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Consignas idiotas y tics ideológicos por Artemi Semidán

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En las recientes concentraciones y manifestaciones contra la agresión israelí contra Gaza hemos escuchado algunas que merecen comentarse. Una de ellas era “Así, así, ni un paso atrás, con las piedras en la mano Palestina vencerá”. Ni el más tonto puede creer que con piedras se puede vencer a la maquinaria de guerra sionista. ¿Por qué entonces el megafoneador de turno vocea esa consigna? Evidentemente, para evitar decir “con las armas en la mano”. Es aquí donde aparece el tic ideológico biempensante, el “buen rollito” pequeñoburgués que no quiere perder clientela entre los de su clase. En vez de centrar la atención en que, en última instancia, la cuestión se decide por el uso de la fuerza, nuestro voceador procura que los manifestantes que le rodean miren para otro lado y ni se les ocurra pensar en la cuestión central.

Otra de las consignas era “No es una guerra, es un genocidio”, que estuvo acompañada por otra que rezaba (nunca mejor dicho) “Basta ya de tanta violencia”. El asunto es que sí que es una guerra. Por el lado israelí es una guerra de exterminio. Y por parte de las milicias palestinas es una guerra popular revolucionaria, de resistencia frente al genocidio. Y lo de la “violencia” es, una vez más, la estupidez de la moralina pequeñoburguesa que pretende atarnos de manos por aquello de que “toda violencia es mala”. Interesante reflexión que nos lleva a poner dócilmente la cabeza bajo el hacha del verdugo.

Para no extenderme más, comentar una última consigna, la de “unidad de las fuerzas palestinas”. Y eso en el momento en que la ANP, Mahmud Abbas y la cúpula de Fatah esperan instalarse como gobierno títere en Gaza al rebufo de los tanques israelíes y sobre los cadáveres de miles de palestinos. En el momento en que esos colaboracionistas prohíben en Cisjordania las manifestaciones de apoyo a Gaza y su policía acompaña a los soldados israelíes para detener y encarcelar a los partidarios de Hamás.

Por cierto, ni una sola consigna, ni un solo reconocimiento de que Hamás ganó limpia y abrumadoramente las últimas elecciones democráticas en toda Palestina. Reconocimiento que chocaría con la pleitesía a la propaganda imperialista sobre que el Movimiento de Resistencia Islámico no son más que una panda de “terroristas” y de “islamistas muertos de hambre”.

Ya va siendo hora de que los megafoneadores dejen de vocear tonterías, y de que las consignas que se coreen en las concentraciones y manifestaciones sean expresión de ideas consecuentes y cumplan un papel pedagógico. Entendiendo que son una parte importante de la lucha, y no un mero formalismo. Evidentemente, para ello primero hay que librar y ganar la batalla ideológica, porque de dónde no hay no se puede sacar.

* Militante del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)

Artemi Semidán*

En las recientes concentraciones y manifestaciones contra la agresión israelí contra Gaza hemos escuchado algunas que merecen comentarse. Una de ellas era “Así, así, ni un paso atrás, con las piedras en la mano Palestina vencerá”. Ni el más tonto puede creer que con piedras se puede vencer a la maquinaria de guerra sionista. ¿Por qué entonces el megafoneador de turno vocea esa consigna? Evidentemente, para evitar decir “con las armas en la mano”. Es aquí donde aparece el tic ideológico biempensante, el “buen rollito” pequeñoburgués que no quiere perder clientela entre los de su clase. En vez de centrar la atención en que, en última instancia, la cuestión se decide por el uso de la fuerza, nuestro voceador procura que los manifestantes que le rodean miren para otro lado y ni se les ocurra pensar en la cuestión central.

Otra de las consignas era “No es una guerra, es un genocidio”, que estuvo acompañada por otra que rezaba (nunca mejor dicho) “Basta ya de tanta violencia”. El asunto es que sí que es una guerra. Por el lado israelí es una guerra de exterminio. Y por parte de las milicias palestinas es una guerra popular revolucionaria, de resistencia frente al genocidio. Y lo de la “violencia” es, una vez más, la estupidez de la moralina pequeñoburguesa que pretende atarnos de manos por aquello de que “toda violencia es mala”. Interesante reflexión que nos lleva a poner dócilmente la cabeza bajo el hacha del verdugo.