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Autonomía y sostenibilidad del turismo en Canarias

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Etimológicamente la palabra “economía” significa “normas para la gestión de la casa”: del griego eco (casa) y nomía (normas). Debatir sobre el modelo económico y el turismo en Canarias implica, por lo tanto, plantearnos a qué vamos a dedicar los recursos con los que contamos para conseguir llevar el tipo de vida que queremos llevar. El debate suele centrarse en cómo ha de gestionarse el turismo para generar empleos suficientes, y con la calidad adecuada, para que quienes aquí vivimos nos beneficiemos del desarrollo turístico, respetando en la medida de lo posible nuestro patrimonio natural y cultural. Como ya se ha señalado ese debate deja fuera un elemento importante: además de a través de los salarios, la riqueza que genera una actividad económica se reparte a través de los beneficios del capital. Desde las pequeñas empresas a las grandes sociedades anónimas, las empresas turísticas que operan en Canarias reparten beneficios a sus accionistas, sean estos fondos de inversión o particulares. ¿A dónde va ese dinero? El ISTAC publica periódicamente los resultados de la Encuesta del Gasto Turístico, y por ello sabemos, por ejemplo, que se puede estimar que los turistas dejaron en las islas más de 5.612 millones de euros en el último trimestre de 2023. Pongamos que una pareja de turistas alemanes paga 2.500 euros por sus vacaciones en un hotel de una cadena hotelera en Fuerteventura. Además del dinero que se gasta en pagar a los proveedores, desde quienes fabrican el pan que comen en su desayuno hasta quien garantiza que funcione su bañera, pasando por la lavandería que provee de sábanas limpias al hotel, una parte de ese dinero se irá a pagar impuestos. El resto se dedicará a pagar los salarios, mayoritariamente de personas que trabajan en las islas, y los beneficios empresariales de los accionistas de la empresa, muchos de los cuales no viven en las islas.

¿Qué parte de los beneficios empresariales del turismo se queda en las islas? ¿Es mayor o menor que la que se queda en otros sectores? Seguramente tener datos sobre esto ayudaría a enriquecer el debate. ¿Cómo queremos vivir y cómo pensamos pagar nuestro estilo de vida? ¿Quiénes están pagado el estilo de vida que tenemos en Canarias? Prácticamente un lustro después que el resto de España, a principios de la década de 1990, justo cuando accedía al poder la clase política que ha regido nuestros destinos en los últimos treinta años, Canarias se incorporó plenamente a la Unión Europea. Desde entonces hasta ahora las islas han ganado cerca de 700.000 habitantes y más de 6 millones de turistas. Si es verdad aquello de que “quien paga manda”, quizá sea razonable pensar muchas de las decisiones que se han tomado en las islas han estado orientadas, más que por el interés de quienes aquí vivíamos, por el interés de quienes nos han financiado nuestro estilo de vida. Por eso, creo que también ayudaría muchísimo a enriquecer el debate sobre nuestro modelo socio- económico conocer el balance fiscal de las islas. Como estos datos no suelen formar parte del debate no puedo hablar más que de percepciones, guiadas, entre otras cuestiones por los carteles en las obras y por los logos en los formularios de los servicios públicos. Pero la sensación que yo tengo es que si nuestros hospitales, carreteras, cursos para desempleados y facultades universitarias han sido pagadas en gran medida por fondos europeos y estatales podría decirse que quienes vivimos en estas islas no hemos estado pagando nuestro estilo de vida. En los últimos treinta años la clase política canaria ha conseguido la cuadratura del círculo: prometer a trabajadores e inversores que les iban a dar cada vez más servicios sin tener que cobrarles más impuestos porque todo eso se iba a financiar con el dinero que mandaban de fuera. Pero nada es gratis: la UE nos ha pagado infraestructuras y hospitales, entre otros motivos, para tener un cachito de Europa en el trópico al que poder enviar a los europeos que quisieran (y también hacer dinero con ello). ¿Cómo queremos vivir? En un debate verdaderamente abierto todas las opciones deberían de ser posibles. Pero debemos ser coherentes y asumir que posiblemente tendremos que recaudar más impuestos si queremos seguir manteniendo nuestros actuales niveles de bienestar y a la vez defender los intereses de lo “nuestro” (nuestra gente, nuestra tierra, nuestra cultura). Porque si seguimos dejando que los impuestos que financian nuestros servicios los paguen otros, lo normal es que quien pague (la UE, el Estado) intente defender sus intereses, que no siempre van a coincidir con los nuestros.  

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