Espacio de opinión de Canarias Ahora
El imposible consenso con el Señor Rivero por Sergio Roque (*)
Pero si desmoralizadora sería la convivencia de los medios de comunicación con el partido en el poder democrático ?el autoritario por definición no permite la libertad de prensa? más lo sería la dimisión de los partidos opositores de la esencia de su existencia: la fiscalización contundente de los gobiernos, que sean del signo que sean, siempre tenderán a abusar de su poder. Fiscalización no es sinónimo de deslealtad ni malos modos. Antes al contrario, la mayor deslealtad para sus votantes y para la democracia en sí es una oposición complaciente con el poder que enmascara su falta de oposición con discursos simuladamente duros pero que en los temas de verdadera enjundia política se muestra demasiado tibia o sin alternativa que defender por cómplice.
Desde estas premisas debemos analizar la tendencia enfermiza del presidente Rivero a pedirnos consenso a los socialistas canarios. ¿Consenso para qué? Se pregunta uno. Desde que se produjera la sonrojante sesión de investidura, en tándem Rivero-Soria ha mostrado el verdadero rostro de un gobierno que tiene la desviación de poder impregnada hasta el tuétano. Si no, cómo puede entenderse que las primeras medidas del gobierno hayan ido encaminadas a controlar férreamente todo lo que tenga que ver con los medios de comunicación, siendo el control de la televisión “atinómica” por los amigos y la torticera adjudicación de los canales de la TDT dos muestras claras de una política nada inocente de mordaza a la democracia por métodos de dudosa legalidad. Sólo esta línea de proceder del gobierno de Rivero-Soria sería suficiente para que los socialistas rechazásemos cualquier acuerdo con su gobierno.
Pero si lo anterior es suficiente para nuestro desafecto, éste se alimenta por las políticas y acciones que el gobierno ha implementado hasta el momento y que nada tienen que ver con lo que sería nuestra potencial actuación. Sin ser exhaustivo por evidentes motivos de espacio y de higiene mental hacia los lectores en estas fechas, fijemos la atención en algunas de las más relevantes.
La ocurrente frase “más talento y menos cemento”, sacada de su factoría de ficción, delata la esencia de este gobierno: puro mensaje huero con el que cubrir con un velo de ignorancia la política contraria. Cómo si no podemos interpretar el proyecto de ley que prácticamente desmantela la ley que protege nuestros suelos rústicos e impide el crecimiento de la oferta alojativa turística de baja calidad. Cómo si no podemos interpretar el autismo frente a los trabajadores de la enseñanza peor pagados que el resto empleados públicos por el simple hecho de serlo. ¿Es que acaso se le da menos valor a los químicos, físicos, matemáticos, ingenieros, economistas, abogados, filólogos, geógrafos, etc. que trabajan con nuestros hijos que aquellos que ocupan puestos en otras consejerías? Algo de esto delatan las palabras culpable de Rivero al referirse al proceso de selección. Si de verdad creyeran en la enseñanza, nuestros profesores serían los funcionarios mejor pagados y dotados, a la vez que se les exigiría y ayudaría a acreditar una preparación de excelencia pedagógica y de desempaño. La realidad es discriminación salarial y edificios y dotaciones materiales que nos avergüenzan como sociedad.
Cómo podemos consensuar con un gobierno que se ha gastado la friolera de setenta millones de euros (más de once mil millones de pesetas) en culebrones y programas para olvidar en la TV canaria y se inhibe de los problemas del transporte público de personas de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Cómo consensuar con un gobierno que es un eslabón más de una cadena de gobiernos CC-PP que han permitido, si el Supremo no lo remedia, que los ciudadanos tengamos que abonar a una empresa que no ha movido una pala y con pérdidas permanentes la escalofriante cifra de más de quince mil millones de pesetas en el llamado caso Tebeto .
No señor Rivero, los socialistas canarios no podemos consensuar las políticas y las actitudes de tono poco democrático y, sobre todo, contrario a los intereses generales. Pero hay algo de mayor calado: estar reclamando todos los días consenso transparenta la ausencia de una convicción democrática profunda de respeto a la labor imprescindible de la oposición. Los consensos son sólo para construir los edificios constitucionales, para el resto está la necesaria lucha política.
(*) Catedrático de EU de la ULPGC y miembro del Grupo Socialista del Parlamento de Canarias Sergio Roque (*)
Pero si desmoralizadora sería la convivencia de los medios de comunicación con el partido en el poder democrático ?el autoritario por definición no permite la libertad de prensa? más lo sería la dimisión de los partidos opositores de la esencia de su existencia: la fiscalización contundente de los gobiernos, que sean del signo que sean, siempre tenderán a abusar de su poder. Fiscalización no es sinónimo de deslealtad ni malos modos. Antes al contrario, la mayor deslealtad para sus votantes y para la democracia en sí es una oposición complaciente con el poder que enmascara su falta de oposición con discursos simuladamente duros pero que en los temas de verdadera enjundia política se muestra demasiado tibia o sin alternativa que defender por cómplice.
Desde estas premisas debemos analizar la tendencia enfermiza del presidente Rivero a pedirnos consenso a los socialistas canarios. ¿Consenso para qué? Se pregunta uno. Desde que se produjera la sonrojante sesión de investidura, en tándem Rivero-Soria ha mostrado el verdadero rostro de un gobierno que tiene la desviación de poder impregnada hasta el tuétano. Si no, cómo puede entenderse que las primeras medidas del gobierno hayan ido encaminadas a controlar férreamente todo lo que tenga que ver con los medios de comunicación, siendo el control de la televisión “atinómica” por los amigos y la torticera adjudicación de los canales de la TDT dos muestras claras de una política nada inocente de mordaza a la democracia por métodos de dudosa legalidad. Sólo esta línea de proceder del gobierno de Rivero-Soria sería suficiente para que los socialistas rechazásemos cualquier acuerdo con su gobierno.