Espacio de opinión de Canarias Ahora
Felipe González, en su salsa
Felipe González le ha concedido una entrevista a El País, y su amigo Juan Luis Cebrián, presidente de PRISA, le ordenó al director del periódico Antonio Caño que hiciera de amanuense mercenario. Cuatro páginas de El País son muchas páginas para “Mr. X” del GAL, el de los Fondos Reservados, Filesa, y un largo etcétera de robos de dinero público. Han pasado ochenta años entre la dictadura del General Franco y el bipartidismo del PPSOE, y todavía González tiene la desfachatez de tratar de presionar al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, al cual entre las también influencias de Cebrián, el IBEX 35, y los poderes fácticos del Estado quieren poner contra la pared, y si es posible dejarlo k.o. técnico para sustituirlo por Susana Díaz. Dice en su perorata que España debe tener un gobierno, off course, elemental querido Watson –aunque en Bélgica estuvieron casi dos años sin Gobierno y todo funcionó mejor, incluso la economía- y que sea reformista y progresista. Menos mal que no dijo que también debería ser federalista, porque todo el palabrerío del PSOE para engañar al pueblo ha residido en la repetición de los conceptos federalista, progresista, reformista, etc, etc, y de paso señalar que Izquierda Unida antes, y ahora Podemos, son marxistas, leninistas, castristas, chavistas, bolivarianos, y dos teniques de Agaete.
En un momento del panfleto de El País se le va inconscientemente una frase que es una gran verdad: “Vivimos un final de ciclo, y no sabemos ni a donde vamos ni quiénes somos”. En su esquizofrenia comprobada de los últimos años que se le nota incluso en su mirada y en sus gestos autoritarios, en otra fase de la entrevista parece retroceder ante la oposición que está encontrando en la dirección de Ferráz, y en el mismo José Luis Rodríguez Zapatero, que se ha manifestado en contra de la gran coalición. Y en esas secuencias dice que “si se habla de un Gobierno del PSOE con Ciudadanos hay que tener fundamentos programáticos y diputados para apoyarlos”. Y añade sin anestesia: “La propuesta de una gran coalición de PSOE, PP y Ciudadanos nace de un fracaso y no se plantea la gobernanza de España a medio plaza”. ¡Hurra Felipe!, el lunes dices una cosa y el jueves cambias de disco, estupendo.
Cuando ya ve que se le está gastando la gasolina dialéctica, a lo mejor Cebrián y Caño le hacen una indicación, suelta lo de siempre. “Los dirigentes de Podemos quieren liquidar, no reformar, el marco democrático de convivencia, y de paso a los socialistas”. Y otra perla: “Podemos actúa desde posiciones parecidas a las de sus aliados en Venezuela, pero lo ocultan de manera oportunista. Son puro leninismo”. Se han metido en un lío muy gordo entre Felipe González y la vieja guardia en donde destacan Rodríguez Ibarra, José Bono, José Luis Corcuera, y un largo etcétera que no vamos a reseñar para no cansar al lector que conoce estos detalles. De cara al Comité Federal están en un trilema, en realidad no saben qué hacer, ya se lo apuntaba Felipe González a Cebrián a través de su amanuense Caño ¿cómo nos suicidamos menos, pactando con Podemos o permitiendo que gobierne el Partido Popular?. Buscan la centralidad, pero ya no está en Madrid, ahora manda lo plurinacional. Pero hay otros más jóvenes, -“la puta base” que decía mi amigo Anastasio Quintana Travieso, un socialista retirado con honor y decencia, -a los cuales no les gusta jugar a la ruleta rusa, porque nunca se sabe dónde está la bala fatídica. Mientras, Felipe González sigue en su salsa, y en el Comité Federal se cocina el suicidio.
Felipe González le ha concedido una entrevista a El País, y su amigo Juan Luis Cebrián, presidente de PRISA, le ordenó al director del periódico Antonio Caño que hiciera de amanuense mercenario. Cuatro páginas de El País son muchas páginas para “Mr. X” del GAL, el de los Fondos Reservados, Filesa, y un largo etcétera de robos de dinero público. Han pasado ochenta años entre la dictadura del General Franco y el bipartidismo del PPSOE, y todavía González tiene la desfachatez de tratar de presionar al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, al cual entre las también influencias de Cebrián, el IBEX 35, y los poderes fácticos del Estado quieren poner contra la pared, y si es posible dejarlo k.o. técnico para sustituirlo por Susana Díaz. Dice en su perorata que España debe tener un gobierno, off course, elemental querido Watson –aunque en Bélgica estuvieron casi dos años sin Gobierno y todo funcionó mejor, incluso la economía- y que sea reformista y progresista. Menos mal que no dijo que también debería ser federalista, porque todo el palabrerío del PSOE para engañar al pueblo ha residido en la repetición de los conceptos federalista, progresista, reformista, etc, etc, y de paso señalar que Izquierda Unida antes, y ahora Podemos, son marxistas, leninistas, castristas, chavistas, bolivarianos, y dos teniques de Agaete.
En un momento del panfleto de El País se le va inconscientemente una frase que es una gran verdad: “Vivimos un final de ciclo, y no sabemos ni a donde vamos ni quiénes somos”. En su esquizofrenia comprobada de los últimos años que se le nota incluso en su mirada y en sus gestos autoritarios, en otra fase de la entrevista parece retroceder ante la oposición que está encontrando en la dirección de Ferráz, y en el mismo José Luis Rodríguez Zapatero, que se ha manifestado en contra de la gran coalición. Y en esas secuencias dice que “si se habla de un Gobierno del PSOE con Ciudadanos hay que tener fundamentos programáticos y diputados para apoyarlos”. Y añade sin anestesia: “La propuesta de una gran coalición de PSOE, PP y Ciudadanos nace de un fracaso y no se plantea la gobernanza de España a medio plaza”. ¡Hurra Felipe!, el lunes dices una cosa y el jueves cambias de disco, estupendo.