Jonathan Viera tuvo que despedirse del club que le ha visto crecer como futbolista entre los pitos y los pañuelos de la afición. El Cartagena aprovechó el bajón de los de Juan Manuel en la segunda mitad para dar la vuelta al gol inicial de Momo con dos tantos de Raimondi, aguando la fiesta de despedida del de La Feria y alejando aún más a la afición de la entidad de Pio XII.
En los prolegómenos se confirmaba lo avisado por Juan Manuel Rodríguez a lo largo de la semana: Francis gozaba de continuidad en el once inicial de los amarillos, relegando a Vitolo en el banquillo, algo que, sin duda, dará que hablar. Además, la sorpresa la protagonizaba David García, quien ocupaba el lateral derecho, a pesar de haberse recuperado recientemente de una lesión, quedándose Pignol en la banqueta por decisión técnica. El resultado: el capitán tenía que retirarse en el minuto 22 lesionado, devolviendo al francés a su sitio.
Todos los ojos se posaban en Jonathan Viera, intentando aprovechar hasta el úl, escuchándose murmullos -tímidos, debido a la escasa asistencia de la afición- cada vez que enfilaba con destino a portería. El mediapunta desprendía el deseo de ofrecer a la hinchada una última alegría desde sus botas y no se demoraría en empezar con el obsequio. Un pase de ensueño por lo alto de la defensa de Viera dejaba a Momo sólo ante Reina y éste embellecería aún más la jugada batiendo con una vaselina al cancerbero para poner el primero de la tarde en lo alto del marcador. Comenzaba la fiesta de despedida de la Unión Deportiva.
La magia del canterano no cesaba en su empeño de hacerse notar en su gran día. Un pase suyo en largo, ajustado al milímetro, dejaba a Pignol recorriendo la banda para la asistencia a Portillo, pero llegaría muy forzado al remate y el cuero se fue a las nubes. El Cartagena ponía todo su empeño en los quehaceres defensivos, intentando evitar el festín de los insulares, lo que propiciaría el aburrimiento de Mariano Barbosa, quien apenas se despeinó en los primeros 45.
El empeño de los amarillos en brindar una despedida en condiciones a su compañero no cesaba, propósito que pasaba por el asedio de la meta cartaginense. Tendría en su cabeza el segundo Portillo tras un excelente centro de Momo, pero entre el guardameta y la madera evitaros que el ariete madrileño siguiese pidiendo a gritos un sitio definitivo en la punta de ataque amarilla. Minutos después volvería a intentarlo tras una gran jugada entre Viera y David González, pero Reina, perfectamente colocado, volvió a evitarlo.
La lucidez amarilla se atenuó tras el descanso, propiciando el despertar de los cartaginenses. Juan Carlos Ríos decidió mover ficha con un doble cambio pocos minutos después del cambio de tercio, lo que no tardaría en dar resultados. El recién ingresado Raimondi amenazaba con aguar la fiesta a los insulares, pero el balón se marcharía a escasos centímetros de la madera. Poco después, no perdono el Uruguayo. Con una vaselina, superaba a Barbosa con facilidad y subía las tablas al marcador, devolviendo los pitos al estadio de Gran Canaria.
Tras el gol y la bronca del respetable, el cuadro insular iba a peor, convirtiendo el encuentro en un monólogo blanquinegro. Subían los decibelios del enfado de la hinchada, que olvidaba la despedida a la perla amarilla y se centraba en demostrar su enfado por la mala imagen que mostraban los suyos en la segunda parte de la contienda. Vitolo, recién ingresado al terreno de juego, calmaba los nervios con una clara ocasión de gol, pero se llenó de balón, no vio a Portillo completamente solo, y mandó alto su disparo.
A falta de diez minutos para el final, ambos equipos buscaban el gol de la victoria, unos para mitigar el enfado del respetable y brindar una última victoria a Viera y otros para agarrarse a sus escasas posibilidades de permanencia. El encuentro se tornaba en un ida y vuelta con más protagonismo de los cartaginenses que hacían méritos para desatar el enfado irreconciliable de la grada. Dicho y hecho. Raimondi eclipsaba definitivamente el protagonismo de Viera con el segundo tanto cartaginés y de su cuenta particular, con la ayuda inestimable de la defensa amarilla.
Se esperaba una calurosa despedida a Jonathan Viera, pero las lesiones evitaros que el de La Feria pudiese ser sustituido para llevarse la ovación del público y al final del encuentro las cosas no estaban para aplausos. A pesar de la corta entrada que presentaba el Gran Canaria -poco más de seis mil personas- la bronca del respetable ensordeció el coliseo insular en el instante en el que el colegiado se llevó el silbato a la boca para decretar el final. Se pone cuesta arriba la continuidad de Juan Manuel al frente del banquillo de la Unión Deportiva Las Palmas.