El desmesurado crecimiento de la cabaña ganadera aragonesa, concentrado en el porcino y el pollo de granja, se está convirtiendo en una rémora para la lucha contra el cambio climático al provocar un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que ensombrece la reducción que se está dando en otros sectores como el de la generación de energía eléctrica tras el cierre de la central térmica de Andorra.
Se está dando una situación similar con el transporte, cuyas emisiones también tienden al alza, en parte como consecuencia de la intensidad del acarreo de animales, piensos y canales que genera el sector ganadero.
Los datos del Instituto Aragonés de Estadística reflejan cómo entre 1990, el año de referencia del Protocolo de Kioto, y 2018, las emisiones del sector agrario aragonés pasaron de 33.000 toneladas de CO2, 62.829 de metano y 2.788 de óxido nitroso a, respectivamente, 42.000, 98.734 y 4.349.
Un aumento del 46% en 28 años que en realidad de concentra en la última década: a partir de 2010 el crecimiento de las emisiones supera las 30.000 toneladas, casi dos tercios del incremento de todo el periodo, con el grueso de ese avance (más de 20.000) en el lanzamiento de metano, directamente relacionado con los procesos digestivos de los animales de abasto durante su engorde.
Millones de cerdos y de pollos
Esa evolución está directamente relacionada con el crecimiento de la cabaña porcina, que ya en 2019 superó los ocho millones de plazas (más de la cuarta parte de las del país) para desplazar a Catalunya como territorio de mayor producción y que el año pasado superó los 10,3 millones de sacrificios, y de la avícola, que se acerca a los dos millones de puestos para engorde y a los 400.000 de puestas.
La variación de las emisiones ha tenido también una tendencia claramente ascendente en el caso del transporte por carretera, en el que el lanzamiento a la atmósfera de CO2, que al comienzo del periodo se encontraba en el entorno de los dos millones, rebasó los tres en 2003 para dejar esa cota solo entre 2011 y 2015, en el periodo de mayor dureza de la anterior crisis.
Ese volumen de emisiones de CO2 anula los progresos que ha ido realizando el sector, especialmente en el caso del metano y en menor medida con el óxido nitroso, el más dañino para la capa de ozono.
Más de tres millones de toneladas de GEI del campo y las granjas
Y las cosas no han mejorado desde entonces, según indican los últimos datos que acaba de hacer públicos el Gobierno de Aragón, y que cifran en 14,84 millones de toneladas el volumen de gases de efecto invernadero lanzados a la atmósfera en 2019 por los sectores productivos de Aragón.
De esa cantidad, la mayor aportación corresponde, con 3,24, al transporte, mientras las actividades agrarias generaron 3,67 más, aunque ‘solo’ 2,53 de ellas tenían como origen la fermentación entérica (959.830) y la gestión del estiércol y los purines (1,57).
Por detrás de esas dos actividades se situaron la industria energética, que lanzó 2,44 millones en el último año completo de funcionamiento de la térmica de Andorra, y las industrias manufactureras y la construcción, que sumaron otros 2,23 y a los que, en todo caso, habría que sumar las 770.130 tonadas del resto del sector industrial, como la minería, la metalurgia o las químicas.
Tras ellos, con 530.990, la gestión de residuos es el único sector destacable, con el grueso de ese volumen (397.590) en la gestión de vertederos.
“El sector agroganadero sí presenta una tendencia creciente”
“El sector transporte es el principal emisor GEI en España, seguido de la generación eléctrica y el sector industrial”, señala el informe de la DGA, que anota que “estos tres sectores también son los mayores emisores de Aragón donde destaca el hecho de que el sector de la generación eléctrica ya no es el principal”.
De hecho, anota, “en 2019 el descenso en el uso de carbón en la producción eléctrica es la principal causa del descenso interanual”, una reducción que el año pasado alcanzó 1,4 millones de toneladas de GEI para quedarse ligeramente por encima de las 200.000.
“También se aprecia la importante contribución del sector agroganadero, especialmente la ganadería”, añade el documento, que explica cómo “casi la cuarta parte de nuestras emisiones (24,8%) se atribuyen al sector agroganadero”, en cuya actividad contaminante destacan la aportación del 7% de emisiones de los suelos “debido a las emisiones de N2O [óxido de nitrógeno] de los fertilizantes” y también, “la gestión del estiércol y la fermentación entérica de la cabaña ganadera, que suponen un 17,2%, como consecuencia principalmente de las emisiones de metano”.
“El sector agroganadero, a pesar de algunos picos a lo largo de los años, sí presenta una tendencia creciente en toda la serie, aunque en 2019 ha bajado ligeramente”, reseña.
El volumen total de emisiones de gases de efecto invernadero de las actividades productivas aragonesas, un 13% de las cuales proceden del sector servicios y de las viviendas, se redujo en 2019 un 4,7% con respecto al año anterior para, por primera vez, situarse por debajo (-2,9%) de las del año de referencia de 1990. El conjunto de España se encuentra un 8,5% por encima de los registros de 1990.