Millones de animales son transportados vivos cada día como parte del proceso para que terminen en un plato. Un proceso que supone, según la FAO, “la etapa más estresante en toda la cadena de operaciones entre la finca y el matadero, lo que contribuye significativamente al maltrato del animal y a las pérdidas de producción”.
Los animales que nos cruzamos constantemente en cualquier carretera viven un auténtico calvario: viajes interminables, mínimo espacio y, a menudo, temperaturas extremas y ausencia de agua. Una violación sistemática de la normativa vigente de protección de los animales durante su transporte, recogida en el Reglamento (CE) 1/2005, que ya en su prólogo recomienda “limitar en la medida de lo posible los viajes largos” para limitar el estrés, la ansiedad y el miedo que sufren, y que establece la obligación de evitar que sean heridos o sufran de forma indebida, haciendo referencia explícita a factores como la longitud de los trayectos, el acondicionamiento de los vehículos y habitáculos, el espacio mínimo, la formación adecuada de los profesionales o la necesaria oferta de agua, comida y descanso durante el recorrido. Un texto que se queda en en mera declaración de intenciones, cuando no en papel mojado, tal y como demuestran las sucesivas investigaciones e incluso un reciente informe de la Corte Europea de Auditores.
Ante esta situación, la inacción política marca la pauta. El pasado mes de marzo, el Parlamento Europeo rechazó poner en marcha una comisión de investigación sobre el transporte de animales vivos, pese a que la propuesta había sido puesta encima de la mesa por 223 diputados, muchos más de los 183 necesarios para presentar una solicitud de estas características. Una decisión contra la que, ahora, Equo-Los Verdes ha emprendido acciones legales.
El recurso, interpuesto ante el Tribunal de Justicia de la UE por los eurodiputados Florent Marcellesi, Bas Eickhout, Bart Staes, Pascal Durand, Yannick Jadot, Maria Heubuch, Sven Giegold y Karima Delli, denuncia que “los principales grupos políticos con representación en Bruselas, encabezados por PPE y S&D y el Presidente Tajani, decidieron, sin dar razones, sustituirlo por un informe de aplicación, con un alcance y una publicidad mucho más limitados, cuya redacción se confió a la muy tradicional Comisión de Agricultura. Más allá del evidente problema ético del bienestar animal, el método en sí no es aceptable”, apunta la formación ecologista.
“La negativa del Parlamento Europeo nos sorprendió”, reconoce Florent Marcellesi, de Equo, que lamenta que la actitud del presidente Tajani y de la Conferencia de Presidentes “no esté a la altura de las circunstancias”. “Primero, por una cuestión democrática: si más de 183 diputados solicitan que la propuesta de creación de una comisión de investigación se vote en el pleno, según el Reglamento se debe votar. Negarlo sienta un grave precedente las garantías democráticas en el Parlamento Europeo. Segundo, por una cuestión de bienestar animal. Rechazar esta investigación va en contra del deseo de la mayoría de la ciudadanía europea, tal y como se expresaron miles de personas en la consulta pública de la Comisión Europea sobre la PAC, en la que quedó demostrado que el bienestar animal era una de las principales preocupaciones ciudadanas”.
Desde otras esferas se valora muy positivamente la iniciativa. “Es maravilloso que un partido político haya tenido la iniciativa de enviar este caso a la Corte de Justicia”, afirma Alberto Díez, portavoz de ANDA, la Asociación Nacional para la Defensa de los Animales. “La Conferencia de Presidentes no puede vetar una iniciativa aprobada en pleno. Ahora habrá que esperar que los mismos intereses que han presionado en el Parlamento no hagan lo mismo en la Corte de Justicia haciendo que ésta no acepte el caso”, advierte. “Esperemos que eso no ocurra, pero somos conscientes de que hay por medio muchos intereses económicos y todos los países de la UE participando de ellos”.
Según explica Díez, cuando el transporte de animales se lleva a cabo más allá de las fronteras de la UE, las normas se relajan aún más en perjuicio de éstos. “Hay esperas en frontera que alargan los viajes más de lo permitido, márgenes de temperaturas legales que en verano no se respetan… e imposibilidad de vigilancia una vez que se encuentran fuera de la UE”, lamenta. “Lo peor de todo es que esta exportación, en vez de disminuir, aumenta. Y desde la UE, en vez de investigar los problemas y en base a ellos establecer soluciones, se prefiere mirar para otro lado y permitir que el negocio continúe, sea cual sea el coste”.
¿Es posible que cambien las tornas para los animales destinados al consumo humano? “La reforma de la regulación actual se está llevando a cabo en estos momentos en el Parlamento Europeo, y los Verdes estamos trabajando para hacerla más útil para garantizar el bienestar animal”, asegura Marcellesi. Entre las propuestas del grupo están limitar los viajes a un máximo de cuatro horas y prohibir los de larga distancia bajo condiciones meteorológicas extremas. También, que se dé prioridad al transporte de la carne sobre el transporte de animales vivos, poner condiciones más estrictas a los transportes marítimos y crear una lista negra de incumplidores de la regulación. Y, sin embargo, difícilmente los animales vislumbrarán cambio alguno en su bienestar mientras sigan siendo entendidos y tratados como un mero recurso económico, y no como seres sensibles y con derechos.