Diana Díaz, de la Fundación ANAR: “El porno y el mal uso de la tecnología son potenciadores de la violencia sexual adolescente”

María Bosque Senero

Zaragoza —
18 de noviembre de 2023 23:23 h

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Son datos resultantes de un estudio longitudinal que recaba testimonios de menores desde octubre de 2018 hasta octubre de 2022. Procede de las peticiones de ayuda al teléfono -gratuito y atendido por profesionales- de la Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo). Un total de 20.520 casos de mujeres menores de edad afectadas por alguno de los tipos de violencia hacia la mujer por parte de un hombre que recoge el Convenio de Estambul -de género, doméstica y otros tipos de violencia física o psicológica (como el acoso escolar o el ciberacoso), sexual-: agresiones sexuales (en el 95,1% de los casos); grooming (2,7%); pornografía (0,9%); sexting (0,7%); prostitución (0,5%) y aborto forzado (0,1%).

Diana Díaz, directora de las Líneas de Ayuda ANAR, considera crucial “fortalecer los mecanismos de detección y atención precoz en el entorno de la víctima y formar tanto a los niños y adolescentes como a las familias y profesionales”.

¿Con qué perfil de mujer adolescente se encuentran en las llamadas que reciben al 116-111?

El perfil medio es una chica de 16 años, de nacionalidad española -un 70% de los casos-, que vive en una familia tradicional -con ambos progenitores y, aparentemente, sin casos de violencia- y que sufre violencia por parte de su novio -el 57% de los casos- o de su expareja.

Pero recibimos llamadas de niñas desde los 12 que están siendo víctimas de violencia de género adolescente; por ejemplo: por control, y que no son conscientes de ello. La mayor parte de ellas llaman porque no se sienten bien o para hablar de sus problemas sentimentales, pero en esas llamadas y detectamos componentes de violencia que alertan.

Desde la Fundación dicen que la mayor parte de estas mujeres adolescentes que llaman no son conscientes de estar sufriendo o haber sufrido violencia de género en alguna de sus formas. ¿Por qué no detectan las conductas de riesgo?

El estudio revela que las adolescentes que no son conscientes de estar siendo víctimas de violencia de género son 47,1%. Vivimos un fenómeno de normalización de conductas y prácticas sexuales de riesgo, pero también en la forma de relacionarse entre los menores y con otros adultos; el estudio desvela que: en 3 de cada 10 casos, el perfil del agresor de esa menor era una pareja mayor de edad. Fenómenos como el 'sugar daddy' están normalizando que una adolescente mantenga una relación con un hombre mayor que ella, y que incluso esto esté de moda.

Los nuevos modelos de masculinidad y feminidad en las canciones, el cine, las series... reflejan estas relaciones de poder por parte ellos y sumisión por parte de ellas, que los y las menores copian sin ser conscientes del peligro que conllevan para ellos y para sus relaciones.

¿Las nuevas tecnologías son parte importante en la reproducción de esos modelos, además del fácil acceso que dan a la pornografía y su consumo cada vez más habitual?

El uso inadecuado y abusivo de la tecnología es parte central de estos datos sobre violencia entre adolescentes que desvela el estudio presentado. Hay familias o progenitores que ponen un dispositivo móvil en manos de menores de hasta ocho años. Los menores pueden tener un teléfono con el que hacer llamadas, el problema es cuando tienen acceso a los datos. El porno es otro de los grandes problemas, y su vinculación con las nuevas tecnologías que le dan acceso de forma fácil. Este consumo casi diario desde edades muy tempranas lleva a la adolescencia a ver normales conductas de riesgo que les inducen a copiar modelos de relación vejatorios para la mujer, con conductas sexuales grupales que van en aumento, y también con problemas que se derivan de ese consumo abusivo -mayor por parte de los hombres- que termina desembocando en parafilias, graves problemas de autoestima y violencia sexual.

Como datos: La tecnología está implicada en el 44% de los casos de violencia, y la tendencia ha crecido un 82% desde la pandemia. Además, ocho de cada diez adolescentes víctimas de violencia de género la sufren por un canal tecnológico, que se ha convertido en “una poderosa herramienta de dominación del agresor frente a la víctima”.

Los hombres adolescentes, ¿son conscientes de las conductas violentas que pueden estar cometiendo?

