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Gaza

Durante el verano de 1995, los medios de comunicación palestinos independientes o allegados a Al Fatah denunciaron la existencia de una conjura destinada a corromper a los pobladores de la Franja, convertida en plataforma de los traficantes de armas y de drogas israelíes. Estos últimos no tardaron en introducir en Gaza redes de prostitución, desencadenando la ira de los militantes islámicos, quienes controlaban la vida de la Franja ya desde finales de la década de los 80. De hecho, en diciembre de 1988, cuando los expertos de las Naciones Unidas elaboraron el primer informe sobre el peso específico de las agrupaciones políticas en los territorios palestinos, llegaron a la conclusión de que la mayoría de los habitantes de Gaza comulgaba con la ideología del movimiento islamista. Tal vez por ello los políticos hebreos trataron por todos los medios de “traspasar” la Franja a otros “gestores”. Las autoridades egipcias, acusadas en su momento de haber llevado a cabo una brutal política represiva en Gaza, descartaron la posibilidad de volver a administrar este conflictivo territorio. El rey Hussein de Jordania rechazó a su vez el ofrecimiento de Tel Aviv con la amable frase: “No, muchas gracias, pero no”. Los emisarios hebreos acabaron, pues, en Túnez, buscando un acuerdo con el propio Arafat. Pero el líder nacionalista descartó la famosa opción “Gaza primero”, decantándose por la conocida variante “Gaza y Jericó”. Mientras tanto, los radicales islámicos seguían afianzándose en la franja costera.Las acusaciones de corrupción contra la plana mayor y los cuadros medios de Al Fatah fueron formuladas en septiembre de 1994, es decir, pocas semanas después de la vuelta de la directiva de OLP de Túnez a los territorios palestinos. Ya en aquel entonces, Hamas exigió una “depuración” de las incipientes estructuras de la ANP. Pero Arafat se limitó a hacer oídos sordos. Con razón; la mayoría de sus colaboradores figuraba en las listas negras de la agrupación islámica. Tras la muerte de Arafat, el Movimiento Nacional Islámico logró imponer su ideario en Gaza. Las corruptelas de la ANP, denunciadas en reiteradas ocasiones por los (pocos) políticos independientes, facilitaron el avance de los partidos de corte religioso. Convertida en baluarte de Hamas, la Franja se parecía, cada vez más, a la “manzana podrida” que convenía eliminar del cesto. En este contexto, la tan cacareada retirada “unilateral” de Israel de la Franja equivale a un mero intento de preservar la integridad física de los colonos afincados en el territorio.La reciente guerra civil entre palestinos, anunciada por los analistas desde hace más de tres lustros, fue la guinda del proceso de putrefacción de unas relaciones conflictivas entre el sector laico y los círculos religiosos. Al abandonar Gaza a los islamistas, la Presidencia de la ANP se limitó a hacer el juego del establishment político de Tel Aviv. Cabe preguntarse: ¿Habrá acercamiento entre los radicales de Hamas, que cuentan con el más que molesto apoyo de Hezbollah y Al Qaeda y el sector laico de la sociedad palestina, capitaneado por Majmud Abbas? Huelga decir que la complejidad de la situación no facilita la labor del Cuarteto de Madrid. Y menos aún, tendiendo en cuenta que la ya de por sí frágil estructura internacional apuesta, a partir de esta semana, por uno de los artífices del actual caos en el Oriente Medio: el cínico ex primer ministro británico Tony Blair. Obviamente, el nuevo lema del Cuarteto, Una paz, dos Estados, no refleja en absoluto la realidad en la zona. ¿Por qué será?* Escritor y periodista, miembro del Grupo de Estudios Mediterráneos de la Universidad de La Sorbona (París) Adrián Mac Liman*

Durante el verano de 1995, los medios de comunicación palestinos independientes o allegados a Al Fatah denunciaron la existencia de una conjura destinada a corromper a los pobladores de la Franja, convertida en plataforma de los traficantes de armas y de drogas israelíes. Estos últimos no tardaron en introducir en Gaza redes de prostitución, desencadenando la ira de los militantes islámicos, quienes controlaban la vida de la Franja ya desde finales de la década de los 80. De hecho, en diciembre de 1988, cuando los expertos de las Naciones Unidas elaboraron el primer informe sobre el peso específico de las agrupaciones políticas en los territorios palestinos, llegaron a la conclusión de que la mayoría de los habitantes de Gaza comulgaba con la ideología del movimiento islamista. Tal vez por ello los políticos hebreos trataron por todos los medios de “traspasar” la Franja a otros “gestores”. Las autoridades egipcias, acusadas en su momento de haber llevado a cabo una brutal política represiva en Gaza, descartaron la posibilidad de volver a administrar este conflictivo territorio. El rey Hussein de Jordania rechazó a su vez el ofrecimiento de Tel Aviv con la amable frase: “No, muchas gracias, pero no”. Los emisarios hebreos acabaron, pues, en Túnez, buscando un acuerdo con el propio Arafat. Pero el líder nacionalista descartó la famosa opción “Gaza primero”, decantándose por la conocida variante “Gaza y Jericó”. Mientras tanto, los radicales islámicos seguían afianzándose en la franja costera.Las acusaciones de corrupción contra la plana mayor y los cuadros medios de Al Fatah fueron formuladas en septiembre de 1994, es decir, pocas semanas después de la vuelta de la directiva de OLP de Túnez a los territorios palestinos. Ya en aquel entonces, Hamas exigió una “depuración” de las incipientes estructuras de la ANP. Pero Arafat se limitó a hacer oídos sordos. Con razón; la mayoría de sus colaboradores figuraba en las listas negras de la agrupación islámica. Tras la muerte de Arafat, el Movimiento Nacional Islámico logró imponer su ideario en Gaza. Las corruptelas de la ANP, denunciadas en reiteradas ocasiones por los (pocos) políticos independientes, facilitaron el avance de los partidos de corte religioso. Convertida en baluarte de Hamas, la Franja se parecía, cada vez más, a la “manzana podrida” que convenía eliminar del cesto. En este contexto, la tan cacareada retirada “unilateral” de Israel de la Franja equivale a un mero intento de preservar la integridad física de los colonos afincados en el territorio.La reciente guerra civil entre palestinos, anunciada por los analistas desde hace más de tres lustros, fue la guinda del proceso de putrefacción de unas relaciones conflictivas entre el sector laico y los círculos religiosos. Al abandonar Gaza a los islamistas, la Presidencia de la ANP se limitó a hacer el juego del establishment político de Tel Aviv. Cabe preguntarse: ¿Habrá acercamiento entre los radicales de Hamas, que cuentan con el más que molesto apoyo de Hezbollah y Al Qaeda y el sector laico de la sociedad palestina, capitaneado por Majmud Abbas? Huelga decir que la complejidad de la situación no facilita la labor del Cuarteto de Madrid. Y menos aún, tendiendo en cuenta que la ya de por sí frágil estructura internacional apuesta, a partir de esta semana, por uno de los artífices del actual caos en el Oriente Medio: el cínico ex primer ministro británico Tony Blair. Obviamente, el nuevo lema del Cuarteto, Una paz, dos Estados, no refleja en absoluto la realidad en la zona. ¿Por qué será?* Escritor y periodista, miembro del Grupo de Estudios Mediterráneos de la Universidad de La Sorbona (París) Adrián Mac Liman*