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Manuel Salvador Cueva, ingeniero forestal: “La despoblación del medio rural es mala para los bosques”

Manuel Salvador Cueva, ingeniero forestal.

Ana Sánchez Borroy

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“Los bosques autóctonos: todo lo que nos dan y todo lo que les quitamos” es el título de una de las charlas del “Encuentro sobre desarrollo rural: naturaleza, convivencia y oportunidades”, que se ha celebrado esta semana en Alagón, en la provincia de Zaragoza. La pronunciaba Manuel S. Cueva (Ribadesella, 1996), máster en Geoinformática para la Gestión de los Recursos Naturales por la Universidad de León y Graduado en Ingeniería Forestal y del Medio Natural por la Universidad de Oviedo.

Las primeras preguntas son obvias, ¿Qué nos dan los bosques autóctonos?

Es innumerable la cantidad de cosas que nos pueden llegar a dar los bosques y, sin embargo, no es demasiado conocido por la mayoría de la gente. Al final, todo el mundo sabe que los bosques capturan CO2 y producen oxígeno, pero hay mil servicios más que nos dan los bosques. El primero, sin ir más lejos, es el recreativo: poder ir al bosque, verlo, disfrutar de él con tranquilidad… Ese es uno de los servicios que la gente realmente no aprecia. Hay otros servicios que son más indirectos, pero que no dejan de ser de vital importancia. Por ejemplo, la sujeción de los suelos, evitar la erosión. Si no tuviésemos bosques, cada vez que llueve todo el terreno quedaría erosionado; sería todo muy diferente a como lo conocemos hoy. Otro servicio es el filtrado del agua a través de las raíces: gracias a este filtro natural, el agua llega a los ríos y a los arroyos con una pureza muchísimo mayor de la que tendrían sin los bosques. Otro servicio fundamental sería el ecosistema que producen, con todos sus seres vivos. O la alimentación de las abejas, que probablemente es el animal más importante que tenemos en todo el planeta. Es innumerable la cantidad de recursos que nos puede dar un simple bosque, sea grande o pequeño, de cualquier tipo.

¿Qué les quitamos nosotros a los bosques?

Básicamente, tendríamos la deforestación. Todos conocemos lo que viene sucediendo desde hace años en el Amazonas: se están cambiando los bosques por cultivos de soja y de cereales. En España, no tenemos una deforestación semejante, a esa escala; pero lo que sí se está haciendo desde hace muchos años es cambiar las plantas y los árboles autóctonos por otros árboles de crecimiento rápido, que proporcionan dinero. Sería el cambio de especies que han existido siempre por otros árboles que nos dan sustento económico lo más rápido posible. Es un error que llevamos años cometiendo.

¿Por qué es un error si el beneficio económico es mayor?

En realidad, el beneficio económico no es mayor. Lo que ocurre es que sí es un beneficio a corto plazo y a más fácil de obtener: si plantas árboles de crecimiento rápido, a los doce o quince años, los cortas y dan un beneficio económico sin haber hecho absolutamente nada, sólo por dejarlos ahí. Sin embargo, la riqueza de la madera de los árboles autóctonos, como el roble y el castaño, es mucho mayor, por ejemplo, que la de un eucalipto. Entonces, si tenemos un bosque repleto de robles o de castaños, esa madera nos va a dar una rentabilidad económica a largo plazo que puede llegar a ser mayor que la que darían en esos años los eucaliptos; aparte de que pueden dar frutos, como la castaña. ¿Qué pasa? Que los árboles autóctonos suelen ser más difíciles de mantener; son necesarias podas, por ejemplo. Al final, vamos a lo fácil, pero lo que hacemos es cargarnos el ecosistema que se había creado ahí, bajo un roble, un castaño o una haya.

¿Qué más les hemos quitado a los bosques?