No nos llaman porque se identifiquen como agresores, pero sí que en el transcurso de una conversación de un chico que nos llama porque tiene cierto malestar en su situación de pareja o en otros contextos, detectamos a menores que están teniendo conductas machistas violentas. En esos casos, y siendo conscientes de que estamos en un entorno de menores de edad, desde ANAR se les ofrece orientación, pautas y recursos para reorientar esa situación que el menor está viviendo y para que entienda que hay otras formas alternativas de vivir en pareja.

En violencia machista en menores hay que trabajar con ellas, pero también con ellos con el objetivo de que en el futuro puedan desarrollar relaciones de pareja sanas.

Los resultados de este estudio revelan un empeoramiento de todos los indicadores, por eso, ponemos algunos datos sobre la mesa: La violencia sexual es la que más ha crecido -un 39,4% más de 2018 a 2022-. Las violaciones en manada eran 10 años el 2,1%, ahora son el 10,5%. Las menores víctimas directas de violencia de género: siete de cada diez víctimas ni ha denunciado ni tiene intención de hacerlo (especialmente en el ámbito rural); el 70% no recibe ningún tipo de terapia psicológica; casi la mitad tienen conductas suicidas, autolesiones o depresión; edad media 16 años y no son conscientes del problema. Como sociedad, ¿cómo frenamos este problema que crece sin control?

Es crucial fortalecer los mecanismos de detección y atención precoz en el entorno de la víctima y formar tanto a los niños y adolescentes como a las familias y profesionales. La educación afectivo-sexual desde temprana edad, es muy importante. Muchos jóvenes llegan al porno para saber, con la curiosidad como motivación, y en esos modelos encuentran conductas que nada tienen que ver con lo que debe ser una relación sana de pareja y también las sexuales. En el porno, el componente afectivo y emocional, queda sustituido por la indiferencia, y esto es peligroso en menores cuyo desarrollo cognitivo está en vías de desarrollo.

Crear un contrato entre las familias a la hora de entregar un dispositivo móvil, negociando un control de los tiempos, pero también de los contenidos en base a la edad de los y las menores. Y por supuesto, establecer debates; por ejemplo si estamos viendo una película o una serie, si escuchamos una canción en el coche, aprovechar los tiempos en familia para debatir, para hablar sobre la escena que hemos visto o la letra que hemos escuchado, cómo les afecta, qué significa para ellos. Y para eso es importante que los progenitores estén al tanto de lo que sucede, del funcionamiento de la tecnología y que no haya temas tabú para que los hijos e hijas tengan en ellos a unos referentes en los que mirarse. Por eso es importante la formación y la información en familias, en el profesorado y en la sociedad en general. Es un problema de todos.

Para las familias y el entorno de una posible menor víctima de alguna de las violencias de las que estamos hablando, ¿qué síntomas tenemos que tener en cuenta para activar las alarmas?

Lo primero que vamos a detectar es un cambio en la menor. Los cambios en los estados de ánimo son una llamada de alerta: “la veo más melancólica”, “no quiere salir”, o, por el contrario, en lugar de estar triste está irritada, irascible. Otro de los marcadores muy importantes es el rendimiento escolar; normalmente aquellos menores que están sufriendo violencia tienen a bajar el rendimiento en sus estudios. También si percibimos aislamiento de la menor, eso es muy preocupante, sobre todo si el refugio al que acude es tecnológico. Por ejemplo: si después de estar conectada al teléfono, de mantener una conversación con la pareja, el estado de la joven cambia, normalmente en negativo, es una llamada de alerta.

Las menores que están sufriendo violencia machista suelen ver mermada su autoestima, tienen un autoconcepto negativo, llegan a cortar relaciones y vínculos con su entorno, comparten en exceso con la pareja -contraseñas-, envían muchas fotografías al día para que la otra persona esté tranquila -control-. Y esto, les puede incluso llevar a conductas de autolesión o suicidas.

¿Con qué recursos cuentan las menores víctimas de violencia de género?

En Fundación ANAR ponemos a disposición de las menores, y también de sus familias, una guía que es única en infancia, a nivel nacional, y que aglutina más de 17.000 recursos, no solo de salud mental, sino que también contempla recursos especializados para adolescentes víctimas, dependiendo de los servicios de los que disponga cada comunidad autónoma, con el objetivo de que estas menores puedan recibir apoyo psicológico y social.

Quiero recordar a todas las menores, y también a los menores, que podéis llamar al 111 116, un teléfono que es gratuito, confidencial, que está disponible las 24 horas del día los 365 días del año y que es atendido por profesionales que van a poder ayudaros, estoy segura.