León se asoma de cabeza entre la nada y el Tenerife gana
El Tenerife se hizo fuerte con una jugada a balón parado bien resuelta y con la solvencia recurrente de Aitor Sanz y José León, los futbolistas de campo que nunca le perdieron la cara a un partido plomizo. Los blanquiazules cumplieron con ganar –su primera y única obligación a estas alturas del curso– y lo demás fue un ejercicio solo voluntarioso que retrató la mediocridad a la que han llegado casi cumplidos dos tercios de la temporada.
Dos escalones por encima en personalidad y despliegue de recursos, León resolvió con un cabezazo inopinado una falta sacada con criterio por Roberto López, una rosca tensada que voló hasta el palo largo en lo que Gallego arrastraba a la corta a la defensa del Eldense. Liberado de marca, León remató como si nada, un testarazo medio violento que tranquilizó a la parroquia y a los suyos, aplazando la descomposición que vino luego.
El otro pilar del Tenerife fue este Aitor Sanz camino de quitarle a Felipe Miñambres el sitio del podio que comparte con Molina y Toño. Este Aitor incombustible que disfruta tanto de la abundancia como del hambre, este lunes poscarnavalero –más de birrias irredentos que de circunstanciales– en el que se echó a la espalda a los suyos en una multiplicación de esfuerzos efectivos con la que cumplió su guion y el de otros.
Aitor tapó aquí y acullá, descongestionó con un pase de treinta metros para cambiar el lado del ataque y corrigió malas entregas y errores posicionales. Que todo eso lo haga con cuarenta años cumplidos llama la atención, pero que se revele determinante en otro curso que camina hacia la decepción por no retirarse con un ascenso ennoblece del todo lo suyo. ¿Quién hará de Aitor cuando no esté Aitor?
Garitano volvió a cambiar de once por las bajas de Ángel y Luismi Cruz. Recuperó como titulares a Rahmani y Álvaro Jiménez. Y a Amo para devolver al banco a Sipcic tres semanas después de sacarlo de la suplencia. El cambio de centrales no tuvo mayor trascendencia, sí el de los extremos llegados en enero, otra explicación sobrevenida para dejar a Teto fuera de foco o a Álvaro Romero en el anonimato.
Rahmani es un jugador notable para esta categoría. Tuvo gol y desborde en Málaga y en Eibar, pero aquí no le lucen, hasta ahora, las bazas. Como a tantos y tantos, le puede la precipitación entre el murmullo de la grada. Le asoma un remate franco y elige mal la ejecución, le viene el siguiente y persiste. Y así camina hacia esa desesperación que opaca sus cualidades.
Lo de Álvaro Jiménez duele más a la vista. Según comenzó la segunda parte, Gallego le puso al espacio un caramelo con el que se vio encarado a Aceves. Pudo elegir quebrarlo para rematar a puerta vacía, pero se enredó en la decisión del tiro y le salió uno cruzado que no cogió puerta. Con medio partido por disputarse, lo aguantó Garitano casi hasta el descuento para multiplicarse en ocasiones marradas, contras frenadas y regates imposibles.
Le tiene el técnico a Jiménez la misma fe que no demuestra con Álvaro Romero, al que esta noche le tocó sufrir el mismo cambio incomprensible en el tiempo extra que Teto quince días atrás. Como Teto entonces, a Romero solo le dio tiempo para pisar el área una vez. Y aun así, le sobró para asistir a Gallego con un taconazo de artista que resolvió con un lanzamiento por encima del larguero.
El taconazo de Romero o un control de Roberto para domar un balón caído del techo de Tribuna sacaron del cabreo a un público que no entendió el ejercicio tinerfeñista tras la pausa. Más que fallara Jiménez la suya, el Tenerife del segundo acto perdió la virtud del primero, cuando al menos la voluntariedad para hacer ataques con conducciones a la corta o pelotas a la carrera de Jiménez por el flanco de Mellot evitaron que el Eldense –sostenido por la presencia de Timor como segundo entrenador en el campo para fijar el juego posicional– se desplegara para coger una vuelta mal defendida.
A la vuelta del descanso, el Tenerife se consumió entre la indecisión. De normal contraataca de aquella manera, pero si le surge la duda entre ir o quedarse desquicia a un tibetano. Pudo entregarse a la épica para buscar un resultado más contundente con el que revitalizarse, pero se fue aculando a poquitos hasta acabar defendiendo el área –ya con Sergio como tercer central en lo que León se sobraba con Andone–, otro ejercicio de fútbol de autor de novelitas de quiosco, impropio de un equipo del que cabe esperar otra cosa.
Ganó el Tenerife. Y no es poco porque acabó con una racha de dos meses sin victorias. Pero el balance de lo visto no llama a la esperanza de un cambio de tendencia. Ante un Eldense incapaz de someterlo, rentabilizó el valor de un gol brillante, pero repitió los vicios habituales en un ambiente de desilusión que agranda la duda de si esto es flor de un día, como pareció, o presagio de fin de crisis.
(1) CD TENERIFE: Soriano; Mellot, Amo, José León, Medrano (Nacho, m.87); Aitor Sanz; Álvaro Jiménez (Sergio González, m. 87), Álex Corredera (Bodiger, m.76), Roberto López (Álvaro Romero, m.90+1), Rahmani (Teto, m.76); y Enric Gallego.
(0) CD ELDENSE: Aceves; Toni Abad, Carlos Hernández, Íñigo Piña, Álex Martínez (Cris Montes, m.46); Iván Chapela (Gabri Jimeno, m.84), Sergio Ortuño, Timor (Andone, m.75), Marc Mateu; Ortuño (Pedro Capó, m.59) y Álex Bernal (Jorquera, m.59).
GOL: José León (m.10).
ÁRBITRO: Dámaso Arcediano Monescillo (Comité Territorial Castellano-Manchego). Amonestó a los locales Medrano (m.51), José León (m.52) y Waldo (en el banquillo, m.90+4) y al visitante Gabri Jimeno (m.88).
INCIDENCIAS: Partido de la vigésimo séptima jornada de LaLiga Hypermotion (Segunda División) disputado en el estadio Heliodoro Rodríguez López ante 12.733 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento del doctor José María Martín Lanzone, ex médico del CD Tenerife, y María del Rosario Henríquez Medina, madre de Cristo Marrero, actual entrenador del CD Tenerife C, además de por los personajes del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife fallecidos en 2023.
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