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Indignas hambrunas

Teo Mesa / Teo Mesa

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Qué nos atañen las graves hambrunas del cuerno de África, en Kenia y Somalia, donde casi veinte millones de seres humanos padecen esta profunda inanición, que llevará a la tumba de tierra o a ser engullidos por la carroña, al acecho. Porque en Occidente, China o Japón no se los pueden yantar, o sacar beneficios después de muertos, entonces, sí que les importarían. Nosotros estamos altamente preocupados porque el FMI, la Reserva Federal; o Mr. Trichet nos suba o baje el precio del dinero. Que Moody´s dé las notas de solvencia de cada país. Y los mercados de la compra-venta de deudas internacionales; o de las primas de riesgo, actuando como buitres, para atacar, cuando huelen a sangre y muerte financiera de cualquier país, de los llamados civilizados y evolucionados, que nadan en la opulencia del consumo y el derroche materialista. Lo demás son zarandajas.

No afecta a los países industrializados, que unos negritos en toda África u otra zona del mundo, mueran de hambre. Porque no cuentan para ser esclavizados y obtener ganancias pecuniarias. Ni son posibles votantes de un partido político. Como no se cumplen esas premisas, no tenemos la mínima conmiseración con estas gentes de colores negro y cobrizo, a los que apenas les queda un hilo de vida, y que están condenados a la triste muerte. Qué nos importa que fallezcan por hambre ni agua; o malvivan entre el suelo y el cielo, entre plásticos y cartones, millones de seres humanos (lo único que encuentran, que no tienen el nombre ni de chabolas). Qué más da: si no mueren por estas hambrunas, perecerán por nuestras avanzadas y mejores armas bélicas: químicas o metrallas, que están inventadas demoniacamente, para matar a las infortunadas masas, nacidas en las miserias más ignominiosas y que tanto molestas a nuestros dividendos bancarios.

La tragedia actual en el cuerno de África, es la consecuencia de una pertinaz sequía, que se remonta a más de 60 años, sin que les caiga una gota del vital elemento. Esta aridez hace imposible una agricultura de subsistencia, y de ahí las perdurables y angustiantes hambrunas. A esta maldición, se suma otra, peor que la anterior: las guerras tribales que sufren desde 1991, por la egolatría de unos bárbaros, en estos pueblos mal avenidos en sí mismos: Kenia, Somalia y Etiopía. Empero, estas prolongadas carencias pluviales son frecuentes en aquella región africana, aunque, ahora también, influye negativamente, el cambio climático, dejando maléficas consecuencias por alocados y catastróficos climas, en desastres naturales, especialmente en el África negra.

Lo que está ocurriendo en Somalia, Kenia y otras zonas de África, y también en el propio planeta, es de las mayores deshonras y tropelías del llamado ser humano, primordialmente de los afortunados que poseen una vida boyante y muy acomodada. Es indigno que esta parte de la humanidad que habita la Tierra, más afortunada en todos los menesteres de la vida, no tengamos un ápice de solidaridad y caridad, ayudándoles prontamente, no solo ahora en esta urgentísima penuria mortal. La solidaria colaboración deben ser continua en: infraestructuras agrícolas; ingeniería doméstica de supervivencia; arquitectura habitable; y sobremanera, de combatir a la propia naturaleza, sacándole los mayores réditos de subsistencia, mediante un desarrollo medioambiental, razonable con la misma natura, en el mismo lugar que habitan. El egoísmo y la avaricia, tan consustanciales en el ser humano, se palpan cada día con la indiferencia a estas malhadadas gentes, que malviven toda su corta existencia en triste miseria. Evidentemente no somos el generoso Vicente Ferrer, y muchos como él necesitan estos abandonados pueblos a su maldito infortunio.

Teo Mesa

Qué nos atañen las graves hambrunas del cuerno de África, en Kenia y Somalia, donde casi veinte millones de seres humanos padecen esta profunda inanición, que llevará a la tumba de tierra o a ser engullidos por la carroña, al acecho. Porque en Occidente, China o Japón no se los pueden yantar, o sacar beneficios después de muertos, entonces, sí que les importarían. Nosotros estamos altamente preocupados porque el FMI, la Reserva Federal; o Mr. Trichet nos suba o baje el precio del dinero. Que Moody´s dé las notas de solvencia de cada país. Y los mercados de la compra-venta de deudas internacionales; o de las primas de riesgo, actuando como buitres, para atacar, cuando huelen a sangre y muerte financiera de cualquier país, de los llamados civilizados y evolucionados, que nadan en la opulencia del consumo y el derroche materialista. Lo demás son zarandajas.

No afecta a los países industrializados, que unos negritos en toda África u otra zona del mundo, mueran de hambre. Porque no cuentan para ser esclavizados y obtener ganancias pecuniarias. Ni son posibles votantes de un partido político. Como no se cumplen esas premisas, no tenemos la mínima conmiseración con estas gentes de colores negro y cobrizo, a los que apenas les queda un hilo de vida, y que están condenados a la triste muerte. Qué nos importa que fallezcan por hambre ni agua; o malvivan entre el suelo y el cielo, entre plásticos y cartones, millones de seres humanos (lo único que encuentran, que no tienen el nombre ni de chabolas). Qué más da: si no mueren por estas hambrunas, perecerán por nuestras avanzadas y mejores armas bélicas: químicas o metrallas, que están inventadas demoniacamente, para matar a las infortunadas masas, nacidas en las miserias más ignominiosas y que tanto molestas a nuestros dividendos bancarios.