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El museo del poeta Domingo Rivero

Teo Mesa / Teo Mesa

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La sala del museo no estará destinada únicamente a mostrar los poemas (algunos en grandes tamaños y ploterizados sobre papel), que cubren gran parte de las paredes, como la cantidad de objetos que acompañaron al vate en su vida y uso de los mismos; libros de su extensa biblioteca; objetos personales y demás arquetipos que constituyeron sus propias vivencias y formaron parte inherente de su vivir. Se exhiben además, trabajos de artistas plásticos, como las casi dos decenas caricaturas y algún retrato realizados por el arquitecto E. García Cañas, casi en el ecuador el siglo pasado; varias pinturas de Pepe Dámaso; un busto-retrato del poeta, de Manuel González; y otros retratos pictóricos del poeta. Tendrá el museo un uso polivalente en variadas tareas culturales, según la idea matriz de su creador. De tal modo, que servirá de sala de exposiciones plásticas, conferencias, simposios, recitales poéticos, presentación de libros, etc. La apertura estuvo jalonada con una hilada de conferencias durante toda la semana ?dos por día?, capitaneada por el poeta Eugenio Padorno.

Domingo Rivero González, nacido en Arucas en 1852 y extinto en Las Palmas de Gran Canaria en 1929. De familia de acomodada posición, estudia en el histórico colegio de San Agustín, que fundara López Botas y cuyo último director fuera Diego Mesa Cambreleng. Colegio en el que anteriormente habían estudiado Fernando León y Castillo, Benito Pérez Galdós, en la misma década; y más adelante Tomás Morales, Luis Doreste Silva, Luis Benítez Inglott, José Mesa y López, y su hermano Rafael, escritor y último secretario de Galdós, etc.

Viajero pertinaz era el joven poeta. Consuma su primer viaje a París en 1870, donde conoce a varios republicanos españoles, especialmente a Fermín Salvochea (Salvochea), a quien dedicará uno de sus exitosos poemas; y luego en Londres, hasta 1873, donde descubre otras maneras de vivir. Estas salidas de su isla redonda, le fueron de primordial importancia para madurar e ir ordenando su aún imprecisa mente creadora literaria, hacia su destino final en la lírica. Tal así, que descubre en estos fecundados éxodos, a los clásicos de la poesía inglesa: Byron, Shakespeare, Thomas Hardy, etc. La poesía, aún en reserva en su subconsciente inmaduro, tendrá que dar paso a su vida profesional y modus vivindi primario. Para tal fin, comienza en Sevilla los estudios de Derecho, finalizándolos en Madrid en 1880. Al año siguiente, que regresa a la isla, saca la plaza de Registrador de la Propiedad y Relator de la Audiencia, alcanzando el responsable cargo de Secretario.

En los Juegos Florales de 1910, realizados en la ciudad capitalina, fue invitado Miguel de Unamuno, para hacer de patrono de dichos actos, por su ex alumno Domingo Doreste, Fray Lesco. En estas jornadas se conocen los dos poetas y toman amistad. En 1924, cuando fuera desterrado el intelectual y rector de la universidad de Salamanca, a Fuerteventura, por la dictadura de Primo de Rivera, le profesa Rivero toda su comprensión ante tamaña vejación. Se cartean en respeto y admiración, y el hijo del Parnaso, Rivero González, le dedica uno de sus logrados y sentidos sonetos, por tan vil encarcelamiento a la mente libre, a la libertad de expresión y la erradicación de su patria chica, al filósofo bilbaíno.

La primera oda editada públicamente fue en 1899. La notable obra poética de Domingo Rivero, fue para él, sólo un intrascendente juego, la dio importancia como una forma de vivir y expresarse por la letra impresa y creativa. De resto, pasado el tiempo, no serviría para nada, según sus apreciaciones, sugiriendo a su familia que se hiciera fuego con ella. Esta es la labor de un poeta de creación de una tendencia libertaria en las formas del verso rimado, a pesar de ser su plena dedicación tardía en el tiempo, con un prolífico contenido de más de un centenar de poemas. Todos ellos originarios de pensamientos puristas en los contenidos y letras, de cohesión metafórica y energía interior acomodada en el existencialismo. Tiene su exponente en una diversidad estilística, pero hay que ubicarlo igualmente, en la lírica modernista, junto a sus colegas grancanarios Tomás Morales, Saulo Torón, Alonso Quesada, Fernando González, Claudio de la Torre, Sosa Suárez, Millares Carlo, etc. Son sus sonetos el fuerte y la predilección de este rimador de profundas reflexiones interioristas, basadas en la musa del rededor circundante, próximas a la existencia de Rivero. Cargados cuasi todos los poemas de un simbolismo subyacente, con una cargazón de estilo personal y sobriedad en la letra. Que en sólidos argumentos de su antólogo y poeta Eugenio Padorno: “Esta poesía al tiempo que atrae a la clasicidad a un espacio atlántico, eleva su localismo al plano de la universalidad.”

Teo Mesa

La sala del museo no estará destinada únicamente a mostrar los poemas (algunos en grandes tamaños y ploterizados sobre papel), que cubren gran parte de las paredes, como la cantidad de objetos que acompañaron al vate en su vida y uso de los mismos; libros de su extensa biblioteca; objetos personales y demás arquetipos que constituyeron sus propias vivencias y formaron parte inherente de su vivir. Se exhiben además, trabajos de artistas plásticos, como las casi dos decenas caricaturas y algún retrato realizados por el arquitecto E. García Cañas, casi en el ecuador el siglo pasado; varias pinturas de Pepe Dámaso; un busto-retrato del poeta, de Manuel González; y otros retratos pictóricos del poeta. Tendrá el museo un uso polivalente en variadas tareas culturales, según la idea matriz de su creador. De tal modo, que servirá de sala de exposiciones plásticas, conferencias, simposios, recitales poéticos, presentación de libros, etc. La apertura estuvo jalonada con una hilada de conferencias durante toda la semana ?dos por día?, capitaneada por el poeta Eugenio Padorno.

Domingo Rivero González, nacido en Arucas en 1852 y extinto en Las Palmas de Gran Canaria en 1929. De familia de acomodada posición, estudia en el histórico colegio de San Agustín, que fundara López Botas y cuyo último director fuera Diego Mesa Cambreleng. Colegio en el que anteriormente habían estudiado Fernando León y Castillo, Benito Pérez Galdós, en la misma década; y más adelante Tomás Morales, Luis Doreste Silva, Luis Benítez Inglott, José Mesa y López, y su hermano Rafael, escritor y último secretario de Galdós, etc.