A pesar de los esfuerzos y el tiempo, de la “pasividad” de algunas administraciones o de los recelos de quienes piensan que no es necesario remover heridas, a veces lo que se encuentra es solo una fosa vacía. Es lo que le ocurrió a Mercedes Sánchez y a su madre cuando localizaron lo que podría ser la ubicación de los restos de sus familiares en Tierga (Zaragoza). Sin embargo, el equipo de arqueólogos no encontró nada y todo quedó en frustración, lo que inspiró la elaboración documental 'Una fosa vacía'. “Si algo han sentido las víctimas del franquismo, es frustración”, afirma Enrique Gómez, director de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Aragón (ARMHA).
Este documental fue proyectado el pasado viernes 6 de mayo en el centro cultural Río Ebro, en Zaragoza. Se trata del primero de 25 actos que componen la cuarta edición de las jornadas 'Imagen de la Memoria'. El acto estuvo presentado por Mercedes Sánchez, directora del documental e integrante de la ARMHA. Sánchez cuenta en su documental la detención y posterior ejecución de su bisabuelo, Marcelino Román Redondo, y de su abuelo y tío abuelo, Mariano y Andrés. Los tres fueron detenidos al comienzo de la Guerra Civil en Borja y ejecutados en Tierga.
Ninguno de ellos perteneció a ningún partido político, ni eran directivos de ningún sindicato, como explica Mercedes, amparada en los registros de la Guardia Civil. Sin embargo, se les acusó de “promover las ideas comunistas entre los vecinos”, ideas que, según el documento, habían sido las culpables de la necesidad del alzamiento. Los tres reos también fueron sancionados con una multa de 1.000 pesetas que ninguno pudo pagar, por lo que los bienes del bisabuelo, que tenía propiedades, fueron embargados y vendidos en subasta pública.
Fue la madre de Mercedes, Ana Redondo, quien, décadas después y tras escuchar en la radio la aprobación de la ley de Memoria Histórica de 2007, contactó con la asociación para buscar a sus familiares. El objetivo del documental es también explicar los procesos necesarios para llevar a cabo una investigación, desde la recopilación de todos los documentos por parte de un historiador, ya sean familiares o del registro local, hasta el paso final de la dignificación si los cuerpos no han podido ser encontrados.
“Con el protocolo aragonés necesitas tres figuras profesionales, un arqueólogo, un antropólogo y un restaurador. Además, te tienes que poner de acuerdo con todos los familiares, lo que supone que muchas veces se paralice el proyecto porque hay un familiar que no quiere realizar esa exhumación. Además, dependemos también del trabajo voluntario de los vecinos, ya que solo cobran los tres profesionales mencionados. Es todo como una carrera de obstáculos”, explica Gómez.
Una labor que desde la asociación siguen defendiendo que debería haber asumido el Estado desde hace mucho tiempo, ya que este no es el caso de víctimas de un conflicto sino personas asesinadas, “no fueron muertos de la guerra, fueron muertos de la represión”, concluye Mercedes.
Una ley avanzada, pero con falta de voluntad
Desde la asociación critican la falta de sistematización de la ley elaborada por el gobierno de Aragón en 2018: “con la nueva dirección general sí que se están transmitiendo fondos, pero en Aragón, aunque sí que ha habido cierta voluntad política, no ha habido un desarrollo de la misma. Se habló de crear un banco de ADN general y al final lo que hay es un convenio con un laboratorio”. Según la ARMH el personalismo juega un importante papel a la hora de aplicar la ley ya que hay una manera de aplicarla en cada comunidad autónoma “a pesar de la ley actual nosotros dependemos de patrimonio y si al consejero le importa poco la memoria histórica, digamos que la comunicación no es muy fluida”.
No solo se critica la falta de coordinación desde las instituciones, sino que también se debe lidiar con el “franquismo sociológico” que aseguran que todavía persiste en la sociedad. “Primero hubo una represión brutal que tuvo varios objetivos, desmovilizar a todos aquellos que creían que la república iba a modificar el estatus quo y también inculcar su propia versión de los hechos mostrándose como los vencedores contra la anti-España. Todo ello generó un poso que siguió tras la muerte de Franco porque había generaciones jóvenes que habían sido educadas para tragar la edulcoración del régimen franquista”.
Resignificación de las calles
Un franquismo sociológico que desde la ARMHA consideran que está resurgiendo como “franquismo puro y duro” y que se está viviendo una situación de retroceso. Enrique Gómez pone de ejemplo la resignificación de dos calles zaragozanas con nombres del bando nacional el pasado mes de abril, “la palabra resignificación no aparece en la ley autonómica”.
Gómez atribuye estas decisiones y la pasividad del PSOE con su propia ley a una cuestión de jerarquía de partidos “un alcalde manda más que una directora general y el Partido Socialista busca mirar a los indecisos, que al final son los que te dan el voto”. Cabe recordar que esta ley penaliza a los ayuntamientos que mantengan símbolos franquistas en sus calles impidiéndoles acceder a próximas subvenciones, algo que desde la asociación cuestionan ya que quien vigila a los ayuntamientos es “una dirección general que no ha creado ni el órgano para supervisar esto”, concluye Gómez.