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Europa, la reconciliación pendiente

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Una premisa verdadera, Rusia es tan europea -geográfica, histórica y culturalmente-, como cualquier otro país de Europa. Negarle esa condición es solo parte interesada de un cálculo geopolítico que trata, desesperadamente, de evitar el desastre que supondría el reconocimiento pleno de su europeidad y, por lo tanto, su encaje económico y político en ella.

La Guerra de Ucrania es el fracaso de Europa y el éxito de Estados Unidos y del siempre dubitativo, ser o no ser europeo, Reino Unido, que tratan de evitar el paso de gigante hacia la definitiva paz perpetua kantiana entre los europeos continentales, que representaría la necesaria y justa reconciliación germano-rusa.

Concluida, en 1991, la Guerra Fría entre Estados Unidos, la Unión Soviética y sus respectivos bloques político-militares, la OTAN y el Pacto de Varsovia, dos circunstancias favorecían el desplome del propagandístico telón de acero y la posibilidad de un acercamiento entre las mitades divididas, capitalista y comunista de Europa: la primera, la generosa reunificación de las dos Alemanias de 1990-91, consentida por la Unión Soviética de Gorbachov, la segunda la disolución de la Unión Soviética en 1991, que dejaba a Rusia, dramáticamente devuelta al redil capitalista, la oportunidad de explorar algún tipo de relación estable, pacífica y permanente entre ella y la Unión Europea, con Alemania a la cabeza, en los años finales del siglo XX.

¿Permitiría Estados Unidos, autoproclamado vencedor de la Guerra Fría, que la Europa tutelada por ella mediante la OTAN desde el final de la II Guerra Mundial, se emancipase y, más aún, pudiera llegar a algún tipo de entendimiento con la Rusia excomunista? ¿La posibilidad de una Europa reconciliada y capaz de tomar sus propias decisiones independientemente era una perspectiva aceptable para una superpotencia como Estados Unidos que acababa de establecer el orden unipolar de la Pax Americana en el mundo?

Mantener la OTAN era mantener la subordinación de Europa, ampliarla hasta los antiguos países del Pacto de Varsovia y, con ello, consolidar el poder y la influencia de Estados Unidos en el Viejo Continente.

Al “Unión Soviética, delenda est” conseguido, había que unir, por si acaso, el nuevo “Rusia, delenda est”. La mejor Rusia, a los ojos del Tío Sam, debería ser la Rusia balcanizada que alejase el fantasma de una Europa completa, fuerte y en paz con Rusia.

La OTAN del siglo XX fue anticomunista, la OTAN del siglo XXI es rusófoba. Así la percibe la Rusia actual,“ Los ladridos de los perros de la OTAN a las puertas de Rusia...” de los que hablaba Francisco I y las intrigas de Estados Unidos en Ucrania llevaron a la detestable Guerra de Ucrania que padecemos.

La Guerra de Ucrania tiene un vencedor parcial, Rusia. Ucrania, simple peón de Estados Unidos, no podrá ganarla. Estados Unidos no gana las guerras del siglo XXI en las que ha participado: Afganistán, Irak, Libia, Siria. Acaba abandonándolas. Ahora está a punto de dejar también a Ucrania. Puede que con Trump, de nuevo en la Casa Blanca, se aleje incluso de la OTAN. ¿Tomará el relevo Alemania, locomotora de la Unión Europea, en la misión imposible de ganar la Guerra de Ucrania?

Semejante estupidez solo puede ser el reflejo de la clase política inutil que gobierna la Unión Europea, incluido el napoleoncito Macrón.

Hay un bien superior, la Paz definitiva en Europa. Un primer paso ineludible para conseguirla fue la reconciliación tras tres guerras, la Guerra Franco-prusiana de 1870-1871 y las Primera y Segunda Guerra mundiales, un periodo de más de 75 años de hostilidad, entre Francia y Alemania. Sin ese paso adelante, la Unión Europea no existiría.

El siguiente paso es la reconciliación germano-rusa. Alemania atacó a Rusia en 1914 (Primera Guerra Mundial) y a la Unión Soviética en 1941 (Segunda Guerra Mundial), de donde salió partida en dos, la RFA y la RDA y solo reunificada por la buena voluntad soviético-rusa que Alemania no ha sabido agradecer. ¿De verdad cree Alemania que Rusia, atacada dos veces por Alemania en el siglo XX y con motivos más que suficientes para el resentimiento, consentirá que intervenga de algún modo para variar el curso de la Guerra de Ucrania? ¿Empujará a la prolongación de una guerra por delegación yanqui a Ucrania hasta la muerte del último soldado ucraniano, cuya edad media es ya de 43 años?

La cordura debe regresar a Europa. La OTAN es la cadena con la que Estados Unidos ha mantenido sujeta a Europa durante 75 años. Ya está bien. Hay que romper esa cadena y buscar el fin de la Guerra de Ucrania con la firma de una paz realista entre ucranianos y rusos, aceptar la entrada de Ucrania en la Unión Europea y llegar a la disolución de la rusófoba OTAN, bloque político militar al servicio y solo al servicio de los Estados Unidos y cuyo fin proclamado actual es hacerle la Guerra Fría a Rusia y China para mantener el liderazgo mundial de Estados Unidos en el siglo XXI.

La venda tiene que caer de una vez para siempre de los ojos de los europeos, o solo seguirán siendo las marionetas de las ambiciones imperiales de los Estados Unidos. Triste destino para un continente que lo que necesita es hallar cuanto antes el lugar que más le convenga en el nuevo orden multipolar que, le guste a Estados Unidos o no, se está configurando. 

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