Espacio de opinión de Canarias Ahora
Tragilógico
Las croquetas son portadoras de valores eternos, unidades de destino en lo universal y en lo particular: jamón, pollo, cocido, carabineros, gambas… Una señora probablemente desvencijada de la azotea, le ha añadido un nuevo valor, la benzodiacepina, o, en román paladino, el clásico Valium que ya glosara Lou Reed. Ocurrió que mientras la droga hacia efecto en su exmarido, le desvalijó casi treinta mil euros de sus cuentas corrientes: “algo le habría hecho” dice mi amiga Patricia al tiempo que me llena el vaso con ginebra sin alcohol (¡qué asco!)
Durante muchos años, no caí en la cuenta de que Patti Smith es una mujer. Ni un hombre, claro. Para mí era una persona que cantaba de una manera majestuosa desde la primera vez que la oí en una cafetería de las galerías Viacambre compostelanas: era 1975, a la espera de que aconteciera el hecho biológico, y en el tocadiscos no dejaban de poner Horses, el primer LP de Patti con fotografía de Robert Mapplethorpe. No sé si entonces vivían los dos en el Chelsea Hotel (escúchese a Leonard Cohen, por favor) pero lo que sí era cierto es que ya prácticamente no existía un grupo de rock exclusivamente femenino llamado Fanny, el muro machista de la época, de todas las épocas, no les permitió crecer. Eran mágicas, geniales: hay varios vídeos en su web y sobre todo recomiendo una versión de Hey Buldog de The Beatles. Es de 1971 y parece que se grabó ayer. Será por eso que me quedé instalado con mi amigo José Luis en la cafetería de las galerías Viacambre. El vino se acompañaba de buenas tapas, croquetas por supuesto, pero sin diazepam. No quiero añadir nada más a los huevos revueltos del presente. La música es salvífica, beatífica y casi bálsamo de Fierabrás, todo lo cura. Dicen que la señora del Valium en la croqueta fue detenida y tuvo que ir a declarar, “algo le habría hecho” insiste Patricia esta vez con güisqui de verdad. Tiene razón, siempre hemos hecho algo, moralidades aparte, incluso el amor. Vale.
Las croquetas son portadoras de valores eternos, unidades de destino en lo universal y en lo particular: jamón, pollo, cocido, carabineros, gambas… Una señora probablemente desvencijada de la azotea, le ha añadido un nuevo valor, la benzodiacepina, o, en román paladino, el clásico Valium que ya glosara Lou Reed. Ocurrió que mientras la droga hacia efecto en su exmarido, le desvalijó casi treinta mil euros de sus cuentas corrientes: “algo le habría hecho” dice mi amiga Patricia al tiempo que me llena el vaso con ginebra sin alcohol (¡qué asco!)
Durante muchos años, no caí en la cuenta de que Patti Smith es una mujer. Ni un hombre, claro. Para mí era una persona que cantaba de una manera majestuosa desde la primera vez que la oí en una cafetería de las galerías Viacambre compostelanas: era 1975, a la espera de que aconteciera el hecho biológico, y en el tocadiscos no dejaban de poner Horses, el primer LP de Patti con fotografía de Robert Mapplethorpe. No sé si entonces vivían los dos en el Chelsea Hotel (escúchese a Leonard Cohen, por favor) pero lo que sí era cierto es que ya prácticamente no existía un grupo de rock exclusivamente femenino llamado Fanny, el muro machista de la época, de todas las épocas, no les permitió crecer. Eran mágicas, geniales: hay varios vídeos en su web y sobre todo recomiendo una versión de Hey Buldog de The Beatles. Es de 1971 y parece que se grabó ayer. Será por eso que me quedé instalado con mi amigo José Luis en la cafetería de las galerías Viacambre. El vino se acompañaba de buenas tapas, croquetas por supuesto, pero sin diazepam. No quiero añadir nada más a los huevos revueltos del presente. La música es salvífica, beatífica y casi bálsamo de Fierabrás, todo lo cura. Dicen que la señora del Valium en la croqueta fue detenida y tuvo que ir a declarar, “algo le habría hecho” insiste Patricia esta vez con güisqui de verdad. Tiene razón, siempre hemos hecho algo, moralidades aparte, incluso el amor. Vale.