Participación y feminismo (1)

Son dos conceptos que unidos o por separado siempre quedan como relleno y colofón en un discurso político que así queda más completo.

Se utilizan porque hay conciencia de que el modelo social se queda muy corto y vacío sin ellos, y sin embargo en la práctica tan apenas se desarrollan ni se encuentra el momento oportuno para materializarlos. Las listas cremallera son una fórmula para evitar los desequilibrios de género en política pero sin apenas resultados al ser de aplicación mecanicista. O en economía se manda el mensaje, sobre todo a las mujeres, de que el cliente es el jefe como si fuera el individuo uno a uno el que detenta el poder.

En este artículo de Laura Rhot y Kate Baird se plantea feminizar la política en los términos siguientes: La paridad de género. Políticas que cuestionen los roles de género. “El ejercício de la política basada en valores y prácticas que sustituyan el modelo patriarcal”. Y abogan por poner el énfasis en “lo cotidiano, lo micro, lo relacional, lo común y comunitario.”

En el conflicto de género existe un desequilibrio en el ejercicio del poder y con fórmulas de paridad se busca la manera de solucionarlo.

Sin embargo, si se disocian los términos participación y feminismo no se hace mas que resaltar las diferencias y seguir reforzando lo que se entiende por modelo patriarcal. Que no es otro que el que caen hombres y mujeres por estar inmersos en esa cultura. Y es un modelo maniqueo que responde a entender la sociedad desde lo que es bueno y malo para su funcionamiento con una visión esquemática, y que lo decide una minoría dirigente o una cabeza pensante con mentalidad vertical de hombre.

Creemos que es necesario que para entrar en los valores que se describen de lo cotidiano, lo micro, lo relacional, lo común y comunitario, hombres y mujeres deben desarrollar fórmulas de participación política en la sociedad, que demanda unas organizaciones que recojan las necesidades, unos representantes que las materialicen, y un control de todos los procesos.

Porque el modelo jerárquico patriarcal ha pulverizado los controles y ha implosionado paso a paso en cada una de las crisis. Y aunque los responsables del modelo lo apuntalan lanzando mensajes como que es algo pasajero, se trata de una implosión sistémica en cuanto a que los valores que lo sustentan se han volatilizado. Religión, contrato social, sentimientos y necesidades se pliegan ante la dictadura de la rentabilidad económica sepultada en corporaciones ocultas en el para qué y de quién.

Lo cotidiano, lo micro, lo relacional, lo común y comunitario se establecen como otro orden de valores que priman a la persona en lo próximo y por lo tanto permite la defensa de la igualdad. La persona se reconoce así en lo grupal y debe educarse en lo común y lo comunitario que están en instancias más amplias y colectivas, es decir, en una dimensión política más ejecutiva que la persona y el pequeño grupo.

Para ello hacen falta alternativas que equilibren las relaciones de los diferentes ámbitos políticos y que no repitan el modelo patriarcal-vertical autoritario.

Una herramienta de vertebración social

Una alternativa reside en la asamblea como herramienta que vertebra la participación. Ha sido denostada por aquellos a los que les interesa medrar y eludir los sistemas de supervisión política que entienden que la participación se ha de limitar a delegar responsabilidades para que los cargos electos tengan las manos libres.

Incluso se han denostado las elecciones oficiales que se tienen que espaciar todo lo posible. Es el caso de una legislatura del gobierno de Rajoy de cinco años que ha sido un éxito para sus intereses ocultos.

Pero la asamblea tiene sus propios mecanismos y criterios de los que hay que hacer pedagogía para que realmente tenga la utilidad social. Sin conocer los procedimientos por todos los participantes se convierte en una caricatura de populismo denostado cuando no se cuenta con los procesos deliberativos.Según ese principio plano de una persona un voto, también las elecciones oficiales espaciadas se convierten en un gesto de populismo.

La asamblea tiene varias funciones y la inicial es la de aportar información a sus miembros sobre los temas a tratar. Las personas más documentadas en un tema tienen la responsabilidad de aportar datos y en esta transacción ellas mismas reordenan su propio discurso enriqueciéndolo. Es un ejercicio de apoyo mutuo en lo que se entiende como la creación de “Inteligencia colectiva”, necesario para un perfeccionamiento social. El debate con las aportaciones parciales añadidas se va reforzando para llegar a unas conclusiones que permitan tomar decisiones. Es en este núcleo de la asamblea presencial donde se tratan temas que van de lo micro a lo común y comunitario, y donde se ejercita lo cotidiano y lo relacional.

La asamblea es una herramienta colectiva y el Círculo es su concepto sea territorial o sectorial, que suelen tener diferentes niveles tanto informativos como decisorios. Porque cuando se delibera y no hay información suficiente para poder llegar a acuerdos la asamblea se convierte en informativa­-formativa. Pero cuando los hay debe tomar decisiones y al ser aprobadas serán vinculantes.

Para llevar procesos de asamblea es necesario contemplar procesos de información, formación y toma de decisiones. Y para gestionarlos las personas que participan deben formar equipos o grupos de trabajo en los que se preparen previamente las propuestas.

Es un tópico decir que una asamblea es manipulable, pero no lo es más que cualquier medio de comunicación en cualquier nivel informativo. La manipulación ocurre cuando se sustraen datos relevantes para obtener criterios fundamentados a la hora de tomar decisiones.

Otro problema en la comunicación es caer en personalismos, ocultando y bloqueando la aportación de datos de manera que lo que se dice se convierte en opinión no fundamentada, dando más relevancia a quien lo dice que a lo que se dice, potenciando así una relación de dominación entre el emisor y el receptor alimentando el egocentrismo, el protagonismo y la dependencia. Ocultando los datos se rompen las relaciones de igualdad.

La asamblea debe ser siempre presencial, sobre todo cuando hay que tomar decisiones en un territorio. Sin embargo actualmente los grupos de trabajo pueden ser tanto presenciales como telemáticos a través de redes, siempre que la comunicación se trasvase en sentido horizontal.

El uso de las redes ha facilitado la información pero hay que considerar que cuando una estructura política es verticalista, las redes se utilizan de la misma manera transmitiendo la información de arriba abajo, y por lo tanto este medio sirve para reforzar un modelo autoritario patriarcal.

Aunque las redes tienen más posibilidades con el uso horizontal donde la comunicación se trasvasa en todas direcciones, este carácter democrático tiene los mismos vicios que lo presencial y nos llevan a tener en cuenta los fallos que se producen en ellas.

Lo primero es que lo escrito queda y una vez enviado las equivocaciones, errores, o personalismos quedan definitivamente firmados. Esto es bueno porque testifica una posición, pero es malo a la vez porque los fallos y malas intenciones producidas hasta el infinito producen la anulación del medio y la animadversión entre los implicados. También terminan exhaustos y asqueados los que se mantienen al margen de su mal uso.

Consultas, circulares o encuestas son el medio habitual de los núcleos de poder, y lo telemático les da una gran agilidad. Pero también un oscurantismo y por tanto una manipulación de la información cuando la administración de la base de datos en las redes, o la recogida de datos está centralizada desde el poder. Así no hay posibilidad de realizar propuestas de abajo arriba y se queda en una transmisión de órdenes a cumplir por la mayoría. Utilizadas así las redes, son una circular desde la cúpula de poder pero sin papel. Continuara...

*Rubén Enciso, Gentes de Apoyo y Opinión (GAO)