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Turismo, migración y movilidades en Canarias: ¿cuál es el problema?
Canarias es una Región ultraperiférica de la Unión Europea, una Comunidad Autónoma del Reino de España, en la que viven 2,2 millones de personas. A esa población estable habría que añadir cerca de 350.000 personas más, la “población turística equivalente”, turistas que, ocupando el cerca de medio de millón de plazas turísticas, en función de tasas de ocupación de ocupación variables, están cada día entre nosotros. O sea, que cada día hay más de 2,5 millones de personas en las islas. Personas que se mueven por el territorio, que comen, que beben, que consumen todo tipo de bienes y servicios y que, al hacerlo, generan residuos y diversos tipos de presiones en el territorio.
Según las últimas cifras disponibles (la explotación del padrón a 1 de enero de 2022), de las personas oficialmente residentes en Canarias algo menos de un millón residen en el mismo municipio en que nacieron. Unas 550.000 residen en otro municipio de la misma provincia en que nacieron. Sólo 33.000 nacieron en la provincia de Las Palmas y residen en la de Santa Cruz, o viceversa. Resumiendo: de los 2,2 de personas que viven en las islas, las dos terceras partes, 1,5 millones, son personas nacidas en Canarias, mayoritariamente en el mismo municipio en el que viven (casi un millón), cerca de medio millón son personas que, por ejemplo, nacieron en Tazacorte, Adeje, Tejeda, o Haría y en la actualidad residen en Santa Cruz, Las Palmas o Arrecife. Los peninsulares son poco más del 8% de la población, unos 186.000, mientras que las personas nacidas en el extranjero, algo menos de medio millón, rozan el 20% de la población de Canarias. Es importante puntualizar que no es lo mismo personas nacidas en el extranjero que personas extranjeras. Hay cerca de medio millón de personas nacidas en el extranjero residiendo en Canarias, pero sólo algo más de 300.000 extranjeros: el propio vicepresidente del Gobierno de Canarias, por ejemplo, es nacido en el extranjero (en Caracas, Venezuela), pero es de nacionalidad española.
En base a un trabajo que realicé en 2021 se puede estimar que, en 2019, antes de la pandemia, llegaban cada día cerca de 100.000 personas a las siete islas (no habían datos sobre La Graciosa). De éstas, cerca de la mitad, unas 50.000, llegaban desde otra isla. El avance en las comunicaciones seguramente ha provocado que estas cifras sean mayores en la actualidad: basta sumar los viajes que se realizan y la capacidad de los barcos y aviones que unen Tenerife y Gran Canaria para estimar que, al menos potencialmente, podrían desplazarse más de 14.000 personas diariamente entre ambas islas. Pero, comparativamente, la isla en la que más importante es la movilidad es La Gomera, donde llegan cada día más de 4.000 personas, es decir, casi la cuarta parte de la población de la isla. Salvo unos pocos pasajeros que llegan en avión desde Gran Canaria, la totalidad de personas que llegan a La Gomera vienen de Tenerife. En algunos casos son gomeros que han ido a Tenerife por mil razones; en otros casos, son turistas de Tenerife que realizan una excursión de un día en La Gomera; y también hay, por supuesto, turistas que han de pasar por Tenerife para llegar a su destino en La Gomera, y gomeros que pasan por Tenerife para ir, por ejemplo, a Madrid.
Si cada día llegan a las islas unas 100.00 personas, y casi 50.000 provienen de otra isla, algo más de 33.000 llegan del extranjero por vía aérea. Es lo que solemos asociar al turismo: británicos, nórdicos, alemanes, italianos o marroquíes que vienen a pasar sus vacaciones entre nosotros. Claro que también hay muchos alemanes, británicos, italianos o marroquíes que viven en las islas, y que viajan al menos una vez al año a su lugar de origen, por lo que aparecen contabilizados en esos flujos. Por último, unas 15.000 personas llegan cada día a las islas, en su práctica totalidad en avión, desde el resto de España. Personas que residen en Madrid, Catalunya, Galicia o el País Vasco y vienen a Canarias, como turistas o por motivos de negocio. Pero también personas que residen en Canarias, que han ido a esos lugares, quizá porque provienen de allí y han ido a visitar familiares, como turistas, en el sentido más habitual del término, o bien por negocios u otros motivos. Y también, por supuesto, personas que, por ejemplo, llegan a Canarias desde Madrid, pero en realidad están viajando desde Argentina, Colombia o Venezuela, de donde proceden, aunque ahora residan en Canarias.
¿Y las personas que llegan a las islas en patera? El pasado verano diversos medios se hicieron eco de la noticia de que en 2024 la inmigración se dispara un 161% en Canarias, y de que se prevé llegar a los 85.000 migrantes este año. Cuando empecé a estudiar Sociología, hace mucho, en un tiempo en que las redes no habían secuestrado nuestra atención, y se pensaba que el debate y el raciocinio debía tener un papel importante en la gestión de la sociedad, me enseñaron que los datos no lo son todo, ni hay que sacralizarlos, pero nos dan pistas acerca de hacia dónde va la realidad social. Los medios nos bombardean con noticias sobre la migración que apelan a la emoción, para algunos al miedo, para otros a la compasión. Pero los datos sugieren que quienes llegan a las islas de manera “irregular” en todo un año son menos que las personas que llegan en un solo día de manera “regular”. Ciertamente, gestionar el movimiento de personas es una cuestión clave en Canarias en la actualidad. Pero los datos no parecen sugerir que la cuestión más acuciante a gestionar sea el de la inmigración irregular.
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