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Fuera los ayuntamientos

Lejos de aflojar un punto en sus reivindicaciones independentistas, don Pepito las radicaliza monumentalmente en su editorial de este domingo, alentado por los guiños que le llegan desde la alcaldía de La Laguna, donde un inteligente Fernando Clavijo parecer haberlo cautivado con su exigencia de una hacienda propia para Canarias, una reclamación que escuchamos por primera vez en los ochenta en boca de el inigualable José Carlos Mauricio. Clavijo tiene a Rodríguez Ramírez completamente cautivado por el discurso soberanista ma non troppo y por haber sido el que ganara el pulso congresual a Paulino Rivero nada menos que entre la profunda Nivaria, donde ATI tiene el poder que hasta ahora ha mantenido tensionada una de las principales patas de Coalición Canaria. Pero como el disparate tiene sus incongruencias, a don Pepito no se le ocurrió mejor cosa este domingo que reclamar la desaparición de todos los ayuntamientos de Canarias, que a su juicio deberían ser sustituidos por los cabildos insulares. Una extravagancia de tal calibre que tendría en la mismísima figura de don José al primer damnificado, porque si desaparecieran los ayuntamientos, particularmente los de la isla de Tenerife, su vitrina de metopas y distinciones se vería seriamente amenazada en su crecimiento. Ante la imposibilidad de conseguir homenajes augustos como el Premio Canarias de Comunicación o el del Hombre del Año de la revista Newsweek, el más dicharachero de nuestros editores de ha de conformar con las valles, rotondas y pregones con que le obsequian municipios como el de Candelaria, que el pasado julio aprobó una moción del PP y del PSOE declarándolo “baluarte de la libertad de expresión de Canarias”.

Lejos de aflojar un punto en sus reivindicaciones independentistas, don Pepito las radicaliza monumentalmente en su editorial de este domingo, alentado por los guiños que le llegan desde la alcaldía de La Laguna, donde un inteligente Fernando Clavijo parecer haberlo cautivado con su exigencia de una hacienda propia para Canarias, una reclamación que escuchamos por primera vez en los ochenta en boca de el inigualable José Carlos Mauricio. Clavijo tiene a Rodríguez Ramírez completamente cautivado por el discurso soberanista ma non troppo y por haber sido el que ganara el pulso congresual a Paulino Rivero nada menos que entre la profunda Nivaria, donde ATI tiene el poder que hasta ahora ha mantenido tensionada una de las principales patas de Coalición Canaria. Pero como el disparate tiene sus incongruencias, a don Pepito no se le ocurrió mejor cosa este domingo que reclamar la desaparición de todos los ayuntamientos de Canarias, que a su juicio deberían ser sustituidos por los cabildos insulares. Una extravagancia de tal calibre que tendría en la mismísima figura de don José al primer damnificado, porque si desaparecieran los ayuntamientos, particularmente los de la isla de Tenerife, su vitrina de metopas y distinciones se vería seriamente amenazada en su crecimiento. Ante la imposibilidad de conseguir homenajes augustos como el Premio Canarias de Comunicación o el del Hombre del Año de la revista Newsweek, el más dicharachero de nuestros editores de ha de conformar con las valles, rotondas y pregones con que le obsequian municipios como el de Candelaria, que el pasado julio aprobó una moción del PP y del PSOE declarándolo “baluarte de la libertad de expresión de Canarias”.