Barbijaputa es el seudónimo de la articulista que encontrarás bajo estas líneas. Si decides seguir leyendo darás con artículos y podcasts sobre el único feminismo sensato que existe: el radical.
Violación televisada
En 2017, Carlota, una de las concursantes de Gran Hermano, fue llevada a su cama en estado de embriaguez por uno de sus compañeros, José María López Pérez. Ella apenas podía ni hablar, pero eso no le importó al hombre que, sin haber probado una gota de alcohol, se metió con ella y se cubrió con el edredón para que no lo vieran las cámaras. Una vez allí, se denuncia que la violó aprovechándose de la indefensión de Carlota.
La “Súper”, máxima autoridad en ese momento del programa, ha declarado en el juicio que observó “la cabeza de Carlota moverse de manera descontrolada, con los ojos cerrados, sin control”. Sin embargo no ordenó en ese instante que el personal de seguridad entrara para parar la agresión. Cinco minutos, con todos sus segundos, fue el tiempo que José María López presuntamente violó a la chica, ante la mirada del personal con acceso a las imágenes. Fue entonces cuando la Súper la llamó a ella por megafonía. “Me da que Carlota no va a llegar al confe”, se rió él. José María sabía en todo momento de la situación en la que se encuentra ella, tan afectada que no la ve capaz de andar.
Carlota, por su parte, apenas había podido pronunciar “no puedo” y “quita”. No fue escuchada por su agresor, que ahora se enfrenta a un juicio por abuso sexual. Ojo, abuso, que no agresión. Volvemos a encontrarnos por enésima vez con una supuesta violación que no es considerada agresión sexual porque la víctima no tuvo fuerzas ni conciencia para oponer resistencia. Da igual que fuera la imagen de su “cabeza descontrolada” la que alertó al programa, da igual que hubiera dicho que no. Da igual porque la Justicia sigue sin ver la violencia por ninguna parte en situaciones como esta.
Al día siguiente de los hechos, Gran Hermano le puso las imágenes a la propia Carlota, que no recordaba nada. Ella habló con El Confidencial sobre el shock que le supuso el visionado de lo que describió como su propia violación. “Es mi cuerpo el que sale ahí, inconsciente y violado. Es que incluso se ve cómo se ríe de mí después de hacerlo. Se ve cómo la 'Súper', porque esa noche era una mujer la responsable de la casa, me llama y yo no respondo porque estoy inconsciente. Él dice entre risas algo como ”me da que Carlota no va a llegar al confe“.
Un hombre ha sido denunciado por violar a una mujer delante de innumerables cámaras, y que de ser así pudo ser evitada por las personas que tenían acceso a la casa. Además, el denunciado se rio de la víctima. Una mujer puede no librarse de la violación de un hombre ni en la casa más vigilada del mundo. No hay un sitio completamente seguro para la libertad sexual de las mujeres si hay hombres alrededor.
Después de todo lo descrito, ¿quién sufrió acoso? No fue él, por supuesto, su grupo de fans, de hecho, creó para él un grupo de apoyo.
Carlota fue quien, tanto en redes como en la calle, sufrió el acoso y el desprecio de la sociedad. Tal y como ella contó a El Confidencial: “He recibido amenazas, insultos, vejaciones, humillaciones... Ya puedes ser la persona más fuerte del mundo, que eso va calando en ti y te va haciendo daño. (...) Me quité de las redes sociales y me volví prácticamente una ermitaña. Lo único que quería era poder ver a mis psicólogas y seguir con mi tratamiento para salir adelante. Me teñí el pelo para que no me reconociesen por la calle. Estuve prácticamente un año saliendo de casa con cascos de música puestos para no escuchar los comentarios de la gente. Las personas no tienen vergüenza, ni pudor ni escrúpulos... Te paran y te llegan a preguntar, ”¿es cierto que te violaron?“.
La sociedad y la Justicia, ambas con las raíces bien hundidas en el sistema patriarcal, hacen siempre que lo peor de una agresión para una mujer venga después de la propia agresión. El juicio, el acoso, las miradas, la sospecha siempre volando sobre su cabeza, la sombra de la duda tras de ellas, los ojos de los demás clavados en los suyos para adivinar si están mintiendo. Mientras, al hombre, nadie lo mira de frente, nadie habla de él, nadie lo para por la calle y le pregunta si violó a una mujer.
Lo descrito en la denuncia no es abuso sexual, sino agresión, aunque su presunto agresor no reciba la pena correspondiente. Y ella, como el resto de víctimas de violencia sexual, no es culpable de absolutamente nada, no tendría que esconderse de nada ni de nadie. Las miles y miles de mujeres violadas cada año en nuestro país (millones en todo el mundo), deberían estar recibiendo sólo respeto, apoyo, consuelo y afecto en la medida en que lo necesitaran. Es insoportable que las mujeres sigamos siendo el objeto que usan los hombres para su placer y diversión, para más tarde ser arrojadas al suelo y pisoteadas por el resto de la ciudadanía.
Ojalá llegara este artículo a los que han parado por la calle a Carlota, o a los que difundieron los datos de la víctima de La Manada, o a los que acosan a víctimas de violación. Ojalá le llegara sólo a uno para poder decirle: tú también eres un violador.
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En 2017, Carlota, una de las concursantes de Gran Hermano, fue llevada a su cama en estado de embriaguez por uno de sus compañeros, José María López Pérez. Ella apenas podía ni hablar, pero eso no le importó al hombre que, sin haber probado una gota de alcohol, se metió con ella y se cubrió con el edredón para que no lo vieran las cámaras. Una vez allí, se denuncia que la violó aprovechándose de la indefensión de Carlota.
La “Súper”, máxima autoridad en ese momento del programa, ha declarado en el juicio que observó “la cabeza de Carlota moverse de manera descontrolada, con los ojos cerrados, sin control”. Sin embargo no ordenó en ese instante que el personal de seguridad entrara para parar la agresión. Cinco minutos, con todos sus segundos, fue el tiempo que José María López presuntamente violó a la chica, ante la mirada del personal con acceso a las imágenes. Fue entonces cuando la Súper la llamó a ella por megafonía. “Me da que Carlota no va a llegar al confe”, se rió él. José María sabía en todo momento de la situación en la que se encuentra ella, tan afectada que no la ve capaz de andar.