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El PP, al que se unen el PSOE y la CHA en su extravío político, alentados por los bancos, los rentistas, la patronal de la construcción y los traficantes de suelo de Zaragoza, empujó “deprisa, deprisa” un Pleno Extraordinario, celebrado ayer lunes, para exigir “desbloquear grandes proyectos urbanos irrenunciables”. A las zaragozanas y zaragozanos esa música nos suena en la historia más reciente. ¿Qué es lo que realmente quiere el PP?.
En 2011, cuando estábamos en la Plaza del Pilar, en pleno 15M, todavía recuerdo cómo se constituyó con un bronca tremenda la corporación municipal en la que volvían a entrar PSOE, CHA e IU con una política continuista y acrítica con la nefasta gestión del Urbanismo en la ciudad. Con una falta de ideas absoluta para dar respuesta a los problemas sociales que ellos mismos habían generado con la apuesta por un modelo depredador, especulativo, insostenible en el tiempo, un modelo, en definitiva, en el que las necesidades de la gente entraban en ultimo termino y se dejaba al mercado su solución.
Las necesidades de la gente, a esas alturas de siglo, se centran en resolver su derecho a la vivienda, sobrevivir, recuperar la sanidad y la educación publica; y una ciudad en la que la combinación de venta de suelo publico, privatización de espacios comunes y de “externalizacion” de servicios públicos, convertía a los ciudadanos de Zaragoza en habitantes de un espacio que ya no reconocían.
Fuimos desposeídos de la ciudadanía, en tanto que la ciudad ya no es un espacio común de todos, un espacio de encuentro y sociabilidad de las personas sino, más bien, un continuo canto a la mercancía donde se privatizan las calles (centros comerciales), se degradan los espacios públicos, se destruye la red del pequeño comercio, se diseñan en la suburbios de las clases medias como espacios vacíos, difusos, difíciles de vivir y se disuelve en un mar de signos comerciales y promociones mediáticas. El significado de la más grande obra de la sociabilidad humana: la ciudad, hogar del nacimiento de la libertad, la igualdad y de las libertades civiles se disuelve. La devaluación de la democracia a la que asistimos es simultanea y coherente con la mercantilización de la ciudad.
El fracaso de este modelo, que todavía defienden unos PP Y PSOE sin ideas, es palmario. Tanto en su diseño, solo pensado para dar un respiro a los de arriba en la crisis de la tasa de beneficio que arrastrando desde los 70, como en la necesidad de que los de abajo pasen a ser meros consumidores endeudados, sin más opción vital, que convertirse en espectadores del espectáculo de los “Grandes Proyectos Urbanísticos Irrenunciables”. El fracaso del mercado, por ejemplo, en la satisfacción del derecho a una vivienda no lo puede rebatir nadie. Hoy todavía tenemos miles de desahucios, miles de personas con enormes deudas hipotecarias impagables. Miles de personas que son demandantes de casa pero no se pueden permitir acceder a una y, sin embargo, hay miles de viviendas vacías, acumuladas y mantenidas así, para salvar los balances de beneficios bancarios o para ser vendidas por lotes a fondos buitre. ¿Dónde esta la racionalidad del mercado para satisfacer esta demanda?
Querían, en definitiva, convertir nuestra ciudad en un mal espectáculo de las grandes marcas, de las franquicias y de las arquitecturas grandilocuentes carentes casi de cualquier utilidad social (Torre del Agua, Pabellón Puente.). Impulsaron una burbuja especulativa que se comporta como un Robin Hood “hacia arriba” , extrayendo de los suelos públicos pingues benéficos privados y produciendo enormes deudas publicas con “sus ideas” (más de 800 millones solo en el Ayuntamiento de Zaragoza) y crean, en el proceso, una ciudad desolada, vacía, sin significado.
