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“Nuestro armario inteligente para detectar pérdidas de memoria da unos resultados muy similares a una evaluación médica”

Los ingenieros informáticos de la Universidad de Zaragoza Raquel Lacuesta (Teruel, 1976) y Franks González-Landero han desarrollado y evaluado el estudio internacional de un armario inteligente que detecta pérdidas de memoria. El sistema podría extenderse a otros tipos de mobiliario o de electrodomésticos de las casas para mejorar la calidad de vida de los usuarios.

¿Cómo surge la idea de crear este armario inteligente?

Nosotros trabajamos mucho en la línea del Internet de las cosas, de la sensorización de la persona, de que estamos rodeados de dispositivos que están analizando nuestro comportamiento y que, en función de cómo nos comportamos, pueden mejorar nuestra calidad de vida. Hemos trabajado mucho en las líneas de comunicación, de seguridad, también en el desarrollo de aplicaciones... La idea viene en esa línea de trabajar con la salud y con la tecnología.

¿Qué es lo que hace exactamente el armario?

Es un armario inteligente que tiene varios sensores y una línea de procesamiento, que sería como un ordenador pequeño. Lo que hace es que va a analizando cómo el usuario se comporta en la interacción con nuestro dispositivo. En las pruebas, lo único que hicimos fue dejar a un usuario ver los elementos que tenía el armario y, en función de eso, se le pedía que encontrara un producto concreto. Este es el primer prototipo. Después, añadiríamos una inteligencia adicional para que se adaptara a la persona. Lo que hacemos es que cuando vas a buscar un producto, muchas veces tu memoria no sabe bien dónde estaba, abres una puerta, la cierras, abres otra, la cierras, tardas un tiempo en encontrar un objeto y, cuando ya lo has encontrado, ya dejas de abrir esas puertas durante un espacio de tiempo. Lo que hacemos es analizar la interacción de esa persona con el armario y vemos cuánto tarda en encontrar el producto y cuántos intentos conlleva. Estos test han sido validados con otros test estandarizados para comprobar si los resultados con el armario realmente tienen correlación con la evaluación de memoria de esa persona. Y, de esta manera, hemos demostrado que sí, que realmente este armario inteligente nos da unos resultados muy similares a los que daría un médico si hiciera una evaluación de la memoria de una persona.

¿Qué se puede dictaminar con esos test de memoria?

Son tareas de memoria, es decir, se analiza cómo funciona tu memoria, si recuerda los objetos, las posiciones… Todo es relativo al concepto de recordar los ítems que estás buscando.

¿Puede servir como un diagnóstico previo para problemas de memoria, como el Alzheimer?

Sí, en un futuro podríamos tener en casa este tipo de armarios, aunque no tuviéramos ninguna enfermedad. Incluso los datos se podrían ir reajustando rutinariamente y, llegado un momento, el armario detectaría que algo pasa. No es necesario llegar a una edad muy tardía para empezar a detectar pérdidas de memoria. Lo que suele ocurrir es que cuando las personas van al médico, ya es porque han detectado un problema más serio. Con estos dispositivos inteligentes, los problemas de memoria se podrían detectar mucho antes y se podría actuar, se podría diagnosticar y se podría trabajar en que la enfermedad no avanzara con excesiva rapidez; normalmente es muy difícil parar estas enfermedades, pero sí que hay elementos correctores o de mantenimiento. Incluso cuando ya se detectan ciertos problemas, la tecnología también podría intervenir para ayudar a esas personas que ya sabemos que tienen esas pérdidas de memoria a encontrar esas cosas que estaban buscando. Podría actuar en las dos vertientes: la diagnosis y, una vez que la persona necesita ayuda, que la tecnología ayudara a buscar las cosas dentro de la casa.

¿Este armario inteligente podría comercializarse?

Eso es lo que nos gustaría, que en un futuro estos armarios se pudieran vender o que la tecnología se pudiera instalar en los armarios que ya existen en cualquier casa. De momento, las primeras pruebas han sido muy satisfactorias. Ahora sería cuestión de encontrar una empresa interesada en comercializarlo porque nosotros, desde las Universidades, no contamos con los recursos que quizá podría aportar una empresa.

A priori, ¿estos dispositivos tendrían un coste elevado para los consumidores?

No, la tecnología es de bajo coste: los sensores no son muy caros, las Blackberry que hemos utilizado también son muy económicas... No es un producto de alto coste. La incorporación de la tecnología no conllevaría mucho dinero.

¿Se podría extender esta idea a otros productos habituales en las casas?

Sí, de hecho, nuestros siguientes estudios también van en la línea del control de la alimentación, de inteligencia en neveras… Se podría extender a muchos otros elementos, simplemente, estudiando las posibilidades que ofrece cada uno de ellos. En la nevera, por ejemplo, puede ser todo el tema nutricional. Podríamos estudiar si las lavadoras pueden contribuir a algo. Cualquier objeto en el interior de la casa nos podría dar información sobre cómo está la persona y cómo se comporta. Entonces, todo puede servir de alguna manera para mejorar su calidad de vida o controlar su estado de salud.