Espacio de opinión de Canarias Ahora
Comedores y comederos
Vaya. Si le soy sincero, el titular provocó en quien les escribe un momento de satisfecho optimismo. Por fin, me dije, sindicatos y responsables familiares del alumnado han caído en la cuenta de que los comederos escolares, no sólo de esta comunidad sino de todo el Estado, son un desastre y que ya va siendo hora de que las autoridades docentes pongan un poco se asunto en algo tan importante como es la buena alimentación del alumnado. Los criterios nutritivos de las empresas que llevan este servicio, cuando es externo, o de los propios centros, cuando cuentan con instalaciones y personal propio, son demenciales. No se atienen a ninguna de las pautas dietéticas más elementales, los menús carecen de cualquier sentido en cuanto a aportes de los distintos nutrientes, el pescado y las verduras brillan por su ausencia (hay colegios donde no aparece un producto procedente del mar en todo el programa semanal de comidas) y los menús resultan, como mínimo, desequilibrados. Como máximo, levemente criminales.
De modo que, como les dije, uno leyó el titular y hasta se alborozó por la concienciación sindical y paternal al respecto. Pero siempre, hay que leer la letra pequeña. Y, leyendo la letra pequeña, supe que me equivocaba y que a nadie de los que protestarán hoy en Tenerife al respecto le importa un comino y la yema del otro que los comedores escolares sean desastrosos comederos donde priva el entullo y que el alumnado esté nutricionalmente descuidado (lo que repercutirá sin duda en los gastos sanitarios del mañana y en la calidad de vida de los adultos del futuro). No, señores. Lo que importa a los sindicatos ?y curiosamente a los progenitores del alumnado- es si el ratio de vigilantes por menudos comensales es el acordado en no sé qué convenios del 2003. Lo que les llama a la movilización no con las deficiencias y la mala calidad de un servicio de enorme trascendencia, de trascendencia vital diría uno para los pequeños canarios. Lo que les lleva a la protesta y al rebumbio es si hay un vigilante más o un vigilante menos en los comedores de acuerdo con el número de escolares que se sientan en sus mesas. Es decir: se trata de una cuestión de mera aplicación de convenios y de aumento de plazas laborales que descarguen de tareas (¡cansadísimas, oigan!) a los que ya estén en el curro. ¿Cómo va a cuidar un solo vigilante de cincuenta menudos, oigan?... Qué barbaridad. Qué responsabilidad. Qué deslome. Lo que a uno le extraña es que las APAS, que se dice, apoyen la cosa sin más.
José H. Chela
Vaya. Si le soy sincero, el titular provocó en quien les escribe un momento de satisfecho optimismo. Por fin, me dije, sindicatos y responsables familiares del alumnado han caído en la cuenta de que los comederos escolares, no sólo de esta comunidad sino de todo el Estado, son un desastre y que ya va siendo hora de que las autoridades docentes pongan un poco se asunto en algo tan importante como es la buena alimentación del alumnado. Los criterios nutritivos de las empresas que llevan este servicio, cuando es externo, o de los propios centros, cuando cuentan con instalaciones y personal propio, son demenciales. No se atienen a ninguna de las pautas dietéticas más elementales, los menús carecen de cualquier sentido en cuanto a aportes de los distintos nutrientes, el pescado y las verduras brillan por su ausencia (hay colegios donde no aparece un producto procedente del mar en todo el programa semanal de comidas) y los menús resultan, como mínimo, desequilibrados. Como máximo, levemente criminales.
De modo que, como les dije, uno leyó el titular y hasta se alborozó por la concienciación sindical y paternal al respecto. Pero siempre, hay que leer la letra pequeña. Y, leyendo la letra pequeña, supe que me equivocaba y que a nadie de los que protestarán hoy en Tenerife al respecto le importa un comino y la yema del otro que los comedores escolares sean desastrosos comederos donde priva el entullo y que el alumnado esté nutricionalmente descuidado (lo que repercutirá sin duda en los gastos sanitarios del mañana y en la calidad de vida de los adultos del futuro). No, señores. Lo que importa a los sindicatos ?y curiosamente a los progenitores del alumnado- es si el ratio de vigilantes por menudos comensales es el acordado en no sé qué convenios del 2003. Lo que les llama a la movilización no con las deficiencias y la mala calidad de un servicio de enorme trascendencia, de trascendencia vital diría uno para los pequeños canarios. Lo que les lleva a la protesta y al rebumbio es si hay un vigilante más o un vigilante menos en los comedores de acuerdo con el número de escolares que se sientan en sus mesas. Es decir: se trata de una cuestión de mera aplicación de convenios y de aumento de plazas laborales que descarguen de tareas (¡cansadísimas, oigan!) a los que ya estén en el curro. ¿Cómo va a cuidar un solo vigilante de cincuenta menudos, oigan?... Qué barbaridad. Qué responsabilidad. Qué deslome. Lo que a uno le extraña es que las APAS, que se dice, apoyen la cosa sin más.