Este modelo ha puesto al Ayuntamiento y a otras instituciones de todos, al servicio de unos pocos durante décadas. Al servicio de aquello que denominábamos “casta”: la alianza de intereses dominante, resultado e impulsor de este proceso y formada esencialmente por la banca, los traficantes de suelo, grandes (y no tan grandes) compañías constructoras, rentistas, tenedores de deuda y políticos corruptos. Esta alianza es la que ha afianzado en todo el estado la corrupción y el saqueo como forma de gobierno, como la forma en la que se produce el beneficio capitalista en España.
Una vez explosionada la burbuja y pasada la EXPO (y sus hijos no natos: Olimpiadas de Invierno, Expo Borraja, Milla Digital etc.) el paisaje es desolador. Basta darse un paseo por el sur de Zaragoza: viviendas vacías o sin terminar, urbanizaciones aisladas, fantasmas. Una ciudad difusa y fragmentada, lugares sin sentido y sin memoria, no lugares, ciudadanos sin ciudad, espacios sin derechos donde se podrá decir “aquí nunca paso nada”. La antítesis de una ciudad en la que merezca la pena vivir.
La parte mas decente y responsable de la ciudad, lo mejor de ella, los de abajo, conformados en la candidatura municipalista ZeC, llegaron al gobierno municipal frente a este fracaso total de las élites locales, frente a la expresión mas patente de la corrupción como clase de los que se habían apoderado del ayuntamiento poniéndolo a su servicio (como vemos en los costes y en los delitos que llevan aparejados proyectos como la Traída de Aguas a Zaragoza, Plaza, Milla digital, la propia EXPO etc.)
Como un pariente vividor y adicto al dinero, un cuñado abusón que “sabe de todo” pero que deja una “caquita” allí donde pone las manos, este entramado de intereses de los de arriba nos ha dejado una enorme deuda a los zaragozanos. Así se comportan las élites locales y así encontraron las arcas del Ayuntamiento las de abajo cuando accedieron al Gobierno Municipal. Y es que el dinero fácil produce adicción y los zaragozanos tenemos a este pariente abusón: la casta local.
Incapaz de resistirse a sus pulsiones, egoísta y manipulador, ha usado desde el minuto cero del gobierno de ZeC todas las acciones más sucias, con ataques personales y sobreactuando con cuestiones baladíes. Cuestiones que no aportan nada al bienestar o la felicidad de la población, solo un ruido continuo.
Todas sus acciones, las de esta alianza social, tienen un solo objetivo: colocar en la situación de la máxima debilidad posible al actual Gobierno Municipal. No quieren darle la oportunidad de sanear las cuentas, de ser honrados, de demostrar, como se demuestra en los últimos presupuestos, que la virtud en lo público es posible y que es eficiente; que es hora de pensar en la gente y no es tiempo de volver a la fiesta que disfrutan ellos y pagamos nosotras. No es hora de los macro proyectos aprobados “deprisa deprisa”. Son asuntos serios y merecen debate pausado, que no nos marca la agenda FCC o Ibercaja. No se tomarán decisiones con las urgencias que les entran a los constructores y banqueros, sino con la paciencia del trabajo bien hecho de la gente corriente.
El PP, al que se unen el PSOE y la CHA en su extravío político, alentados por los bancos, los rentistas, la patronal de la construcción y los traficantes de suelo de Zaragoza, empujó “deprisa, deprisa” un Pleno Extraordinario, celebrado ayer lunes, para exigir “desbloquear grandes proyectos urbanos irrenunciables”. A las zaragozanas y zaragozanos esa música nos suena en la historia más reciente. ¿Qué es lo que realmente quiere el PP?.
En 2011, cuando estábamos en la Plaza del Pilar, en pleno 15M, todavía recuerdo cómo se constituyó con un bronca tremenda la corporación municipal en la que volvían a entrar PSOE, CHA e IU con una política continuista y acrítica con la nefasta gestión del Urbanismo en la ciudad. Con una falta de ideas absoluta para dar respuesta a los problemas sociales que ellos mismos habían generado con la apuesta por un modelo depredador, especulativo, insostenible en el tiempo, un modelo, en definitiva, en el que las necesidades de la gente entraban en ultimo termino y se dejaba al mercado su solución.