Espacio de opinión de Canarias Ahora
El chocolate del loro
El dios del liberalismo me perdone, pero los mercados son muy cabrones. Sólo se les quita el cabreo y sonríen cuando quedan a buen recaudo quienes más tienen. Sé que me expongo al anatema de demagogo pero, qué quieren, no deja de ser cierto que las medidas anunciadas por Zapatero no los tocan; por si acaso o porque ha preferido dejarlos para una segunda tacada, que ya se verá. Pero ocurre que la crisis la provocaron allá arriba y la padecen en toda su crudeza los que están allá abajo que son los llamados a arrimar el hombro y a apretarse el cinturón en lo que quienes son los responsables directos de esta situación, los que inflaron la burbuja y de ella se beneficiaron, los primeros en recibir las ayudas públicas para salir del atolladero. Para que los mercados sonrían.
La otra tarde, hablando de estas cosas, alguien apuntó que debería restablecerse el impuesto sobre transmisiones patrimoniales; se le replicó que eso era el chocolate del loro. Se apuntó, también, el replanteamiento de la RIC canaria, lo que también resultó chocolate del loro. Sólo nos redimirá, según varios de la rueda de presentes, el abaratamiento de los despidos, eufemismo del despido gratuito.
Tan útil resulta el argumento del chocolate del loro que como tal ha de tenerse, pongo por caso, que la presidencia del Gobierno canario destinara más de 50.000 euros a la adquisición de un nuevo coche en plena soflama de austeridad. Por no hablar de los cuartos que sigue estallándose el paulinesado en la Policía Autonómica o en el contrato de la tele que Videoreport incumple; sin que reaccione el Ejecutivo, no vaya el periódico de García, el de la huella imborrable, Soria dixit, a ponerse borde. Ha llegado el Gobierno a decir que no es asunto suyo el conflicto de esta empresa, a la que sigue pagando a pesar de los incumplimientos.
Podría citar más casos que apuntan en la misma dirección: no ha llegado a Canarias el mensaje de que las comunidades autónomas han de ahorrar. Y que en lo tocante a los chocolates del loro es de aplicación el dicho de la monjita comechosa y limosnera: muchos pocos hacen un mucho.
Por cierto: Soria se ha apresurado a lamentar que sean los funcionarios, los pensionistas y las futuras madres los que tengan que pagar los “desmanes” de Zapatero, de lo que resulta que las críticas peperas a la subvención por nacimiento son ahora críticas a su desaparición; que ahora es un desastre la congelación de la pensiones tan denostadas por los peperos, que, para más inri, tratan de engañar a la gente transmitiendo que se pretende suprimirlas. Y de los funcionarios ni les digo porque, ya saben, están en la playa. La consigna de meter ruido para desviar la atención del caso Gürtel, de la apertura de causa contra Camps y de la salida de la recesión ha funcionado de modo inmediato. Dado que lo mismo que la economía se ha ido unas décimas arriba puede caer décimas abajo, ya verán la que formará el PP de producirse esa caída. Y menos mal que hacen gala de patriotismo, oye.
El dios del liberalismo me perdone, pero los mercados son muy cabrones. Sólo se les quita el cabreo y sonríen cuando quedan a buen recaudo quienes más tienen. Sé que me expongo al anatema de demagogo pero, qué quieren, no deja de ser cierto que las medidas anunciadas por Zapatero no los tocan; por si acaso o porque ha preferido dejarlos para una segunda tacada, que ya se verá. Pero ocurre que la crisis la provocaron allá arriba y la padecen en toda su crudeza los que están allá abajo que son los llamados a arrimar el hombro y a apretarse el cinturón en lo que quienes son los responsables directos de esta situación, los que inflaron la burbuja y de ella se beneficiaron, los primeros en recibir las ayudas públicas para salir del atolladero. Para que los mercados sonrían.
La otra tarde, hablando de estas cosas, alguien apuntó que debería restablecerse el impuesto sobre transmisiones patrimoniales; se le replicó que eso era el chocolate del loro. Se apuntó, también, el replanteamiento de la RIC canaria, lo que también resultó chocolate del loro. Sólo nos redimirá, según varios de la rueda de presentes, el abaratamiento de los despidos, eufemismo del despido gratuito.