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Y en un abrir y cerrar de ojos la vida cambió

Olivia Delgado Oval

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María cuidaba a doña Antonia de 85 años y dependiente. Elena dirigía la policía local de un municipio de gran población y cuidaba a su madre. Pío acudía cada día al centro de Salud donde ejercía como pediatra. Lucas remoloneaba cada mañana cuando su mamá lo levantaba para ir al colegio. Manolo, jubilado de 77 años, iba cada día a su huerta, era una manera de mantenerse activo y sano. Esther buscaba trabajo, cada mañana miraba los portales de ofertas de trabajo. Belén impartía sus clases. Alberto iba a celebrar su boda con Sara, después de dos años de preparativos, por fin llegaba el día que todos esperaban.

Pero la vida cambió en un abrir y cerrar de ojos, cambió para ellos y para millones de personas,  no solo en nuestro país sino en todo el mundo. Llegó el COVID-19, un virus que ha cambiado nuestra forma de relacionarnos y que nos ha confinado en nuestras casas. Un virus por el que estamos pendientes de las noticias a diario, ruedas de prensa del comité de expertos, de titulares de Ministerios y del presidente del Gobierno. Un virus que ha conseguido que toda España hable de la curva de contagios y de la curva de fallecimientos.

Fue el 31 de diciembre de 2019 cuando el gobierno Chino informó a la Organización Mundial de la Salud de la aparición de casos de neumonía de causa desconocida en Wuhan y el primer caso que se registró en Italia fue el 30 de enero y en España el 31 de enero en la isla de la Gomera.

El 5 de enero en un informe la Organización Mundial de la Salud comunicaba la existencia de 44 casos en China y no recomendaba ninguna medida específica a los viajeros.  No fue hasta el 11 de marzo, cuando la Organización Mundial de la Salud declaraba la situación generada por el coronavirus COVID-19 como pandemia por los niveles alarmantes de propagación y gravedad.

Desde el 14 de marzo el Gobierno Español decretó el Estado de Alarma. España ha sido uno de los países que ha puesto en marcha medidas más restrictivas, mientras otros países han actuado de una forma más lenta. Reino Unido por ejemplo ha esperado hasta el 23 de marzo para confinar su población, porque en la balanza pesaba más para ellos no dañar la economía.

El presidente ha sido muy contundente, muy claro y determinado “haremos lo que haga falta, cuando haga falta y donde haga falta”. Un gobierno que basa sus decisiones en la ciencia y en la investigación, y que lucha en dos frentes: uno la crisis sanitaria y otro la protección de las familias, empresas y trabajadores. Protegiendo el empleo, con medidas como los ERTEs para facilitar el retorno a la normalidad cuando hayamos superado la crisis sanitaria. Protegiendo a las familias con moratorias a los alquileres, garantías de suministros de servicios básicos como agua, luz y gas, garantizando recursos para la alimentación. En definitiva, el Gobierno de España ha puesto en marcha también un plan para contrarrestrar los impactos socioeconómicos de la pandemia.

Un gobierno que ha hecho, hace y hará lo que haga falta, donde haga falta y cuando haga falta para no dejar a nadie atrás.

La sociedad española está consternada por lo que está pasando, por las pérdidas de vidas que se ha llevado este maldito virus. Y ante esta gran adversidad, aflora lo mejor de una sociedad que se refleja en los trabajadores de sanidad, de seguridad, del transporte, de limpieza, industria y comercios de alimentación. Luchan para doblegar el brazo al virus. Luchan de forma heróica, de forma solidaria, de forma generosa y que ven reconocida su lucha por una sociedad que desde el confinamiento aplaude cada día, que ayuda voluntariamente y se preocupa por los mayores que están solos.

Y mientras, ¿dónde está la derecha? La derecha está en la crítica, en el ataque, en la crispación y en cuestionar la labor de científicos expertos.  La derecha está dando la espalda a la sociedad española que espera política de altura en un ESTADO DE GUERRA.

Esto pasará y acabaremos con el coronavirus, pero luego, es necesario reconstruir nuestro país. Y en esto Europa debe estar a la altura con medidas contundentes. Es la hora también de Europa. Porque el coronavirus es la crisis más difícil a la que se ha enfrentado el mundo desde la II Guerra Mundial.

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