¿Tiene alguna estrategia definida la derecha de este país? Por supuesto: echar al gobierno de izquierdas. Y a ello, codo con codo, se han aplicado desde hace meses todas las fuerzas conservadoras y reaccionarias de este país. Saben PP y Vox que tendrán que sumar sus votos si quieren gobernar, y en ello trabajan sin descanso. ¿Cada uno por su lado hasta la boda en templo engalanado, con fiestorro por todo lo alto en caserón antiguo y jardín lleno de flores? Pues que así sea, que parezca que estamos enfurruñados para finalmente, en el momento oportuno, darnos el piquito. Añadan al paquete los retrógrados estamentos judiciales, las grandes patronales, la Iglesia y sus terminales mediáticas, junto a ese letal entramado de la prensa de la caverna y las redes sociales -para resumir tan abultada concurrencia, la gente de bien- como tantas veces hemos denunciado en este humilde tabuco. En la derecha, como en la fiesta de Blas, todos reman en la misma dirección y con un único objetivo en el punto de mira: liquidar al Gobierno, derribar a las izquierdas, acabar con ellas, fumigarlas. Luego vendrá revertir todas sus leyes progresistas. El Estado es nuestro, de los ricos y poderosos, y no vamos a dejar que lo detenten unos desharrapados de tres al cuarto. De rodillas, que es como deben estar.
Así que pueden reírse, pero no mucho, de la pantomima de Tamames -¡vaya puntazo la exclusiva de este diario, que unos cuantos miserables de la prensa han tachado, despectivamente, de filtración!- que sabemos ridícula, bochornosa, grotesca y estrafalaria. Sigan con los adjetivos de la misma familia y acertarán con todos ellos. Pero hagan el favor de no engañarse: la moción de censura va a conseguir, y con notable éxito, no lo duden, su objetivo primordial, multiplicar y amplificar el ruido de poner a parir al Gobierno y muy en concreto a su presidente, Pedro Sánchez. O sea, echar más leña a ese fuego que han diseñado los gurús del poder neocapitalista. Más agua para la lluvia fina, más insultos, más degradación, más mantras mentirosos repetidos mil veces de manera muy estudiada para conseguir el efecto de lavado de cerebro. Para eso, para embarrar y llenar de estiércol el terreno de juego democrático va a servir el aquelarre que empieza hoy, todos los medios y todos los altavoces puestos a disposición de un orate animado por un partido orate para esa labor de machacar un mismo mensaje, el único que han logrado elaborar: echar a los rojos, nos llevan a la ruina y van a romper esta España nuestra, esta España muerta.
¿Acaso han oído ustedes algún plan medianamente elaborado sobre cualquier tema vital para el futuro de España, no ya al feroz Abascal, pura miseria intelectual, sino también a ese señor inane que presume de político bien formado y que se llama Alberto Núñez Feijóo? Europa, pensiones, paro, inflación, guerra de Ucrania, educación, sanidad… ¿Qué pretende hacer la derecha, más allá de una cantada privatización de servicios esenciales y amenazar con ese mantra de la bajada de impuestos? Ni tienen un proyecto de país ni les importa tenerlo. Isabel Díaz Ayuso, la reina del vermú manejada por el fiero teórico Miguel Ángel Rodríguez, mamada su capacidad política en las ubres de la extrema derecha norteamericana pro Donald Trump -¿será verdad que alguien va a meter en la cárcel a este lunático?-, la misma que ya dijo que el cambio climático es una gran estafa, lo ha soltado con su brutalidad habitual: “matadlos”. Y lo ha escrito así, tal cual: “matadlos”.
¿Debemos entonces tener miedo las gentes progresistas de este país ante la posibilidad, y ahí tenemos el preocupante fantasma frente a nosotros, de que nos gobierne este conglomerado de charranes ultrarreaccionarios? Miedo, no: pánico. ¿Y qué hace la izquierda ante este tsunami de odio y desvergüenza? Pues abanicarse los egos y proclamar, gritos en el vacío, que nosotros, nuestro grupito, nuestro ochote, nuestro trío, incluso nuestro dúo, somos los mejores, los más puros y los más revolucionarios, desconfíen ustedes de los otros rojos, gentuza indeseable. Por eso, bastará un ejemplo, indigna que los dirigentes de Esquerra y Bildu, cegados por sus miserias internas, hayan dejado viva la ley mordaza del PP, a expensas de que un futuro ministro del Interior de ese seguro conglomerado de derechas, digamos un nuevo Jorge Fernández-Díaz o un Ángel Acebes, o un Espinosa de los Monteros, todo es empeorable, que decía un amigo, tenga en su mano la aplicación de ese aberrante texto legal para reprimir lo que gusten y a quienes gusten. ¡Gracias, amigos de ERC y Bildu, gracias, muchas gracias, rendidos estamos a sus pies, qué inteligentes son ustedes, qué progresistas, qué puros e inmaculados!
Por no hablar, ya estarán hartos de oírselo decir al Ojo, de esa unidad de la izquierda, más allá del PSOE, que todavía no ha zarpado de puerto y ya se anuncian borrascas, marejadas sin cuento y horribles temporales. Y eso, todavía anclado Sumar en tierra firme, que ya saben ustedes que la primera bronca está montada por cómo se sale: juntos o separados. ¿Podrá acabar bien lo que tan mal empieza? Porque si ahora estamos en la que estamos, ya verán cuando Sumar salga a alta mar y tenga que navegar frente a olas gigantescas. Si es que llega a zarpar, que no sería el primer proyecto de unidad de la izquierda que se hunde antes de echar a andar. La izquierda y yo, que decían los clásicos, somos así, señora.
Mientras, este Gobierno tan achacoso y tan inútil, ha logrado capear todas las crisis que se le han puesto por delante, bichos espantosos, volcanes, guerras, inflación, y para guinda del pastel, hasta crisis bancarias, que al final, como siempre, tendremos que rescatar, con nuestros magros dineros, a esos banqueros manirrotos y avarientos que nadie se ha preocupado de vigilar y frenar. Una pena tantas moscas incordiando, porque Sánchez y sus ministros deberían dedicarse en cuerpo y alma, olvidando esos insanos politiqueos, a frenar los precios de los alimentos y a buscar una solución para los alquileres. Esa sí es una tarea digna. No den más bazas a la derecha, ya está bien, y pónganse, los ciudadanos lo necesitan, manos a la obra. Aún están a tiempo.
Adenda. Hemos sabido que la princesa Leonor emprenderá su formación militar para familiarizarse, cosa muy útil para los reyes, siempre en primera línea de combate de cualquier guerra, como todo el mundo sabe, con tanques, submarinos multiarmados y misiles de largo alcance. Propuesta del Ojo: al acabar su formación militar, podíamos enviar a la princesa a Jersón o Bajmut para que allí, en directo, contemple las consecuencias de la utilización de esas armas que acaba de estudiar. Todo sea por su completa formación. Amén.
32