. Tenía muchas ganas.

Me parece un éxito que esta legislatura, en la que tengo la suerte de seguir aportando de una manera u otra, se aborde un estudio serio sobre las violencias machistas en Aragón. Nada más y nada menos que desde el Parlamento aragonés se vaya a emitir un informe de análisis y de recomendaciones a la sociedad y a las administraciones. La verdad, para mí, todo un avance en la priorización de necesidades del poder legislativo.

Pues bien, con toda mi emoción se me ocurrió intervenir en el turno de preguntas. Y molestó. Si ya sé yo que mi voz no es la más melódica, pero es la que tengo. Pregunté sobre alguna de las aportaciones de las intervinientes (todas profesionales externas), articulé opinión a sus exposiciones para posibles aclaraciones, y anoté. Lo anoté todo. No paré de escribir y de sentir que, por fin, en mi Parlamento se tomaba en serio el machismo.

Pues no salí yo contenta ni ná de aquella sesión. Me esperaban por delante 11 meses de conocer, escuchar, preguntar, aprender, intercambiar, expresar y aportar a un tema tan importante (por gravísimo) como es la violencia machista.

Yo no sé en que estaría pensando, ¡mira que osarme a hablar en una comisión parlamentaria!, si es que a la plebe nos dan una miga y nos cogemos la rebanada entera.

Al día siguiente de la sesión se comunicó, a los diferentes grupos, una protesta por parte de la portavoz del Partido Popular a los servicios jurídicos de las Cortes de Aragón. Al parecer, consideran que “una asesora no tiene que intervenir con voz en una comisión parlamentaria”. Vamos, lo que viene siendo en lenguaje que entendamos todas: “Pero, ¿esto qué es?, ¿dónde vamos a parar? ¡A ver si ahora se va a permitir que no haya distinciones entre las categorías de personas que cohabitamos el Parlamento! Sólo faltaba que se mezclaran en las actas las intervenciones de compiyoguis con las de cualquiera”.

Queda claro ¿no? Pues eso, que no puedo intervenir con voto pero tampoco con voz en una comisión que estudia la realidad de la violencia machista en Aragón. Que para eso el Parlamento tiene muros altos, para que no participe cualquiera. Y si la ley es demasiado laxa y se deja contratar a cualquiera en los grupos parlamentarios, al menos, que no hable.

He de decir que las representantes del resto de formaciones políticas no pusieron ningún impedimento a que las simples y humildes asesoras podamos abrir la boca y aportar. Pero como esa decisión final exige unanimidad de todos los grupos, me jodo y a achantar la mui.

Así que ahora me encuentro en la tesitura personal de qué hago en la siguiente sesión. De momento se me ha ocurrido presenciarla con un pañuelo tapándome la boca, también he pensado poner un cartel encima de la mesa con ese proverbio hindú que dice “cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio”. Porque amigas y amigos, aún amordazadas las hay que aportamos mucho más a todo lo que nos rodea que quiénes se dedican a emitir sonidos y coartar la expresión.

Lo más probable es que finalmente no acuda a más sesiones de la susodicha comisión. Ya visualizaré y estudiaré los vídeos cuando los cuelguen.

Pero una cosita les voy a decir a sus señorías del Partido Popular: podréis taparme la boca, pero no conseguiréis amordazar mi dignidad. En eso, gano yo.

Que esté en carne y hueso lo toleran. Hasta ahí es fácil. Bueno, eso y que no les queda otra. Pero más fácil sí es, con no mirarme a la cara ya les parece que no estoy. Que ya se sabe, ojos que no ven…

Pero algo muy distinto es que intervenga. Que haga preguntas, que muestre interés, que piense, que tenga opinión, que aporte propuestas; que sepa de lo que hablo en definitiva. Eso sí que no. Que lo de no escuchar ya es más difícil, queda feo ir con tapones en los oídos al Parlamento.