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Libertad para los cinco condenados: encierro para su víctima
Los cinco condenados de La Manada saldrán en libertad provisional si pagan 6.000 euros. Su abogado indica que no hay peligro de reincidencia, como si nadie pudiera estar seguro de eso, la juez que falló a favor de la víctima, cambia de opinión y considera que es cierto, que no pueden reincidir.
Como si para que violen a alguien hiciera falta que saliesen siquiera de sus casas. La misoginia que han demostrado y con la que han actuado no sólo en este caso si no en el de Pozoblanco (que sepamos por ahora), deja claro que no sólo no ven nada malo en usar, humillar y someter a mujeres, sino que disfrutan de ello y es parte de su concepto de “fiesta” y “diversión”.
Han dejado sueltos a cinco condenados por abuso sexual (recordemos que ni siquiera los catalogaron de agresores), que no sólo han sido y son un peligro para las mujeres con las que se encuentren, sino también para las mujeres de su entorno. Y aunque éstas últimas estén muy lejos de denunciarlos, no es motivo para que la Justicia se los metan de puertas para adentro. Ha quedado claro que estos sujetos no sólo no saben lo que es el consentimiento, sino que disfrutan especialmente del sometimiento de la mujer, de su miedo y su inacción.
De los cinco condenados, dos forman parte de los cuerpos de seguridad del Estado, y uno de ellos, Guerrero Escudero, guardia civil, no sólo penetró a la víctima sin consentimiento hasta considerarse satisfecho, sino que le robó el móvil para que no pudiera pedir ayuda. La perversión y misoginia de sus actos no dan suficientes pistas, al parecer, de cómo respiran, de cómo actúan y del peligro que suponen para la sociedad en general y para las mujeres en particular.
Que Guerrero Escudero, además, haya sido padre recientemente, debería ser otro motivo más en contra de su libertad provisional. Los hombres que maltratan o abusan o agreden o violan o matan a una mujer nunca serán buenos padres.
Podíamos esperar esta puesta en libertad del juez del voto particular, ese al que el ex ministro de Justicia se refirió como alguien “con problemas” (¿por qué sigue “repartiendo” justicia este sujeto?, ¿por qué su opinión cuenta si el máximo responsable del Ministerio de Justicia dijo poco menos que era vox populi que tiene problemas?). Podíamos esperarlo de ese juez, pero ¿por qué hay una jueza en el tribunal que ha cambiado de opinión? ¿Cómo alguien que condena a 9 años de prisión a cinco hombres por abuso sexual puede siquiera considerar que están bien en la calle y que no son un peligro?
Habrá concentraciones feministas en todo el país, escucharán nuestras voces ésta y todas las veces que sean necesarias, pero lo cierto es que esta noticia es una confirmación más de que las calles son del patriarcado, nuestros cuerpos de quien los quiera pisar, y la justicia una pantomima que relega a las mujeres a una categoría inferior a la de los hombres.
El mensaje es claro, y va en dos direcciones:
Para nosotras: vuestra lucha se queda en las calles, gritad cuanto queráis, porque los organismos con poder y vuestras vidas siguen siendo del patriarcado. Por un lado os culparemos cuando no denunciéis, y por el otro os culparemos por denunciar. Los malabares para sobrevivir a eso es cosa vuestra.
Para ellos: Vejar a mujeres, humillarlas, y luego robarles nunca estará del todo probado aunque una sentencia lo diga. Siempre quedará la duda sobre si ellas mienten, aunque haya vídeos, nunca estará del todo claro. El sistema, además, sostendrá a todos aquellos que os apoyen: a los que linchen a las víctimas desde foros infectos y desde medios de comunicación que luego publicarán vuestros escritos y vuestras soflamas chulescas que demuestran que nada habéis aprendido. Porque no hace falta aprender nada. Que delincáis no significa que tengáis que estar entre rejas, podéis volver a casa, salir de fiesta, hacer y deshacer porque ni siquiera se os vigilará, mucho menos de la puerta del dormitorio para dentro.
Añadir además que en unos días son los sanfermines. A las mujeres de esta y otras fiestas sólo les queda rezar, como en el medievo, para que los condenados decidan libremente no ir. Y para no toparse con todos los misóginos envalentonados por esta noticia, que se sentirán más impunes que nunca.
En concreto a estos cinco les han retirado los pasaportes, una medida muy eficaz teniendo en cuenta que Pamplona está en España, al igual que Sevilla, por donde se moverán como si la cosa no fuera con ellos, como si fuera la sociedad la que les debe algo y no al revés. Sólo tienen la prohibición de entrar en Madrid.
Con la libertad de sus violadores, el encierro ahora le toca a su víctima. Pensé en un principio que no salir de su ciudad era lo único que le aseguraría no verlos ni de lejos, pero la verdad es que es muy probable que de ser ella, yo no confiara ni por un momento en que quienes me violaron (porque la sentencia puede decir misa, que seguirá sin modificar su recuerdo) y me robaron no fueran a intentar contactar conmigo para tomar represalias por mi denuncia. Si ya fue atacada desde medios y foros por tipos que ni conocían a los condenados, ¿qué no tendrán ganas de decirle o hacerle los que han pasado dos años en prisión?
Bueno, recemos también para eso.
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Los cinco condenados de La Manada saldrán en libertad provisional si pagan 6.000 euros. Su abogado indica que no hay peligro de reincidencia, como si nadie pudiera estar seguro de eso, la juez que falló a favor de la víctima, cambia de opinión y considera que es cierto, que no pueden reincidir.
Como si para que violen a alguien hiciera falta que saliesen siquiera de sus casas. La misoginia que han demostrado y con la que han actuado no sólo en este caso si no en el de Pozoblanco (que sepamos por ahora), deja claro que no sólo no ven nada malo en usar, humillar y someter a mujeres, sino que disfrutan de ello y es parte de su concepto de “fiesta” y “diversión”.