Otro caso sería el de los incendios, que cada año son más devastadores porque cada vez las temperaturas son más altas por culpa del cambio climático. Los incendios hoy pueden llegar a destruir ecosistemas enormes. Es lo que está pasando en los últimos meses en California o en Australia. España tiene el mismo clima que esas zonas, con lo que los incendios pueden llegar a ser devastadores aquí también. Creo que la gestión forestal se está haciendo bien por parte de los organismos y que, por eso, los incendios no están llegando a ser como en otros países. Esto está relacionado con la despoblación en el medio rural: si tenemos un medio rural habitado, en el que se realizan prácticas agrícolas, como ocurría antes, tenemos los montes más cuidados, más limpios y sin tanto matorral, con lo que los incendios no llegaban a ser tan devastadores como podrían ser ahora. La despoblación del medio rural, que no haya gente, es mala para los bosques.

Habla del peligro de perder bosques autóctonos, pero hemos perdido ya mucha masa forestal. ¿Hay cálculos sobre la cantidad de bosques autóctonos que ya no tenemos?

Es difícil dar cifras exactas; por ejemplo, diría que en Asturias se ha perdido más del 60% de los bosques autóctonos de la zona. En otras zonas, quizá no se ha perdido un porcentaje tan alto. Esta pérdida de bosques autóctonos se está produciendo desde hace ya 80 años, cuando empezó a implantarse el eucalipto.

¿Sería posible recuperar las zonas deforestadas?

Sí, claro que sería posible. Lo que pasa es que conllevaría mucho tiempo porque los árboles crecen despacio. No estoy seguro de que la gente quisiera hacer una inversión económica tan fuerte, pensando en que es una inversión para tener dentro de 80 ó 90 años un bosque denso de árboles autóctonos.

¿La desaparición de bosques autóctonos está relacionada con las pandemias?

Con respecto a las pandemias de hongos, plagas o enfermedades de los árboles, diría que no, porque las plagas están bastantes controladas, con todos los avances científicos, con las imágenes por satélite... Sobre todo, en los bosques en los que tenemos interés de mantenerlos sanos se están consiguiendo controlar. Hace años, cuando no podíamos manipular algunos factores, las plagas sí podía llegar a eliminar completamente un bosque. En cuanto a la pandemia de la COVID-19 que estamos viviendo ahora mismo, no sabría decir hasta qué punto puede afectar.

¿Nos está haciendo la pandemia recuperar el interés por los bosques?

Creo que sí, aunque quizá de una forma turística o recreativa, que puede no ser la más apropiada. La mayoría de los chavales no tienen ganas de irse a vivir a un pueblo y encargarse de cuidar un bosque que tengan al lado. Para ir a pasar el día, sí hay un interés en alza, pero esto a los bosques no les ayuda. Quizá con esta etapa de pandemia, conseguimos algo más de concienciación en los chavales jóvenes con el reciclado, los productos certificados... aunque tampoco espero un gran cambio. Al final, poca gente recicla, poca gente se preocupa por ahorrar agua y poca gente sabe qué es un producto certificado.

¿Qué es un producto certificado?

Son productos que provienen de bosques que han tenido una gestión forestal sostenible, bosques que han sido gestionados como deberían gestionarse todos. La ley de montes de 21 de noviembre de 2003, la certificación forestal se define como un procedimiento voluntario por el que una tercera parte independiente proporciona una garantía escrita tanto de que la gestión forestal es conforme con criterios de sostenibilidad como de que se realiza un seguimiento fiable desde el origen de los productos forestales. Es decir, son productos que aseguran a los ciudadanos que lo que ha producido ese monte, sea madera, setas o corcho, ha sido gestionado de una manera sostenible. ¿Y qué es una gestión forestal sostenible? Se definió durante la conferencia ministerial de Helsinki en 1993 y es la administración y uso de los bosques y los montes de manera que mantengan su biodiversidad, productividad, capacidad de regeneración, vitalidad y su potencial de cumplir ahora y en el futuro funciones económicas, ecológicas y sociales y sin causar daño a otros ecosistemas.

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