- En nombre de esos perros, ha lanzado una petición de firmas para exigir que perreras y protectoras estén obligadas por ley a pasearlos dos veces por semana durante media hora
Señor Presidente, me presento: me llaman Brutus, soy un perro “de” perrera.
NaciÌ cerca de Barcelona, en un poliÌgono a las afueras. Me criaron, por llamarlo de alguna manera, en una nave industrial con otros perros. Nunca he sido un perro con suerte, la verdad. Siendo un cachorro enfermeÌ y perdiÌ el 90% de la visioÌn. Estoy casi ciego. Cuando te tiran la comida y compites con el resto de los perros de la nave por un trozo de pan, la falta de visioÌn se convierte en un problema muy grave; las decenas de mordiscos que adornan mi cuerpo asiÌ lo atestiguan.
Hace un par de anÌos mi suerte cambioÌ: un fuerte estruendo, muchos ladridos y un lazo sobre mi cuello. No recuerdo nada maÌs. Cuanto recobreÌ el conocimiento me encontraba en una jaula en el CAAC de Barcelona, la protectora municipal de la ciudad. No soy muy mayor, tengo unos 5 anÌos, entreÌ en el Centro con unos 2 y medio y espero vivir hasta los 14. SeÌ que morireÌ en la jaula. Nunca nadie se ha interesado por miÌ: mestizo de Pit bull, muÌltiples mordiscos por todo mi cuerpo, casi ciego... MorireÌ en esta jaula, seguro. Los perros “de” perrera estamos en la escala maÌs baja de los seres vivos.
SenÌor Presidente, creo que los valores que inspiran a conseguir un paiÌs mejor (justicia, libertad, bienestar, solidaridad) tienen que llegar a todos los que pertenecemos a este paiÌs, tambieÌn a nosotros, los seres vivos situados en la escala maÌs baja. Recuerde que tambieÌn somos espanÌoles. Yo naciÌ en Barcelona. Seguro que se puede hacer mejor. Los perros “de” perrera vivimos un infierno: largas vidas en una jaula y, en la mayoriÌa de perreras del paiÌs, sin paseos. En cientos de perreras ¡no hay paseos!, solo jaulas de por vida, si deciden mantenernos vivos. Excepto en algunas Comunidades, a muchos se nos niega el derecho a vivir y nos matan.
Tengo que decir, para ser justo, que en este sentido he tenido suerte. Di con mis huesos en el CAAC de Barcelona, donde salgo a pasear media hora casi todos los diÌas, gracias a los voluntarios y al personal del Centro. Desgraciadamente, este golpe de suerte no lo tiene la gran mayoriÌa. Comentan companÌeros que en otros centros hay perros que no han salido nunca de las jaulas. ¿Se puede llamar vida a eso? ¿QueÌ sentido tiene nuestra triste existencia? Muchas jaulas tienen 2 metros de largo por 1 metros de ancho.
SenÌor Presidente, ¡ayuÌdemos! Tiene que exigir por ley a todas las perreras y protectoras que se encuentran en territorio nacional -municipales, autonoÌmicas, estatales y privadas- que incorporen la rutina obligatoria de dos paseos semanales para los perros que viven en jaulas. Solo dos paseos semanales de media hora, es lo uÌnico que pedimos.
Señor Presidente, ¡ayuÌdenos! La recompensa... infinita: cada manÌana, cuando se mire en el espejo, veraÌ reflejada la sonrisa de miles de perros “de” perrera, contentos ante la posibilidad de poder dar una vuelta, oler algo, utilizar sus uñas escarbando un poco, sentir la tierra mojada en las pezunÌas. ¡Volver ser un animal durante unos minutos!
Gracias de antemano.
Brutus