Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

El Arco de Shipton

Íñigo Jáuregui Ezquibela

2

Hay pocos lugares en este mundo, por no decir ninguno, que hayan escapado del escrutinio de Google maps y de los satélites que orbitan a nuestro alrededor. Toda o casi toda la superficie de la Tierra ha sido descubierta, descrita y cartografiada. La expresión latina terra incognita, que era incluida en los planisferios renacentistas para referirse a los territorios situados más allá del alcance de los occidentales, hace tiempo que dejó de tener sentido.

Una de las mejores maneras de buscar consuelo frente a esta situación es refugiarse en el pasado para evocar los tiempos gloriosos en los que los exploradores y las exploraciones, en el que las sorpresas y lo sorprendente estaban a la orden del día. En ellos se ocultan auténticos tesoros, gestas y hechos fascinantes o meramente curiosos.

Ése es el período al que vamos a referirnos para evocar la figura del alpinista y explorador británico Eric Shipton (Sri Lanka, 1907 – Ansty Manor, 1977). Para quienes no lo sepan, Shipton fue uno de los pioneros en el reconocimiento y las tentativas de ascenso al Everest, pero simultáneamente, como tendremos ocasión de comprobar, desempeñó labores diplomáticas al servicio del Imperio británico. En su haber figuran la conquista del Kamet, cinco expediciones al Everest (1933, 1935, 1936, 1938, 1951), el descubrimiento del santuario del Nanda Devi, un intento frustrado al Muztagh Ata, ocho libros publicados y decenas de ascensiones en los cinco continentes. Entre agosto de 1940 y octubre de 1942, y agosto de 1946 y octubre de 1948 ejerció como cónsul general de su graciosa majestad en la ciudad china de Kashgar (Sinkiang) y durante estas dos estancias consecutivas descubrió, en un paraje remoto, la existencia de un arco natural de grandes dimensiones que es conocido con el nombre de Shipton´s Arch (Arco de Shipton). Las peripecias y los tres intentos que llevaron a su descubrimiento definitivo aparecen registradas en un libro editado en 1950 bajo el título Mountains of Tartary. El capítulo cinco (“The arch”) está consagrado casi íntegramente a su descripción y en sus inicios podemos leer lo siguiente: “A 25 millas al oeste-noroeste de Kashgar existe una cordillera de crestas rocosas dentadas. Desde Kashgar, y observada por encima, no resulta muy impresionante porque aparece semioculta por una masa informe de colinas desiertas (…) Mientras viajaba de Kashgar a Tashkent en 1942, a la altura de Min-Yol y a unas 25 millas de la primera ciudad, pude observar que uno de los picos estaba traspasado por un orificio que parecía iniciarse a 200 pies por debajo de la cumbre y extenderse casi hasta el suelo. Desde 10 millas de distancia era difícil hacerse una idea del tamaño de ese gigantesco orificio, pero según mis estimaciones, la bóveda debía rondar los 1.000 pies de altura.

No fue hasta muchos años después que tuve la oportunidad de intentar estudiar este extraordinario fenómeno. Infravalorando la dificultad de la tarea, mi mujer y yo partimos de Kashgar un fin de semana de enero de 1947 con este propósito…“.

Sin embargo, lo verdaderamente singular de este caso no es el hallazgo del arco sino su desaparición. Durante algunos años, el Arco de Shipton figuró en el libro Guiness de los Récords como el mayor arco natural existente en el mundo, pero como nadie volvió a dar con él, como nadie repitió la visita, fue excluido del catálogo. Su redescubrimiento se produjo más de medio siglo después, en mayo del 2000, cuando una expedición compuesta por cinco miembros y patrocinada por National Geographic (http://publications.americanalpineclub.org/articles/12200140200/Asia-China-Kun-Lun-Shan-Shiptons-Arch-First-Ascent) fue capaz de relocalizarlo siguiendo las instrucciones redactadas por Shipton. Los detalles del descubrimiento aparecieron algunos meses después, en el número de diciembre de la edición inglesa de la revista, en un artículo que llevaba la firma de Jeremy Schmidt y el título de “Journey to Shipton´s lost arch”.

Ahora sabemos que el arco en cuestión se halla en las inmediaciones de la ciudad de Artux o Artush, capital de la prefectura de Kizilsu (Sinkiang), a 2.973 metros de altitud, y que localmente es conocido el nombre de Toshuk Tagh (uigur) o el de Atushi Tianmen (chino). El primero suele ser traducido como “montaña del orificio” y es segundo como “puerta del cielo”. Esta gigantesca bóveda de conglomerado está ubicada en la cabecera de una garganta de varios centenares de metros de profundidad y, por consiguiente, sus dimensiones varían en función del punto que se elija para realizar los cálculos. El más optimista, el que toma como referencia la base del barranco, le atribuye una altura máxima los 460 metros y una anchura media de 55.

Hace algunos años, las autoridades chinas decidieron convertir este monumento natural esculpido por los elementos en una atracción de primera magnitud. Además de construir y asfaltar una carretera hasta el aparcamiento y centro de visitantes que preceden a la formación, también habilitaron un sendero de tres kilómetros para facilitar el acceso de los turistas dotándolo de pasarelas de madera, escaleras, bancos, mesas, barandillas, un mirador panorámico y privándolo de toda su magia.   

Etiquetas
stats