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Lesión pulgar del esquiador

Pulgar del esquiador I

Pablo Terrón, Director de Fisioterapia de la Universidad 'Francisco de Vitoria'

Una de las lesiones que se encuentran con más frecuencia entre los esquiadores es la que afecta a la articulación metacarpofalángica del pulgar. La articulación metacarpofalángica del pulgar presenta dos sistemas de estabilidad, uno es el sistema formado por la cápsula y ligamentos propios, de efecto pasivo, el otro por la musculatura, de efecto activo. Dentro del primero, el sistema capsuloligamentoso, el ligamento colateral cubital se presenta como el máximo exponente de retención estabilizadora. La afección de esta articulación con participación del ligamento colateral cubital se presenta en sus formas de esguince o arrancamiento óseo.

B. Stener describió su lesión en 1962, consistente en un arrancamiento de dicho ligamento por un mecanismo de hiperabducción de la articulación, el cual provocará un desplazamiento del mismo de tal modo que puede quedar situado por fuera de la aponeurosis del músculo aductor del pulgar, con o sin arrancamiento óseo asociado. En el esquiador el mecanismo de actuación es generalmente tras una caída con el pulgar en abducción (separación).

Se relacionó la lesión de dicho ligamento con el sobreuso de dicha articulación en los esquiadores de fondo, pero resulta muy arriesgado establecer directamente este mecanismo de lesión con su afección ya que dicho ligamento en condiciones normales presenta un elevado porcentaje de resistencia. En la mayoría de los casos sucede tras una caída con impacto de la mano en la nieve, cuando ésta sujeta el bastón, y provoca una hiperabducción del pulgar y asociada una desviación cubital de la muñeca.

La sintomatología comienza inmediatamente tras el traumatismo, apareciendo dolor localizado en la articulación, sobre todo hacia la cara cubital de la misma, con tumefacción y una gran impotencia funcional (es difícil extender o flexionar la articulación más allá de unos pocos grados). A veces el dolor es tan intenso que tiene como consecuencia un cuadro casi sincopal, con palidez, malestar, debilidad y sensación de nauseas.

Cuando la lesión supone un arrancamiento de la inserción del ligamento colateral cubital sin que exista desplazamiento del fragmento óseo, el tratamiento será de inmovilización durante un periodo no inferior a cuatro semanas. Por el contrario, si existe un fragmento óseo desplazado, o lesión del ligamento con posibilidad de interposición de la aponeurosis del aductor, se optará por el tratamiento quirúrgico.

Por supuesto que dicha lesión no es exclusiva del esquiador: en la literatura médica anglosajona se conoce como “la lesión del guadabosques”, y puede encontrarse con gran frecuencia también en las manos de los jugadores de balonmano, voleyboll, kárate y practicantes de otros deportes de combate.

Lo más importante respecto al diagnóstico es establecer el grado de afección de la articulación. La única forma de lograrlo es determinar la estabilidad de la articulación, es decir, si el ligamento es competente (y cumple con su misión de contener la articulación) o no.

Para ello se analiza el grado de desviación radial (o sea, el “bostezo” de la articulación) producido por una abducción forzada sobre la articulación metacarpofalángica. En el caso de existir un esguince de dicha articulación, se conservarán los movimientos propios de la misma exceptuando el de abducción, que resultará molesto al aplicar una resistencia y no así si lo realizamos de forma pasiva. En otras ocasiones, el movimiento generador de la lesión puede producir también el arrancamiento de un pequeño fragmento óseo en la base de la falange proximal (la que se articula con el metacarpiano), en cuyo caso hay un segundo punto especialmente doloroso a nivel de la región palmar-cubital de la articulación.

Siempre debemos valorar el alcance de la lesión, por lo que resulta imprescindible establecer un correcto diagnóstico médico derivando a la persona a un centro sanitario.

La Kinesiotaping

En cuanto al tratamiento, en los casos más leves basta con la inmovilización de la articulación durante cuatro o cinco días comenzando tras ello la rehabilitación de la articulación, con masaje, calor local y antiinflamatorios tópicos, que en la fase aguda pueden complementarse con otros por vía general.

La práctica deportiva estará contraindicada y la restauración de su actividad se realizará con medidas fisioterápicas que salvaguarden la estabilidad de la articulación. Os presentamos una técnica de resultados especialmente satisfactorios, Kinesiotaping, que consiste en realización de entrenamientos de adecuación al deporte con el uso de un vendaje funcional protector que limitará el movimiento lesivo y facilitará el resto a modo de contención. Es muy recomendable utilizar vendajes en los primeros días de entrenamiento o al tomar contacto con el deporte tras sufrir lesiones de este tipo. Recordad que uno de los mecanismos más afectados es el propioceptor, encargado de dar consciencia a nuestros movimientos gruesos o finos. Estos receptores se verán alterados tras la lesión provocando incluso pérdida de fuerza en todo el brazo. Evitar la atrofia y restaurar los mecanismos propioceptores será uno de los objetivos principales de la recuperación.

En las roturas ligamentosas completas, con gran inestabilidad articular, puede procederse a la inmovilización con un vendaje escayolado o a la cirugía primaria, suturando los dos cabos rotos del ligamento (lo que no evita el posterior período de inmovilización).

En el siguiente artículo os presentaremos una batería de ejercicios que ayuden a recuperar la lesión por completo….

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