El Tenerife hizo lo que debía (ganar) como buenamente pudo y salvó la visita del Alcorcón acalambrado medio equipo y rumiando por que acabara el partido antes de tiempo. Un gol de Apeh –la baza que guardaba Ramis para jugar distinto contra un rival tan insípido, desconcertante y con olor de descenso sin cumplir medio campeonato– calló al Heliodoro justo cuando empezaba a impacientarse con el delantero nigeriano, honrado en el esfuerzo y cortito de condiciones para la Segunda División.
El 1-0 en una tarde tan plomiza devuelve a los blanquiazules a la tercera plaza, más cerca del ascenso directo que del corte de la promoción, y sirve de salvavidas para evitar la crisis que habría abierto otro resultado, inexplicable vista la capacidad actual de los alfareros, más entendible atendiendo a las limitaciones con las que se topó su entrenador: de baja Carlos Ruiz, tocados Shashoua y Sipcic, sin crédito para la titularidad Míchel Herrero –cuando entró lo hizo como segundo punta– y fuera de cualquier rotación Ethyan o Thierno.
Con todos esos condicionantes, que el Tenerife ganara no alcanza el milagro porque tiene mejores prestaciones que este Alcorcón. Al contrario, envía con su novena victoria una señal de fortaleza. El día del curso que peor jugó y manejó su técnico los cambios fue capaz de no dejarse crédito: cuando pudo no quiso y cuando quiso no pudo, hasta encontrarse el gol providencial de Apeh tras un error grueso de David Hernández en un corte pifiado que puso la pelota a sus pies y un remate que pudo coger rumbo a Anfiteatro o entrar pegado al larguero, como fue.
Sin Shashoua ni Bermejo, pudo ser el día de Rubén Díez, pero no fue titular. El Tenerife arrancó con doble delantero y detrás repitió los mismos que en Málaga salvo Sipcic, relevado por Sergio como central derecho. Con Apeh desde el comienzo, varió la propuesta local, fiada a la capacidad del senegalés para jugar apoyos con la segunda línea o con Enric Gallego. Y algo encontró el muchacho en lo que el partido reclamaba un ritmo que la ausencia de Shashoua y la voluntaria cachaza del Alcorcón nunca permitió hasta que el gol obligó al equipo de Fran Fernández a exponerse.
Apeh, como se dijo, no ahorra una carrera ni rehúye una pugna, pero con el balón al pie juega a la ruleta rusa. Tanto se pierde en controles descontrolados, como le amanece una conducción de aquella manera que arranca una ovación de la grada. En la segunda de las suertes, rozó el premio del penalti (m.20) cuando se arrancó vertical y fue derribado cerquita de la frontal por Laure. La cosa acabó con amarilla para el lateral y un libre directo que desperdició Elady pegándolo a la barrera.
Tres minutos antes, Mollejo –otra vez de más a menos, ya detectada por cada árbitro su querencia por el histrionismo– había puesto el único gesto brillante del partido, un tiro a pie cambiado desde el balcón del área que obligó al portero a una contramano milagrosa para sacar de la escuadra lo que parecía gol seguro.
Llegado el entreacto, el encuentro se había espesado y no tenía pinta de coger volumen la masa. Tras la pausa, así fue. Aitor Sanz comenzó a hiperventilar –lo suyo este domingo es otro bloque más en el pedestal que el tinerfeñismo deberá regalarle el día que se retire–, Elady equivocó conducción por pase –y viceversa– y Enric Gallego debió pensar “qué pinto yo aquí”. El Tenerife quiso chispar el partido, pero el electro estimulador no iba.
Quedó reducida la variación del resultado a un fallo ajeno y a alguien que pasara por allí y pescara en río revuelto. Fue Apeh y su gol, premiado por Ramis sacándolo del campo cinco minutos después para que se llevara su primera ovación en el Heliodoro y para que todo siguiera del mismo tenor. Entró por él Rubén Díez y masa no subió, lo hizo luego Míchel Herrero y la masa siguió fofa. Obligado a otra cosa, timorato el Tenerife, el Alcorcón pidió permiso para pegar y a campo abierto demostró por qué anda desnortado con sendos remates de Gorostidi, Gual y Zarfino que no cogieron camino y una contra, tras un error de Aitor en el pase de seguridad, que no halló rematador a la asistencia de Al Badaoui, ya vencido Soriano.
Con dos ventanas de cambios gastadas, corrió el reloj y con los calambres de los dos centrales, lo que iba a ser el simple ingreso de Larrea por Corredera acabó en un tumulto y cinco minutos de prolongación, imprevistos, para Pomares y Sipcic. Un final de locos que se verá si anuncia cotas mayores cuando llegue el frenesí de las diez últimas jornadas.
(1) CD TENERIFE: Soriano; Mellot, Sergio (Pomares, m.90), José León (Sipcic, m.90+1), Álex Muñoz; Mollejo, Aitor Sanz, Álex Corredera (Larrea, m.90+1), Elady (Míchel Herrero, m.68); Apeh (Rubén Díez, m.60) y Enric Gallego.
(0) AD ALCORCÓN: Dani Jiménez; Laure, Gorosito, David Fernández (Carlos, m.86), Bellvis; Zarfino, Gorostidi (Raúl Asencio, m.86); Hugo Fraile (Moyano, m.72), Juanma (Xisco, m.56), Juan Hernández (Al Badaoui, m.56); y Marc Gual.
GOL: 1-0, Apeh (m.55).
ÁRBITRO: Alejandro Quintero González (Comité andaluz). Amonestó a Míchel Herrero (m.75) y a los visitantes Gorosito (m.6), Laure (m.20), Zarfino (m.37) y Hugo Fraile (m.41). Expulsó al entrenador de porteros local, Zeben Ortiz (m.85).
INCIDENCIAS: Partido de la 17ª jornada de LaLiga SmartBank 21-22, jugado en el estadio Heliodoro Rodríguez López. 11.810 espectadores. La Federación de Peñas del CD Tenerife entregó un obsequio a Suso Santana, exjugador blanquiazul, en reconocimiento a su trayectoria.