El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
El año en el que nos mintieron peligrosamente
Termina este martes, por fin, el año en el que nos mintieron peligrosamente. A todos los españoles, no hay duda, pero con más recochineo a los canarios, que hemos sufrido como nadie el dudoso privilegio de contar con un ministro paisano que agravó de manera inmisericorde los designios dictados por un Gobierno a la deriva que no ha hecho otra cosa que hacer buena la Ley de Murphy. Sería fantástico poder creer a Mariano Rajoy cuando anuncia triunfalista que 2014 será mejor, pero el bucle involucionista en el que este presidente ha metido a España no permite ser muy optimista ni en lo económico, ni en lo social ni en lo político. Tener que reconocer que el único compromiso electoral que estos dos años ha podido cumplir el PP es el del proyecto de ley del aborto dice bastante de lo que es verdaderamente este Gobierno, un fabricante imparable de caos y de despropósitos, una máquina infalible de mentir y de tapar sus propias vergüenzas con propaganda barata. Volviendo a Soria: en ninguna región española con ministro en el Gobierno ha fraguado como en la de Canarias la sensación del insulto permanente, la de la utilización del poder para hacer daño a su propia tierra con fines difícilmente explicables, ni siquiera introduciendo en la ecuación la variable del carácter levantisco, vengativo y soberbio del personaje en cuestión. El ministro de Industria, Energía y Turismo lo ha conseguido con nota alta. Su valoración por la ciudadanía, aun manteniéndose en unos niveles que él seguramente considerará satisfactorios, arroja una caída considerable hasta el punto de colocar en mejor posición al que en 1999 se vio obligado a entregarle el Partido Popular por unos malos resultados electorales, José Miguel Bravo de Laguna. El panorama no ha mejorado, ni siquiera tras el anuncio del Gobierno de Canarias de restablecer el diálogo con el Gobierno del Estado, actitud que el ministro ha interpretado erróneamente como un triunfo de sus tesis y no como una obligación irrenunciable de cualquier gobernante a la que él, como es norma, se considera ajeno. Paulino Rivero hablará con Rajoy, es menester, pero a pesar de que así se inaugurará una nueva etapa (que el PP necesita con urgencia) Soria no se dará por aludido y continuará (ya lo está haciendo) con su pulso contra las instituciones canarias que no controla hasta ejecutar su anuncio de “incendiar Canarias” hasta que le devuelvan el poder que considera propio. Su última aportación a la doctrina política moderna ha sido proclamar que si no hubiera nacionalismo en Canarias, habría mayorías absolutas, con lo que resolvió de un plumazo la reforma electoral que su partido se niega a promover aun reconociendo que es un clamor en muchos sectores de la sociedad. Quizás sean otras cosas las que sobren, desde las mayorías absolutas como la que sufre España en estos momentos, hasta los malos políticos que estropean con sus actuaciones la democracia y todos sus mecanismos. Esperemos que 2014 sirva al menos para desenmascararlos definitivamente.
Termina este martes, por fin, el año en el que nos mintieron peligrosamente. A todos los españoles, no hay duda, pero con más recochineo a los canarios, que hemos sufrido como nadie el dudoso privilegio de contar con un ministro paisano que agravó de manera inmisericorde los designios dictados por un Gobierno a la deriva que no ha hecho otra cosa que hacer buena la Ley de Murphy. Sería fantástico poder creer a Mariano Rajoy cuando anuncia triunfalista que 2014 será mejor, pero el bucle involucionista en el que este presidente ha metido a España no permite ser muy optimista ni en lo económico, ni en lo social ni en lo político. Tener que reconocer que el único compromiso electoral que estos dos años ha podido cumplir el PP es el del proyecto de ley del aborto dice bastante de lo que es verdaderamente este Gobierno, un fabricante imparable de caos y de despropósitos, una máquina infalible de mentir y de tapar sus propias vergüenzas con propaganda barata. Volviendo a Soria: en ninguna región española con ministro en el Gobierno ha fraguado como en la de Canarias la sensación del insulto permanente, la de la utilización del poder para hacer daño a su propia tierra con fines difícilmente explicables, ni siquiera introduciendo en la ecuación la variable del carácter levantisco, vengativo y soberbio del personaje en cuestión. El ministro de Industria, Energía y Turismo lo ha conseguido con nota alta. Su valoración por la ciudadanía, aun manteniéndose en unos niveles que él seguramente considerará satisfactorios, arroja una caída considerable hasta el punto de colocar en mejor posición al que en 1999 se vio obligado a entregarle el Partido Popular por unos malos resultados electorales, José Miguel Bravo de Laguna. El panorama no ha mejorado, ni siquiera tras el anuncio del Gobierno de Canarias de restablecer el diálogo con el Gobierno del Estado, actitud que el ministro ha interpretado erróneamente como un triunfo de sus tesis y no como una obligación irrenunciable de cualquier gobernante a la que él, como es norma, se considera ajeno. Paulino Rivero hablará con Rajoy, es menester, pero a pesar de que así se inaugurará una nueva etapa (que el PP necesita con urgencia) Soria no se dará por aludido y continuará (ya lo está haciendo) con su pulso contra las instituciones canarias que no controla hasta ejecutar su anuncio de “incendiar Canarias” hasta que le devuelvan el poder que considera propio. Su última aportación a la doctrina política moderna ha sido proclamar que si no hubiera nacionalismo en Canarias, habría mayorías absolutas, con lo que resolvió de un plumazo la reforma electoral que su partido se niega a promover aun reconociendo que es un clamor en muchos sectores de la sociedad. Quizás sean otras cosas las que sobren, desde las mayorías absolutas como la que sufre España en estos momentos, hasta los malos políticos que estropean con sus actuaciones la democracia y todos sus mecanismos. Esperemos que 2014 sirva al menos para desenmascararlos definitivamente.