Espacio de opinión de Canarias Ahora
La segunda bomba de Gurriarán
Del atentado salió con vida y escribió “La bomba”, donde relataba el encuentro en el Líbano con los terroristas que, ahora con capucha y kalasnikov, habían colocado los artefactos. Pero 28 años después, con este nuevo título, Gurriarán aborda de nuevo lo que no tiene empacho en reconocer como “síndrome de Estocolmo”, pues reconstruye la historia de aquellos que estuvieron a punto de matarle, hasta el punto de que esta vez se reúne en la propia Armenia con los dirigentes del ESALA (Ejército Secreto para la Liberación de Armenia) y a cara descubierta dialoga con ellos y les ofrece los ejemplos de Gandhi y Luther King como revolucionarios de la no violencia.
Una de las sorpresas de este libro es que aquellos antiguos terroristas que pudieron asesinarlo hoy desempeñan labores en varias ONGs y es en la sede de una de estas organizaciones solidarias armenias donde los encuentra. Gurriarán, por ello, compara la situación del ESALA con la de ETA, pues “como ciudadano de un país que sufre décadas de terrorismo anacrónico e indiscriminado, me interesa el testimonio del proceso mental y político que condujo a los antiguos miembros del ESALA al abandono de la lucha armada y a conocer las dificultades que han tenido para su reinserción en la sociedad”. De hecho él, que posee un apellido vasco, cree que si la mayoría de los etarras leyera su libro “comprobaría como ésta puede ser una salida a la violencia”. Ejemplos como el de Gurriarán nos reconcilian con esta profesión tan denostada y tan necesaria, porque en aquella situación el sentido común ?y los consejos de los especialistas en seguridad- recomiendan salir... corriendo. Él prefirió llamar al periódico. Eso le honrará siempre.
Federico Utrera
Del atentado salió con vida y escribió “La bomba”, donde relataba el encuentro en el Líbano con los terroristas que, ahora con capucha y kalasnikov, habían colocado los artefactos. Pero 28 años después, con este nuevo título, Gurriarán aborda de nuevo lo que no tiene empacho en reconocer como “síndrome de Estocolmo”, pues reconstruye la historia de aquellos que estuvieron a punto de matarle, hasta el punto de que esta vez se reúne en la propia Armenia con los dirigentes del ESALA (Ejército Secreto para la Liberación de Armenia) y a cara descubierta dialoga con ellos y les ofrece los ejemplos de Gandhi y Luther King como revolucionarios de la no violencia.
Una de las sorpresas de este libro es que aquellos antiguos terroristas que pudieron asesinarlo hoy desempeñan labores en varias ONGs y es en la sede de una de estas organizaciones solidarias armenias donde los encuentra. Gurriarán, por ello, compara la situación del ESALA con la de ETA, pues “como ciudadano de un país que sufre décadas de terrorismo anacrónico e indiscriminado, me interesa el testimonio del proceso mental y político que condujo a los antiguos miembros del ESALA al abandono de la lucha armada y a conocer las dificultades que han tenido para su reinserción en la sociedad”. De hecho él, que posee un apellido vasco, cree que si la mayoría de los etarras leyera su libro “comprobaría como ésta puede ser una salida a la violencia”. Ejemplos como el de Gurriarán nos reconcilian con esta profesión tan denostada y tan necesaria, porque en aquella situación el sentido común ?y los consejos de los especialistas en seguridad- recomiendan salir... corriendo. Él prefirió llamar al periódico. Eso le honrará siempre.