Carlos Molina Suárez (Moya, 17 de mayo de 1970) es uno de los árbitros con los que cuenta la División de Plata. Cumple, con la actual, su sexta temporada en la segunda categoría nacional si bien lleva trece años dirigiendo partidos como colegiado. Sueña con pitar en División de Honor y antes de llevar la indumentaria de árbitro fue jugador, tanto del Colegios Arenas así como del Barralqui en la categoría preferente. Con más de ochenta partidos a sus espaldas en la categoría de plata, Carlos Molina aspira a escalar el peldaño que le permita hacer realidad su sueño.
En su etapa de jugador, ¿era de los que protestaba a los árbitros?
Bastante. No recuerdo haber sido expulsado, pero si que protestaba.
Con qué se queda cada vez que le toca dirigir un partido.
Con la hora y media de duración del encuentro de fútbol sala. Ofrece muchas satisfacciones y cuanto más complicado se presente, mejor te sientes puesto que la concentración aumenta y te hace estar en todas.
¿Qué es lo peor que lleva?
Los continuos viajes solo. Luego en la pista echas de menos a un compañero del tu mismo Colegio, pero es lo que hay. Esta temporada he tenido la suerte de contar con un mismo árbitro madrileño, Miguel Ángel, en los siete partidos dirigidos y ello se agradece.
¿Es de los árbitros que pasa desapercibido?
Totalmente. No suelo tener problemas tras mis actuaciones como árbitro.
¿Qué resulta más difícil, controlar los banquillos, los jugadores, la afición...?
Desde mi punto de vista los banquillos. Es más, controlados los banquillos, todo resulta más fácil. Factores externos como la afición, los medios informativos, etcétera, no interceden en la actuación durante el partido.
¿Qué opinión le merece la campaña que lleva adelante el Colegios Arenas Gáldar?
A fuerzas de ser sincero, esperaba mucho más del equipo. Desde mi modesto entender fichó muy bien. Algo ha fallado, aunque en las últimas fechas parece haber reconducido su situación en la tabla clasificatoria. Estoy convencido, además, que no pasará apuros para salvar la categoría.