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La cuadratura del círculo: el cuatripartito de Aragón llega 'vivo' al ecuador de la legislatura

Consejo de Gobierno de Aragón

Conrad Blásquiz

22 de junio de 2021 22:55 h

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Han transcurrido casi dos años desde su nacimiento y la primera coalición de Gobierno en Aragón integrada por cuatro partidos de ideología radicalmente distinta sobrevive sin rasguños de importancia. Y no lo ha tenido fácil hasta llegar al ecuador de la legislatura. Ha hecho frente a los retos de funcionamiento de una alianza inédita formada por enemigos declarados y reconvertidos ahora en socios de Gobierno, a la que se han sumado dos hechos con los que nadie contaba ni en la peor de sus pesadillas: la pandemia del COVID-19 y el cáncer que han sufrido en los últimos meses y del que se recuperan el presidente Javier Lambán, su vicepresidente Arturo Aliaga y el consejero de Hacienda, Carlos Pérez Anadón. 

Por contra, en este tiempo PSOE, PAR, Podemos-Equo y CHA han consensuado con el resto de partidos, excepto Vox, y los agentes económicos y sociales la estrategia para reconstruir lo mucho destruido por la pandemia. Y también han logrado aprobar los presupuestos de los dos primeros ejercicios e incluso han conseguido que Ciudadanos haya votado a favor de las cuentas de 2021, que de esta forma han sido las más respaldadas de la historia de Aragón.

Superada la primera impresión de compartir la mesa del Consejo de Gobierno formaciones políticas que ideológicamente son como el aceite y el agua, la clave del éxito de su supervivencia como coaligados tiene mucho que ver con el hecho de que cada uno ha asumido que se encarga exclusivamente de su departamento sin entrometerse en el del socio. Es decir, una suerte de cuatro gobiernos en uno coordinados por Javier Lambán. “Cada uno en su parcela y sin pisar callos”, señala un miembro de uno de los partidos. Nacho Escartín, de Podemos, concreta más: “Nos hemos dedicado a la gestión, se ha pasado de ruidos, de cuestiones infantiles y de broncas”. 

“Es un ejemplo de innovación en la política y de anteponer los intereses de Aragón a los de cada partido”, apunta Jesús Guerrero, del PAR. 

El segundo pilar sobre el que se sustenta esta coalición que ha demostrado una sorprendente unidad interna es “el diálogo permanente” en el seno del Gobierno y en el Parlamento. Los portavoces parlamentarios de los cuatro partidos mantienen reuniones periódicas para consensuar los diferentes asuntos y “anticipar posibles conflictos”. Joaquín Palacín, presidente de CHA, se reafirma en que la clave es el diálogo fluido constante entre los socios. “Va a ser la legislatura del pacto y del diálogo”, asegura, convencido de que “los ciudadanos quieren tranquilidad en un momento tan delicado como éste”. Y cita el ejemplo de los dos presupuestos aprobados hasta ahora. “Hacemos política a la aragonesa frente a la política nacional”, concluye. Para el socialista Darío Villagrasa, “el liderazgo de Lambán ha sido clave”. “Han sido dos años frenéticos en los que el Gobierno ha tomado decisiones y ha cumplido sus compromisos”.

Un pacto con 132 medidas muy abiertas

El punto de partida del cuatripartito del Pignatelli fue el acuerdo de gobernabilidad y de investidura que las cuatro formaciones políticas suscribieron para sorpresa de muchos al inicio de la legislatura. Incluye 132 medidas de acción de Gobierno, algunas tan poco concretas, tan abiertas en la forma en que están redactadas, que tienen cabida las diferencias que cada partido mantiene en aquellos asuntos más espinosos, como puede ser la construcción de los grandes embalses y el apoyo a la educación concertada, dos de las banderas del PAR a las que se han opuesto desde siempre CHA y Podemos. Lo mismo sucede con las obras de ampliación de las pistas de esquí de Cerler por Castanesa, un proyecto que, casualidades del destino, se ha visto obligado a desatascar administrativamente el consejero Vertebración del Territorio y dirigente de CHA, José Luis Soro. Nadie tiene la sensación de haber cedido en sus reivindicaciones, al menos en público. Es lo que la consejera de Presidencia, Mayte Pérez, califica como “discrepancias pactadas y asumidas en el acuerdo de gobernabilidad”. 

Su principal máxima: cuatro no se pelean si nadie quiere. Y si surgen discrepancias, Lambán se encarga de recordar, como sucedió con el conflicto del embalse de Mularroya, que en temas hidráulicos PAR y PSOE son mayoría en el Consejo de Gobierno y, por tanto, la postura oficial del Ejecutivo es de apoyo rotundo a este embalse que ha sido cuestionado por una sentencia de la Audiencia Nacional a pesar de que las obras están a punto de finalizar. La ampliación de Cerler por Castanesa, la construcción del embalse de Mularroya, la protección del lobo o los parques eólicos son asuntos conflictivos que han convertido la sede del Departamento de Agricultura en una rue del Percebe en la que mal conviven agricultura y medio ambiente, socialistas y los de Podemos.

Lambán no quiere fuegos internos

Lambán no parece dispuesto a abrir ahora la caja de los truenos con una crisis de Gobierno. Antepone la estabilidad política a cualquier conato de incendio interno. Esa es su principal prioridad, convencido de que la paz social existente, que contrapone con el “marasmo político” en el que está sumida España, como afirmó en el discurso del 23-A, ha hecho de Aragón una comunidad atractiva capaz de atraer grandes proyectos inversores, como el desembarco de Amazon en Plaza, El Burgo de Ebro, Villanueva de Gállego y Huesca, la nueva planta en Zaragoza de la multinacional norteamericana de material sanitario Becton Dickinson y la futura plataforma logística de Tamarite de Litera.

El presidente aragonés ha reiterado en sus intervenciones en actos públicos y en las Cortes que la estabilidad es prioritaria para atraer inversiones, como también ha asegurado que la lucha contra la pandemia ha contribuido a reforzar los vínculos internos de la coalición. La pandemia ha condicionado todos los esfuerzos del Ejecutivo hasta el punto de que se vio obligado a rehacer el presupuesto de 2020 cuando estaba ya aprobado y en ejecución, y también ha mermado notablemente su capacidad legislativa. Apenas un puñado de leyes han visto la luz en dos años, lo que contrasta con la avalancha de decretos leyes aprobados para hacer frente al verdadero protagonista de la primera parte de la legislatura: el COVID-19.

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