El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
De Alí Babá a la casa de tapadillos
El pasado viernes en los pasillos del Ayuntamiento de Telde la armó de mala manera la concejal del PP María Antonia Torres, una de las principales encartadas en las investigaciones de presunta corrupción agrupadas en la llamada Operación Faycán. Por cierto, el PP sigue sin personarse en esta causa como acusación popular, seguramente porque no hay ningún hermano que proteger. Pero al descargue de Torres de este viernes, cuando amenazó con tirar de la manta y acusó a tirios y troyanos de ser unos bandidos, hay que unir lo que largó este lunes. En donde quiera que le preguntaron contó lo mismo, que el alcalde utiliza un despacho contiguo al suyo para darse unos revolcones con una señora que viene a ser funcionaria municipal. Torres lo dijo, y en CANARIAS AHORA RADIO lo ratificó este lunes un testigo directo, Juan Martel, del CCN. Lo desahogos de cualquier persona, sea o no cargo público, no son de nuestra incumbencia, pero si se utilizan instalaciones públicas para tales acontecimientos, la cosa se complica. Y encima perdiendo glamour, porque pasar de la cueva de Alí Babá a una casa de tapadillos ya nos dirán lo fino que queda.
El pasado viernes en los pasillos del Ayuntamiento de Telde la armó de mala manera la concejal del PP María Antonia Torres, una de las principales encartadas en las investigaciones de presunta corrupción agrupadas en la llamada Operación Faycán. Por cierto, el PP sigue sin personarse en esta causa como acusación popular, seguramente porque no hay ningún hermano que proteger. Pero al descargue de Torres de este viernes, cuando amenazó con tirar de la manta y acusó a tirios y troyanos de ser unos bandidos, hay que unir lo que largó este lunes. En donde quiera que le preguntaron contó lo mismo, que el alcalde utiliza un despacho contiguo al suyo para darse unos revolcones con una señora que viene a ser funcionaria municipal. Torres lo dijo, y en CANARIAS AHORA RADIO lo ratificó este lunes un testigo directo, Juan Martel, del CCN. Lo desahogos de cualquier persona, sea o no cargo público, no son de nuestra incumbencia, pero si se utilizan instalaciones públicas para tales acontecimientos, la cosa se complica. Y encima perdiendo glamour, porque pasar de la cueva de Alí Babá a una casa de tapadillos ya nos dirán lo fino que queda.