El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.
Unos días antes veo cómo, de la forma menos elegante, casi barriobajera, sus compañeros de partido destituyen al portavoz de su grupo en el Ayuntamiento de Madrid. Lo lapidan públicamente y le ofertan de forma impúdica y vergonzosa que acepté ir al Senado: política doblemente fea.
Y mientras, quienes nos han estado robando a manos llenas nos hablan de todo lo que nos van a devolver, ahora que llegan las elecciones y necesitan de nuestro voto. Luego volverán a robarnos y nos dirán que así son las cosas, que no se puede hacer de otra manera: política doblemente fea.
La política es fea porque tiene mucho de vanidad, de egos mal planteados, es terriblemente masculina y gusta de humillar a los propios para destrozar al contrario. Parece vivir en guerra consigo misma, como si realmente hubiéramos olvidado entre todos su necesario objetivo, como si nos hubiéramos puesto una venda en los ojos y anduviéramos a ciegas, moviéndonos por pura y dura respuesta.
Necesitamos una política doblemente eficaz, doblemente hermosa. Y claro que se puede, tiene que ser posible. Si no yo no escribiría estas líneas, ni tendría los recuerdos que tengo, ni ese pasado que me sostiene.
Unos días antes veo cómo, de la forma menos elegante, casi barriobajera, sus compañeros de partido destituyen al portavoz de su grupo en el Ayuntamiento de Madrid. Lo lapidan públicamente y le ofertan de forma impúdica y vergonzosa que acepté ir al Senado: política doblemente fea.
Y mientras, quienes nos han estado robando a manos llenas nos hablan de todo lo que nos van a devolver, ahora que llegan las elecciones y necesitan de nuestro voto. Luego volverán a robarnos y nos dirán que así son las cosas, que no se puede hacer de otra manera: política doblemente fea.