Canarias Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
España tiene más de un millón de viviendas en manos de grandes propietarios
La Confederación lanzó un ultimátum para aprobar parte del proyecto del Poyo
OPINIÓN | Aldama, bomba de racimo, por Antón Losada

Juan Monzón y la fruta

0

Sucedió en una tertulia política de una televisión local. El tema del día no podía ser otro que lo sucedido en Valencia ese 29 de octubre que parece haberse hecho eterno.

El representante del Partido Popular, concejal en Yaiza y consejero no electo en el Cabildo de Lanzarote, inició su intervención con tono institucional, refiriéndose a su pesar por las víctimas, a lo necesario de la unidad en estos momentos y lo adecuado de dejar para más adelante la exigencia de responsabilidades.

A pesar de ese inicio del manual del político serio y responsable, el representante del Partido Popular, concejal en Yaiza y consejero no electo en el Cabildo de Lanzarote, finalizó su intervención manifestando que podía ser que el potencial destructivo de la riada se hubiera visto incrementado porque el Gobierno había eliminado más de treinta presas en Valencia.

Ante mi respuesta, acusándole de mentir a la audiencia haciendo correr un auténtico bulo, trató de excusarse, refugiándose en que él decía lo que la gente decía.

Evidentemente, ante una intervención pretendidamente institucional, pero utilizada para verter una absoluta falsedad, el debate se enconó y a partir de ahí comenzaron a surgir el resto de falsedades del argumentario del Partido Popular: la AEMET no avisó, la Confederación Hidrográfica del Júcar retiró el aviso rojo hasta en tres ocasiones, Sánchez ha dejado sola a Valencia y así hasta completar la panoplia de falsos argumentos con la que se pretende ocultar la irresponsabilidad criminal de Mazón y su gobierno.

Fue una discusión muy desagradable, tanto por las mentiras vertidas como por sus intentos de reventar el debate a base de constantes interrupciones.

He de reconocer que salí de la emisora muy tocado, pensando en la indecencia que supone mentir despreciando a más de doscientos muertos, banalizando el sufrimiento de miles de personas.

Salí muy tocado pensando en esa audiencia que tiene derecho a conocer interpretaciones y argumentos opuestos pero, sobre todo, tiene derecho a conocer hechos ciertos y probablemente, tras ese debate, pudo verse confundida sin saber que la demolición de treinta presas no es más que un bulo, sin estar segura de que la AEMET publicó un aviso rojo y que la Confederación del Júcar nunca retiró su aviso de emergencia.

Recordé en ese momento que unos días antes estaba tomando un café con compañeras y compañeros del partido y se nos acercó un impresentable, con la pertinente banderita española en su muñeca, para decirnos que le gustaba la fruta y repetirlo en dos ocasiones, una situación que asociaba al Madrid crispado de Ayuso pero que nunca pensé vivir en Lanzarote.

Recordé a los descerebrados que atacaron a las autoridades en Paiporta y no pude más que pensar en el clima irrespirable que provocan las mentiras, los bulos irresponsables.

Pensé que son las mentiras de personajes como Juan Monzón las que provocan que tipos como el de la banderita se permitan agredir verbalmente a un grupo de personas, por el hecho de reconocerles como militantes socialistas.

Sí. El concejal de Yaiza y consejero no electo del Cabildo se llama Juan Monzón y lo nombro sin la más mínima esperanza de que se avergüence de sus mentiras. Lo menciono para que cuando lo vean, cuando lean sus declaraciones o escuchen sus comentarios, sepan que miente y les suene una alarma y destelle el aviso Alerta. Bulo.

Sucedió en una tertulia política de una televisión local. El tema del día no podía ser otro que lo sucedido en Valencia ese 29 de octubre que parece haberse hecho eterno.

El representante del Partido Popular, concejal en Yaiza y consejero no electo en el Cabildo de Lanzarote, inició su intervención con tono institucional, refiriéndose a su pesar por las víctimas, a lo necesario de la unidad en estos momentos y lo adecuado de dejar para más adelante la exigencia de responsabilidades.