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Del 15M al 15J. Indignación para la acción. por Luis Fajardo López

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Para ese cambio, sin embargo, no bastan los Gobiernos: es necesaria la actitud responsable de la ciudadanía, generando opinión,exigiendo responsabilidad desde los cauces existentes (tal vez habilitando otros), denunciando prácticas antisociales (sean de los bancos, de las grandes empresas, de otras más pequeñas, o de algún tipo listo, incluyéndonos cada uno de nosotros),... Sí, necesitamos hacer examen de conciencia, ser conscientes de que el médico gratuito que disfrutamos cuesta dinero; de que la Universidad, sólo cuesta al ciudadano una décima parte de lo que paga; de que el paro de uno lo pagamos entre todos... Necesitamos conciencia colectiva y compromiso ciudadano.

La rebeldía que corre apunta en esa dirección de responsabilidad y construcción cívica, pero culpabiliza de nuestros problemas especialmente a los políticos. Y, hecha la crítica de que no podemos dejar la gestión de lo público en manos de profesionales, que hace falta implicarse a muy distintos niveles, me resulta acertado imputarles la parte más importante de los problemas que sufre nuestra democracia, y de la situación socioeconómica que vivimos. Hacen falta políticas que pongan el acento en la profundización democrática, en la confianza y en la justicia social, y no las recetas de recortes democráticos, terror y retroceso en avances sociales. Ciertamente, ha de hacerse pese a disponer ahora de menos recursos. Pero una cosa es que haya menos, y otro es que repartamos más a los que más tienen, con la excusa de que son los que más pueden potenciar la economía. Una vez más, los valores socialistas.

No se puede vivir de la deuda del futuro, pero tampoco se puede pedir a los trabajadores que paguen en unos pocos años los excesos de otros tiempos. No se puede requerir austeridad y sólo existir para los que menos tienen. No se pueden aplicar políticas fiscales regresivas, ni permitir la especulación que nos ha conducido a esta situación. No se puede permitir que el poder esté en manos de mediocres, que el dinero lo pueda todo, que la corrupción comience a ser la regla y no la excepción. Son demasiados excesos los que no son tolerables, los que me llevan a pensar que mis hijas no se merecen el futuro que les estamos dejando, ni nosotros este presente. Es por ello que no me quedo contemplando lo que ocurre, que deseo moverme y, como hice junto a otros muchos en el 15M, ahora lo empiezo desde donde me parece que, por mis convicciones ideológicas, debo hacerlo, en el seno de un partido que tiene que ser digno representante de sus siglas. Yo doy un primer paso, y daré más, pero este movimiento no es mío. Espero que junto a otros muchos podamos cambiar los problemas que tiene el PSOE (que ciertamente no son más graves que los de otros partidos españoles). No quiero que gane la derecha y sigan, sin disimulo, las políticas neoliberales, pero tampoco que la alternativa socialista siga plegada a sus exigencias, disfrazadas de europeísmo o rendidas a la lógica ilógica del capital. Quiero un cambio profundo que sé que ha de ir más allá de nuestras fronteras para que pueda ser un cambio estable y de futuro. Creo que somos muchos los que lo queremos, y estaremos orgullosos de una España que desde la paz defienda esos principios.

Esos cambios de política, en el PSOE, los deciden los Congresos y no las Conferencias políticas. Estas, hasta la fecha, han sido producto del trabajo de gabinetes técnicos que reciben el encargo, más que de discusiones políticas. Si se mantiene la decisión de realizar una conferencia política, para que sea creíble debería operar como un congreso (ponencia marco previa remitida a los militantes, plazo de enmiendas, convocatorias de asambleas para su debate, etc...). Puestos a ello, ¿porqué no acudir directamente al congreso? Además, es el Congreso quien “define los principios y fija los programas”, y quien establece “la línea política” (dicen los estatutos del PSOE, art. 31), cosa que no pueden hacer las Conferencias Políticas (a la que sólo se le destina un pequeño espacio en la letra w del artículo 35, dependiendo del Comité Federal, quien tan sólo puede establecer las líneas de la política electoral “de acuerdo con las Resoluciones de sus Congresos”, art. 35.g).

Pido firmas, para pedir que se debatan en serio y en profundidad estas cuestiones, y que con un proceso desde la base salga una nueva línea ideológica, que retome lo mejor de la historia del socialismo y ratifique la profundización democrática (y con ello la limpieza de las prácticas y el respeto al otro) como medio para construir un futuro mejor. De entrada tenemos el imposible de reunir 110.001 firmas, la mitad más uno de los afiliados. El reto es grande, pero el que enfrenta nuestra sociedad y nuestro planeta es mayor, y necesitamos ponernos en marcha. Pido a los ciudadanos, socialistas o no, y especialmente a los afiliados al PSOE, que firmen la solicitud de debate, la solicitud de un congreso. Unámonos para hacerlo posible. Firmas e información en http://socialistasindignados.es.

*Luis Fajardo López es abogado, profesor de Derecho en la Universidad de La Laguna, y promotor y responsable de la iniciativa socialistasindignados.es

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Luis Fajardo López*

Para ese cambio, sin embargo, no bastan los Gobiernos: es necesaria la actitud responsable de la ciudadanía, generando opinión,exigiendo responsabilidad desde los cauces existentes (tal vez habilitando otros), denunciando prácticas antisociales (sean de los bancos, de las grandes empresas, de otras más pequeñas, o de algún tipo listo, incluyéndonos cada uno de nosotros),... Sí, necesitamos hacer examen de conciencia, ser conscientes de que el médico gratuito que disfrutamos cuesta dinero; de que la Universidad, sólo cuesta al ciudadano una décima parte de lo que paga; de que el paro de uno lo pagamos entre todos... Necesitamos conciencia colectiva y compromiso ciudadano.

La rebeldía que corre apunta en esa dirección de responsabilidad y construcción cívica, pero culpabiliza de nuestros problemas especialmente a los políticos. Y, hecha la crítica de que no podemos dejar la gestión de lo público en manos de profesionales, que hace falta implicarse a muy distintos niveles, me resulta acertado imputarles la parte más importante de los problemas que sufre nuestra democracia, y de la situación socioeconómica que vivimos. Hacen falta políticas que pongan el acento en la profundización democrática, en la confianza y en la justicia social, y no las recetas de recortes democráticos, terror y retroceso en avances sociales. Ciertamente, ha de hacerse pese a disponer ahora de menos recursos. Pero una cosa es que haya menos, y otro es que repartamos más a los que más tienen, con la excusa de que son los que más pueden potenciar la economía. Una vez más, los valores socialistas.