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Cuando se lean estas líneas supongo que se habrá borrado el nuevo “escándalo” mediático de la semana: el “gravísimo insulto” de Unidas Podemos a la fallecida Rita Barberá negándose a guardar por ella otro minuto de silencio –el primero ya lo había guardado en el Senado-.
Aunque por supuesto este no-escándalo no era en realidad más que una maniobra para tapar al propio PP que dos días antes la repudiaba, viene al pelo para hablar de un par de cuestiones que probablemente sean sólo una. Me explico.
La primera y más obvia, el “respeto” que deban merecer las personas con cargos públicos electos. Los grandes medios de comunicación y los voceros del tripartito PPSOECs magnifican hasta el disparate la llamada “política de gestos”, los “desplantes” e incluso la indumentaria de los cargos de las candidaturas municipalistas o de su referente en las Cortes Generales, Unidas Podemos. Como si todo ello fuera un plan para impugnar desde lo simbólico las instituciones a las que acaban de llegar. Se les acusa de “outsiders” de “querer estar dentro y fuera” por, por ejemplo, negarse al besamanos al rey o, como en el caso que nos ocupa, al inédito minuto de silencio por una persona, cargo en otra institución e imputada por corrupción en el ejercicio de otro cargo público.
Sí, es cierto, los cargos municipalistas y de Unidas Podemos están fuera de sitio. Lo están si ese “sitio” es un estamento que se cree con derechos propios, si se cree que sus miembros son personas “destacadas” por el hecho de ostentar tal cargo, y por ello merecedoras de besamanos y minutos de silencio. Silencio en la institución a la que, etimológicamente se viene a hablar. Es una reveladora metáfora que ese “silencio” atronador quiera imponerse al parlamento, y que los medios afines al PPSOECs utilicen la negativa de UP para acallar lo sucedido en el resto de la sesión parlamentaria entrando en un bucle infinito de ofendidos reproches.
La buena noticia es que pese a tal presión, e incluso pese a los comprensibles miedos internos a la criminalización del gesto, se ha sido coherente. Y, sobre todo, que el sentimiento mayoritario en la calle habrá sido que, al margen de toda retórica, hubiera sido una broma (macabra) de mal gusto el homenaje a una imputada por blanqueo por el simple hecho de morirse. Porque para cualquiera es obvio que la muerte no santifica y que el respeto al dolor personal de la familia se guarda sobradamente simplemente obviando ese día el talante de la finada. Porque para cualquiera es más cercano un cargo de Unidas Podemos que se niega a la hiperconsideracion de su cargo que representaba tal minuto de silencio.
Se sigue de esto la segunda cuestión. El fallecimiento de Rita Barberá es, si no me fallan las cuentas, el sexto en el entorno de los casos de corrupción que desangraron a Valencia. Al margen de las teorías conspirativas que tal índice de mortalidad estimula, estas muertes literales encadenadas representan muy bien la simbólica en dominó del sistema político que venimos padeciendo.
A la auto-caída de Zapatero iniciando los recortes del “estado de medio-estar” y legitimándolos con el artículo 135, siguió la no menos suicida legislatura Rajoy que los disparó. Y tras el consiguiente desplome del bipartidismo, el PSOE ha seguido la caída de fichas con su regalo del gobierno al PP.
En este panorama, cada vez es más aparente la dicotomía en juego. Y es muy revelador que tertulianos y todólogos lo vieran muy claro sobre Estados Unidos: si el sistema no ofrece respuestas al drama material de la población, ésta preferirá las promesas fascistas concretas de Trump frente al más-de-lo-mismo de Clinton. Pero esos mismos todólogos huyen como de la peste de la conclusión que se deduce: si quienes deberían ser alternativa son, proponen y parecen lo mismo, tendremos PP (o algo peor) para rato. Y “aconsejan” (de muy buena fe) a Unidas Podemos que comulguen con la liturgia, formas y lenguaje del PPSOECs para conseguir buenos resultados electorales.
Afortunadamente, parece estar cada vez más claro que no se oirán tales cantos de sirena. Unidas Podemos ha aprendido que el lenguaje es capital para llegar a la calle, pero también que usarlo como el PPSOECs le haría indistinguible de éste y lo que representa: la arquitectura y el pacto de la constitución de 1978. Porque lo que quizá fuera la opción menos mala en 1978 hoy sería decididamente la peor. Porque la sociología y las oportunidades de la gente en 2016 son completamente distintas a las de 1978. Porque no hay nada que ganar en ese pacto y en esa Constitución agotada para defender a quienes sufren el expolio, como no lo hay en la fracasada arquitectura diseñada hasta ahora para Europa, que vemos deslizarse hoy hacia el fascismo allí donde, como en USA, la población no encuentra alternativa.
Por todo ello sólo si Unidas Podemos se diferencia en formas y propuestas del PPSOECs podrá ganar a corto, medio o largo plazo. Lo cual no es nada fácil y le lloverán piedras como montañas por el camino.
Saber todo esto y el inmenso trabajo re-constituyente que nos espera no nos garantiza nada, como no lo hacía la fe en un “asalto relámpago” al poder que quizá era un necesario marketing en un momento dado… sobre un escenario altamente improbable. Pero nos pone en el único camino posible frente a la “asiatización” de nuestros trabajos y nuestras vidas: una impugnación del dogma neoliberal que ya no cabe dentro del esquema capitalista que aceptó la Psoecialdemocracia. Porque la globalización ha cerrado todo espacio para soñar con un estado de bienestar sin confrontar con el capitalismo.
La muerte y el silencio de Barberá ha impedido que la justicia sobre su imputación llegara hasta el final de su camino. Hagamos al menos que las metáforas que nos ofrece su caso nos ayuden en nuestro camino de voz y vida.
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