Espacio de opinión de Canarias Ahora
Derecho de pataleo (y a tomar la calle)
Derecho de pataleo, tenemos las clases asalariadas de este país y del resto de Europa, por todo el varapalo a la calidad de vida que se nos hurta. Y a protestar, con todo derecho, ante las reformas, recortes, ajustes y reajustes, pagos y repagos por doquier. Da igual la falacia del término. Lo peor es el perverso efecto que produce sobre la gran masa, que depende de un patético sueldo. Y cada vez más triste y depauperado, por el alza de los productos de bienes primarios del consumo. Además de los atropellos a la pérdida de los derechos laborales en el mercado de trabajo desregularizado, recientemente aprobado por el Gobierno central, con su mayoría parlamentaria, la cual no crea empleo, pero esclaviza a los trabajadores ante el empresario. “Venceréis, pero no convenceréis”, que dijera Unamuno, cuando era el rector de la Universidad citada, a los sediciosos fascistas del golpe militar pasado.
Mi derecho de pataleo, sigue estando en la protesta contra esta crisis de diseño que nos embarga la vida y el ánimo. Crisis de alta ingeniería financiera, fabricada y manufacturada por las mentes siniestras del poder de los dineros mundiales, en manos de los modernos filibusteros de los neocon, defensores de la carroña del interés por las ganancias al más breve plazo. Que tan poco o nada, les importa, porque carecen de sensibilidad humanitaria ni solidaria con los demás mortales. Que caigan las masas muertas de hambre y en la miseria más horrenda, cuan si fuera una pandemia universal. Pero tienen la cuenta de resultado muy a favor.
La tiranía de los recortes programados, o de los eufemismos con que nos quieran tiranizar en las pobres economías, de los que seremos tristemente más pobres y menos igualitarios en los derechos sociales alcanzados hasta ahora, conseguidos con siglos de demandas sociales. Tendremos solo un mendrugo de pan (para saciar el hambre), pero sin la sal (para saciar el ánimo). Si lo alcanzamos, con lo que vilmente estamos maltratados. Es la fiereza opresión, de los desaforados mangantes financieros globalizados, la que nos fagocita nuestras esperanzas de vida y trabajo y bienestar social. Bien se podrían recuperar bastantes réditos, sin tener que caer sobre las costillas de la grey trabajadora (la que paga sus tributos), con las siguientes anulaciones de derechos sociales, por parte del gobierno pepero. Con vergonzantes divagaciones y desencuentro entre todos sus ministros y del sibilino don Rajoy. Es la consecuencia de carecer de un programa unificado, claro y de coherente aplicación. Cada uno navega en sus turbulentas aguas y a contracorriente de la lógica social del provecho social para todos. Criterios diversos y políticas extrañas, nada en común, para llevar las riendas de este País, que tiene serias vías de agua y un posible naufragio de los derechos sociales en la igualdad.
Si el Estado central, rescatara los miles de millones que se van al sumidero por la inacción y el conservadurismos más obsoleto, se podría solventar este empacho de carencias económicas, sin que caiga sobre los más desfavorecidos, como es enfermizo. Pueden ser los siguientes: 1º Perseguir el desproporcionado fraude fiscal de las grandes empresas que facturan más de 150 millones al año; y la banca, que defrauda de 75% aproximado al fisco; y las grandes fortunas, casi carentes de impuestos y que han sido amparadas por el anterior gobierno y el actual (y a todos, les ha premiado el gobierno del PP, gratificándoles con una simple multa, si declaran sus robos al fisco y a todos los españoles); que por supuesto, no es culpa las facturas del albañil y otros profesionales, que no declaran, no.
En total, unos 45.000 millones de pérdidas. 2º Poner fin a las fuertes sumas (unos 10.000 millones), que se otorga al Concordato con el Vaticano, siendo este un país laico. 3º regular los derechos laborales de la prostitución y las drogas, las cuales manejan fuertes sumas de capitales. Dejémonos de hipocresías. 4º Eliminar muchas de las duplicidades en la política actual: inservibles y obsoletas: el Senado, Diputaciones; otras burocracias duplicadas en las Comunidades Autonómicas; Tv. Autonómicas; e injustos derechos económicos y gastos de y por los políticos de turno, con el dinero del erario. Prebendas quienes no tienen los demás trabajadores, siendo sus labores también de suma importancia.
Y con el derecho de pataleo, tomaré y me manifestaré en la calle, si se disminuyen los derechos inalienables ?y constitucionales?, de una enseñanza de calidad; y de una medicina y hospitales, también de calidad, no tercermundista. Parafraseando a Joaquín Costa, es el derecho a 'Escuela y Despensa'. Y a Galdós, que aún profundiza más, en este frágil asunto y de vital importancia, para todos los que con dignidad queremos, simplemente vivir: “la Escuela debe ser la llave de la Despensa”. Que en síntesis, fue la prédica de la II república de 1931.
Teo Mesa
Derecho de pataleo, tenemos las clases asalariadas de este país y del resto de Europa, por todo el varapalo a la calidad de vida que se nos hurta. Y a protestar, con todo derecho, ante las reformas, recortes, ajustes y reajustes, pagos y repagos por doquier. Da igual la falacia del término. Lo peor es el perverso efecto que produce sobre la gran masa, que depende de un patético sueldo. Y cada vez más triste y depauperado, por el alza de los productos de bienes primarios del consumo. Además de los atropellos a la pérdida de los derechos laborales en el mercado de trabajo desregularizado, recientemente aprobado por el Gobierno central, con su mayoría parlamentaria, la cual no crea empleo, pero esclaviza a los trabajadores ante el empresario. “Venceréis, pero no convenceréis”, que dijera Unamuno, cuando era el rector de la Universidad citada, a los sediciosos fascistas del golpe militar pasado.
Mi derecho de pataleo, sigue estando en la protesta contra esta crisis de diseño que nos embarga la vida y el ánimo. Crisis de alta ingeniería financiera, fabricada y manufacturada por las mentes siniestras del poder de los dineros mundiales, en manos de los modernos filibusteros de los neocon, defensores de la carroña del interés por las ganancias al más breve plazo. Que tan poco o nada, les importa, porque carecen de sensibilidad humanitaria ni solidaria con los demás mortales. Que caigan las masas muertas de hambre y en la miseria más horrenda, cuan si fuera una pandemia universal. Pero tienen la cuenta de resultado muy a favor.