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Manrique, más necesario que nunca
En ocasiones me pregunto por qué se encuentra tan vigente -y es más necesario que nunca- el pensamiento y la obra de César Manrique Cabrera cien años después de su nacimiento y, aproximadamente cincuenta años desde que se proyectó su primera obra con fines turísticos en Lanzarote.
Aunque compleja, me parece que la respuesta no incluye dificultad alguna. El resultado de la reflexión sobre ello permite disponer de una herramienta muy útil para entender aspectos del presente, porque la obra artística y documental de César no ha perdido ni perderá vigencia, mientras compruebo que cada vez está más viva, por necesaria. Sería igualmente así, si su propósito no hubiese sido crear una fundación para velar por su legado y continuar acrecentándolo. Pienso que en cualquier caso, la ciudadanía habría recurrido a él. Y seguiremos haciéndolo para reclamar respeto por el territorio y para proteger determinados valores del patrimonio cultural de estas dos islas de Lanzarote.
Antes de que el artista interviniera en Jameos del Agua en 1944, había pintado los murales de la actual Casa de la Cultura de Arrecife y un poco más tarde trazaría los del antiguo Parador Nacional de Turismo. Ya en esa época se pudo advertir que Lanzarote podía ofrecer al turismo espacios escénicos de calidad, especialmente los bordes costeros con playas o bien marinas recoletas idóneas para el baño como las del sur de Lanzarote, tales como Playa Blanca, Playa Mujeres, de los Pozos o la de Papagayo, entre otras.
Pero César también entiende que al turismo hay que mostrarle patrimonio, por ejemplo, el artístico, el histórico y el antropológico. Para ello, magistralmente interviene en el Castillo de San José, arruinado por aquel entonces, exponiendo obras de su colección particular, creando espacios expositivos en las distintas salas militares y edificando un restaurante fusionado con la fortaleza, además de acondicionar los espacios abiertos en proporción, escala y equilibrio con el inmueble defensivo. Tiempo antes, Italia, Francia o España se hallaban en los primeros puestos de estancia turística: se visita Granada por su patrimonio monumental, Madrid por sus museos de referencia mundial, y que a pesar de ello, ha continuado amplificándolos con el Reina Sofía y el Thyssen-bornemisza por ejemplo, o el País Vasco atrae por su señalada gastronomía, y así podríamos continuar con una dilatada lista de prototipos de destinos vacacionales.
En la actualidad, Lanzarote dispone de una consolidada red de lugares intervenidos por César Manrique que necesitan adecuarse en varios sentidos para que ambientalmente sean sostenibles, económicamente y socialmente rentables y para que el flujo de visitas no siga afectando negativamente a su conservación.
Opino que las causas que me acercan a la respuesta de la cuestión planteada en el inicio del texto son, entre otras:
- César Manrique interviene en clave de modernidad sempiterna, recurriendo a las geometrías isleñas en clave del land art. Antes de ese entonces el artista reconoce y se identifica con los valores artísticos del paisaje, con diferentes elementos identitarios que con maestría plasma en los referidos murales. Y con ese talento artístico acrecienta su significado, su aprecio por lo local, y desde esos parámetros insulares alcanza la universalidad, al igual que lo hiciera Manolo Millares, aunque este se expresa bajo otra esencia.
- César plantea un modelo de desarrollo turístico de vanguardia asociado a la tradición de La Graciosa y Lanzarote, teniendo en cuenta la fragilidad -y no solo del territorio- de ambas a través de su laboriosidad artística, con guiños a los surcos del arado, al viento, al camello, a la sombrera y a la pesca junto a un largo repertorio de elementos -incluidos los indígenas, que hasta ese entonces no han cobrado consistencia artística.
- Desde sus inicios se configura como abanderado excepcional del decrecimiento turístico. En sus intervenciones adelanta lo que traerá el futuro si se continúa por la senda del desarrollismo sin identidad y sin amarre a las esencias insulares. Frena la venta de las islas cuando en las paredes blancas podíamos leer: Lanzarote se vende: 810100.También por eso César está de “rabiosa actualidad”.
-En términos sociales, Manrique advierte que para preservar los valores de las islas es necesario la movilización social, que la gente tome conciencia de lo que se juega,y para ello es necesario incluir a la mayor cantidad posible para que forme parte de la respuesta a la avalancha de construcciones turísticas que se sucede, porque el Cabildo y los ayuntamientos no ponen todos los medios a su alcance, sino por el contrario, los ponen en contra.
- El artista se adelanta al empleo de materiales usados y llegados por mar. Para crear se sirve de los jallosque ofrecen las mareas, de elementos naturales como los callaos, las bombas volcánicas, las piezas de desguace de barcos, entre otros.
La celebración del centenario de su nacimiento nos permite valorar el nivel de acuerdo y adhesión que alcanza el escenario de esta actividad conmemorativa, reivindicativa y festiva. Por diferentes motivos, la programación de actos recordatorios de su nacimiento no es el resultado del trabajo conjunto de la institución que gestiona económicamente los centros de arte y cultura en los que interviene el artista, y la que custodia su legado cultural, artístico y reivindicativo en definición ambiental de César. Lejos de lo deseable y necesario, la agenda de actos programados en su memoria no se desarrolla en el ámbito del consenso, sino del de la desavenencia innecesaria por estéril e incívica.Las dos entidades tienen mucho que decir, y lo han de expresar, si bien en este caso, como en tantos otros, la línea marcada por el Cabildo Insular no permite la avenencia necesaria.
Pero en este ambiente negativo y en cualquier caso, es necesario que el Cabildo no comprometa su memorándum recordatorio a César Manrique más allá de la fecha señalada por la celebración de elecciones políticas para que a partir de ese vencimiento poder celebrar conjuntamente con la Fundación César Manrique la totalidad de los actos en honor a la persona que ha transmitido a estas islas la mayor herencia cultural y económica que he podido imaginar.
En ocasiones me pregunto por qué se encuentra tan vigente -y es más necesario que nunca- el pensamiento y la obra de César Manrique Cabrera cien años después de su nacimiento y, aproximadamente cincuenta años desde que se proyectó su primera obra con fines turísticos en Lanzarote.
Aunque compleja, me parece que la respuesta no incluye dificultad alguna. El resultado de la reflexión sobre ello permite disponer de una herramienta muy útil para entender aspectos del presente, porque la obra artística y documental de César no ha perdido ni perderá vigencia, mientras compruebo que cada vez está más viva, por necesaria. Sería igualmente así, si su propósito no hubiese sido crear una fundación para velar por su legado y continuar acrecentándolo. Pienso que en cualquier caso, la ciudadanía habría recurrido a él. Y seguiremos haciéndolo para reclamar respeto por el territorio y para proteger determinados valores del patrimonio cultural de estas dos islas de Lanzarote.