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La irrupción de Podemos y sus riesgos

El sensible respaldo en votos que las encuestas vaticinan al fenómeno político de Podemos, ha frenado en gran medida la exteriorización de los ácidos análisis críticos que hoy se están produciendo entre los militantes y dirigentes de la izquierda histórica, nos referimos a esos sectores, inicialmente curtidos por la represión del régimen franquista y la lucha por la recuperación de las libertades y a la que posiblemente las huestes de Pablo Iglesias también considera como parte de “la casta” a la que hay que combatir.

Si a los hechos nos remitimos, la organización liderada por Pablo Iglesias, frente a su teórico y objetivo de acabar con el bipartidismo, lo que sí ha logrado en este cortísimo espacio de tiempo es fagocitar y debilitar, precisamente, a una gran parte de los colectivos organizaciones y movimientos enemigos de “la casta”, entendidos como aquellas organizaciones que por su ideario político transformador o de izquierdas, han venido haciendo, reconózcase o no, de muro de contención frente a los embates con los que el envalentonado sistema capitalista y sus brazos políticos del PP y el PSOE continúan castigando a las clases populares del Estado Español, y especialmente a las canarias.

Sin necesidad de hacer un detallado recorrido por las nacionalidades del Estado y enumerar los colectivos disueltos o con conflictos internos inducidos directa o indirectamente por Podemos, nos referiremos sólo a Izquierda Unida y el acoso al que le han venido sometiendo los seguidores de don Pablo Iglesias. La prueba cualitativa y cuantitativa nos la da Andalucía donde en las recientes elecciones, el partido de Cayo Lara pierde el mismo número de diputados que gana Podemos. Nada digamos de la acometida que sufre el nacionalismo gallego del BNG o la preocupación ya admitida por los líderes de la izquierda revolucionaria de Euskadi, incluida Bildu, ante un previsible “empoderamiento” de los profesores universitarios en el interior de las filas abertzales. Cuando transcribimos el presente análisis, IUC se enfrenta también a sus primeros síntomas de desplome en Canarias, inducidos también desde Podemos

No le falta razón a sus adversarios cuando, aparte de su marcada petulancia, acusan al nuevo movimiento del Sr. Iglesias de falta de precisión en su elástico ideario político, pero mayor preocupación debe producir el hecho de no saber qué directriz ideológica, estratégica o política van a llevar a las instituciones los potenciales cargos electos bajo la influencia de Podemos. Y esto lo afirmamos por el variadísimo e inmaduro perfil de sus innumerables y desconocidos candidatos y candidaturas que se han subido al tren de Podemos. La situación puede convertirse en esperpéntica si consideramos la inexistencia de cualquier hilo conductor orgánico que pueda coordinar u ordenar las voluntades de los miles de concejales o diputados con los que las encuestas premian a las diferentes franquicias de Podemos.

Ante la prevista buena cosecha de votos, todo vale, y así hasta la emergente, Si Se puede, con plaza en la isla de Tenerife y que mantiene su incomprensible indefinición ideológica sobre la cuestión nacional canaria, no se lo ha pensado dos veces y ha cruzado el Atlántico para ir a Madrid, visitar el Oráculo y tras hacerle la venia a la cúpula dirigente de Podemos, rendirle y jurarle pleitesía para, después, rogarle autorización para incluirse en las listas electorales de los anti casta. Como vemos la política de relaciones entre Podemos y la clase política canaria no dista mucho de lo que históricamente ha sido los vínculos coloniales y de subordinación política del País canario a Madrid, pero, miren por dónde, ahora agravadas a ser Podemos-Madrid y sus tres profesores universitarios quién tiene la última palabra para imponer la política de alianzas que establezca con cualquier otro colectivo que con ellos pretendan concurrir a las elecciones.

Puestas así las cosas, ni los dirigentes españoles de Podemos ni sus delegados en Canarias, nos han dicho aún cuál es su programa político para el País canario ni cuál va a ser su actuación en las instituciones para combatir el desempleo, la pobreza, los peores salarios y la precariedad en el mundo del trabajo de las islas. Nada han dicho tampoco de cuál va ser su modelo cultural y de promoción de nuestra identidad, ni tampoco, a juzgar por el alto número de docentes en sus listas, cómo van a combatir el inadmisible fracaso escolar y universitario en las Islas. O tampoco qué es lo que piensan del derecho a decidir de los canarios y si admitirían la posibilidad de un Estado independiente para el Archipiélago tras observar que la descafeinada democracia que nos ofrece España, continúa anclando el futuro económico y social de nuestra tierra para hacerla depender más de los intereses foráneos.

Para concluir, otra preocupación nos embarga y está relacionada con el irresponsable segundo paso de intervención social que proyectan los líderes de Podemos y que tendría como objetivo la configuración de una organización sindical que visto lo ya ocurrido, trataría de absorber y desmantelar también a las organizaciones de trabajadores existentes para constituir un sindicato único. Y esa posibilidad, visto lo que ha ocurrido con la fagocitación que ya han practicado con los movimientos sociales organizados, nos acercaría a la “democracia orgánica” del pasado régimen que sólo necesitaba para sus objetivos la existencia de un partido y sindicato único. ¿Quién lo diría?

La desestructuración orgánica, la imprecisión de un programa ideológico o de acción política, y la inexperiencia en el activismo social, resultan pésimos componentes para la consolidación de cualquier organización política. Si tras las elecciones Podemos es incapaz de consolidarse y su desaparición es tan fulgurante como su sorprendente y, para algunos sospechosa aparición, el partido de los “ilustres” docentes lograría “el mérito” de haber disuelto en un cortísimo espacio de tiempo a la totalidad del movimiento de cambio y transformación social español y canario. De tal forma, el bipartidismo aparecería indemne y refortalecido y, por el contrario, la ciudadanía y los trabajadores quedarían sin herramienta alguna para su defensa dentro de lo que Podemos denomina el “tablero político”.

El sensible respaldo en votos que las encuestas vaticinan al fenómeno político de Podemos, ha frenado en gran medida la exteriorización de los ácidos análisis críticos que hoy se están produciendo entre los militantes y dirigentes de la izquierda histórica, nos referimos a esos sectores, inicialmente curtidos por la represión del régimen franquista y la lucha por la recuperación de las libertades y a la que posiblemente las huestes de Pablo Iglesias también considera como parte de “la casta” a la que hay que combatir.

Si a los hechos nos remitimos, la organización liderada por Pablo Iglesias, frente a su teórico y objetivo de acabar con el bipartidismo, lo que sí ha logrado en este cortísimo espacio de tiempo es fagocitar y debilitar, precisamente, a una gran parte de los colectivos organizaciones y movimientos enemigos de “la casta”, entendidos como aquellas organizaciones que por su ideario político transformador o de izquierdas, han venido haciendo, reconózcase o no, de muro de contención frente a los embates con los que el envalentonado sistema capitalista y sus brazos políticos del PP y el PSOE continúan castigando a las clases populares del Estado Español, y especialmente a las canarias.